46. Período I

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Fer, es un chico muy lindo, apesar de que la vida no lo ha tratado bien, él sigue con la mirada fija y saliendo adelante

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Fer, es un chico muy lindo, apesar de que la vida no lo ha tratado bien, él sigue con la mirada fija y saliendo adelante.

Si supiera la sorpresa que le tengo...
En una pastelería hice pedido de su postre favorito, torta de galleta con chocolate. Será enorme.

Espero que le guste.

Yo llegué a conocer a su mamá, es muy linda. Aún recuerdo esa vez,  y me confundió con una modelo, eso definitivamente me halagó bastante.

—Ay, Andresito me hubieras dicho que te conquistaste a una modelo —dice Rouss, la mamá de Fernando.

—¿Verdad que está bien Hermosa? —dice él aún sosteniendo mi mano.

Ese día, fue lleno de alegrías y nostalgias. Me dieron confianza, algo que no pienso desaprovechar o defraudar.

Él nació sin un padre a lado, quizás...no todos tenemos la misma suerte de crecer con un papá y mamá juntos.

Su papá decidió dejarlos por... Ya saben ¿no? Por alguien más.

Sin embargo, Fer deja todo ese odio y rencor, y sigue con su vida. Dando todo de él.

Él empezó a trabajar desde muy chico, me contó. Empezó a ayudar a su mamá en los pagos de la casa, del estudio...

Llegará a ser muy grande, yo lo sé.

—Dar, ¿lista? —la voz de Jess me saca de mis recuerdos—. Fernando ya llegó, está abajo con los mellizos. Ellos no dejan de intimidarlo con sus miradas. Si que tenemos dos hermanitos celosos —ella rueda los ojos.

—¿Estoy bien? —indago.

—Perfecta —intenta silbar, pero su intento nuevamente es inútil. No puedo evitar reír cuando hace eso—. ¡Ay! ¡Ya! —reclama.

Ella va delante mío, estoy súper nerviosa. Sinceramente siento que, algo va a salir mal.

—¡Caracoles! —exclamé.

—¿Qué pasa? —me mira confundida.

—Vino Andrés —ella asiente la cabeza.

—Claro, está abajo —encoge los hombros.

—¡NO! Andrés, el que te visita cada mes —esto fue una situación de pánico, sólo sentí como una sustancia líquida baja y moja entre mis calzones. Es normal tener flujos, pero este, este era mi menstruación.

—Bien, tranquila ¿si? Creo que tengo unas toallas en mi cuarto —me agarra del hombro—. Ve al baño, no te quedes ahí parada —asentí y me dirigí al baño.

No sé si soy la única chica que le viene el período en momentos así.

—Disculpen la tardanza, pasó algún inconveniente. Pero, nada que no se pueda resolver —fingí una sonrisa.

Todos nos dirigimos hacia la mesa. El delivery del pollito a la brasa ya había llegado, pero a mí se me ocurrió sangrar.

Fernando se acerca hacia mí y me da un tierno beso en la mejilla.

—Dame uno, aquí —indiqué con mis dedos, mis labios. Pero él negó con la cabeza.

—Me siento algo incómodo —dijo—, pero, mañana te daré los que quieras y los que yo quiera —me da una sonrisa con la boca cerrada.

Me sorprendió que la comida ya estaba servida, se suponía que yo iba a ayudar, me siento mal por eso.

En la esquina veo a Jess con una sonrisa grande y me guiña el ojo. Uh si, ella me ayudó mientras yo estaba en el baño.

—Y, bien. Buenas noches familia, buenas noches joven —anuncia papá—. Tengo el grato honor de recibir una visita a la casa, aunque en realidad esa visita tiene un motivo —hace una pausa y se dirige a Fer—. Te doy la palabra, Fernando ¿no es así? —oh, al menos dijo su nombre con calma.

—Buenas noches. Para mí es un gusto, que me compartan su mesa, su hogar y su tiempo —esto me da un dejá vú, cuando invité a Jess por primera vez a casa—. Mi visita se debe a las siguientes razones —su mirada se torna a mí—: Cuando yo empecé a conocer a Darling, sentí una conexión bastante cercana. Tienen a una hija maravillosa, aparte de ser una chica hermosa, ella es grandiosa e inteligente. Y, pensé... —suspira— que sería una buena idea presentarme ante su familia y, decirles que mis intenciones en ella no son malas. Que veo en ella mucho amor para dar, así como el mío. Quiero que sepan que voy en serio, no soy un chiquillo que no sabe lo que quiere. Crecí sabiendo lo que todos nos merecemos, y todos nos merecemos un amor bonito, puro y sincero, que nos ayude a salir adelante y te haga feliz —sonríe—. Porque el amor no se trata solo de dar besos, cariños, abrazos... —saca un pañuelo y seca el sudor que luce en su rostro, deduzco que es porque está nervioso—. Se trata de querer lo mejor para esa persona, y si esa persona se cae, tú le brindas, no una mano sino las dos manos para que esa persona se levante. Das todo sin necesidad de esperar algo a cambio —sus ojos se cristalizan—. Yo quiero a su hija, deseo y anhelo que me dejen formar parte de su vida —finaliza.

—Bienvenido a la familia —gritan los mellizos.

Pero, papá carraspea —Bienvenido —uff, pensé que iba a decir que no, me asusté—. Brindemos por eso. Por nosotros y por el amor.

Siempre y cuando me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora