3. Miedo

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—Joseph, ¿este no es el trabajo de Dar? —grito asustado

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—Joseph, ¿este no es el trabajo de Dar? —grito asustado.

—Ay, esa monga que tenemos como hermana se le olvidó llevar su trabajo —horrorizado, él sale corriendo y comenta a nuestros papás sobre lo que acaba de pasar.

Todos nos pasamos, de acá pa' allá.

Hasta llegar a la universidad donde Darling está cursando, nos pasamos toda la mañana buscando un taxi. Fue una travesía demasiada exhausta.

Jamás lo olvidaré... 

Pues, todos salimos en pijama y  despeinados. Papá sin un lado de medias y mamá con sus ruleros, Joseph sin pantuflas y yo sin desodorante. Apestaba toda esta situación y también yo.

Creo que dejaremos en ridículo a Dar, no creo que se lo merezca, pero debe aprender a no olvidarse sus trabajos ¿Qué le pasa a esta chica? Se demoró toda una noche en hacer un trabajo como para olvidarse el trabajo en casa. Es algo que yo me arrepentiría totalmente.
Aunque me siento exhausto, ojalá no me desmaye por este tremendo ejercicio que me sacudió todo el cuerpo.

 Aunque me siento exhausto, ojalá no me desmaye por este tremendo ejercicio que me sacudió todo el cuerpo

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—Mierrr... ¡MI TRABAJO! —Es justo en este momento en el que veo mi vida pasar en un instante. No dormí toda una jodida noche y ¿En serio tengo que olvidar el trabajo por el cual no dormí toda una jodida noche?

Noo... Noo...

Empiezo a llamar a papá.

A mamá.

A la casa.

¡Nadie contesta! 

Pero, ¿por qué? Si los he dejado en casa a todos.

Solo un milagro podría pasarme ahora.

Y, claro... ¡UN MILAGRO!

Me echo a reír como una loca al ver a toda mi familia en tremendas fachas. Y todo porque me olvidé ese bendito trabajo.

No puedo con la risa, siento que voy a explotar de tanto reír.

—¡MAMÁ! ¡PAPÁ! ¡MONGOS! Los amooo —me los como a besos, y los llenos de apapachos, no me interesa que nos queden viendo raros—. Me acaban de salvar la vida.

Joseph se retira —Darling, nos estás avergonzado ¿qué no ves?

—Yo debería estar avergonzada, ¿qué, no se ven? —Todos nos reímos, les agradezco a mil por el sacrificio que acaban de hacer y los despido, como les informé: tengo un ensayo de 100 páginas por entregar.

—Yo debería estar avergonzada, ¿qué, no se ven? —Todos nos reímos, les agradezco a mil por el sacrificio que acaban de hacer y los despido, como les informé: tengo un ensayo de 100 páginas por entregar

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Al parecer todo va bien, presenté mi trabajo y recibí muchas críticas, algunas buenas y malas. Lo que queda de bueno es que lo presenté, la mayoría de mis compañeros no lo hicieron.

Yo hubiera sido parte de la mayoría, si no tuviera la suerte de tener dos hermanos chismosos que se meten a revisar mi cuarto.

Es hora del break, antes me lo pasaba en compañía de Adolf... ¡AG!

Hablando del rey de Roma.

—Eh... Hola, bebé. ¿Podemos hablar? —escucho salir de sus labios.

—No tengo nada de qué hablar contigo, si es que no te quedó claro tú y yo, ya no tenemos nada, ni amor, ni relación. ¡NADA! ¿Entendido? —trato de responder sin tener que llorar o explotar de ira.

Él me mira triste y me contesta con una manera paciente —Mira Darling, sé que he cometido muchos errores a lo largo de nuestra de relación, pero esta será la última ¿si?

¿Eso es todo? ¡Vaya! En realidad no sé cómo pude aguantar tantos años a lado de este tarado. 

Tratando de calmarme, solo me atrevo a reprocharle y lo dejo —Adiós, querido. Ya no te tengo miedo, por si te lo preguntas. Puedes decir a todos que seré una loca o cuántas cosas más quisieras decir de mí, pero tú y yo, sabemos muy bien quién jodió todo esto ¿verdad? —Le doy un beso volado y, vuelvo a clases.

¿Qué...?

—Ay, perdón... No me fijé. En serio, lo siento —Exclamo hacia la chica con la que tropecé sin querer. Lleva una maqueta y deduzco que debe ser de la facultad de Arquitectura. Agradecida con el de arriba que la maqueta no se haya caído o algo peor.

Ella sonríe —No tienes por qué preocuparte, soy yo la que no ve por dónde camina por llevar esto, me maté 4 días seguidos para este trabajo, ¿te imaginas qué hubiera pasado si se hubiese caído? —la chica de ojos color miel, se ríe—. Me llamo Jess Morgan, ¿tú eres?

Sus ojos son tan parecidos a los de mamá. Pero de un color más claro.

Sigo en shock, pero logro responder —Soy Darling Méndez, mucho gusto. Por cierto, creo que te he visto en algún lado ¿puede ser? —ella me mira extraña, pero no duda en negar la pregunta—. Está bien, no te preocupes, no quise incomodarte. Anda a clases, tienes que presentar tu maqueta, que por cierto está fantástica, no soy buena en esas cosas, pero sí que admiro mucho tu trabajo. —Digo para no quedar mal.

—¿Cuántas veces estaremos aquí diciéndonos no te preocupes? Jaja, un gusto Darling y gracias por el elogio hacia mi maqueta. Espero volver a encontrarnos, lo digo en serio —me guiña el ojo.

Nos despedimos, cada una rumbo a su facultad. Pero aún se me queda la espinita de saber si en algún momento la he visto antes, aunque sé que es un poco probable, ya que ella de seguro vive ya bastante tiempo acá y yo acabo de llegar a Pensilvania. Solo será algo curioso, no creo que pase de eso.

Ya después tendré tiempo de pensar un poco más sobre ello y sobre las tantas cosas que me ha pasado hoy. El peso del estrés me está produciendo dolor de cabeza. Necesito que está mañana termine ya para volver a casa y seguir riéndome de la locura que mi familia ha cometido hoy, no les costaba enviar a mi papá o a mi mamá para que me entreguen el trabajo. Es muy chistoso pensar en eso.

Siempre y cuando me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora