38. Leéme

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—¿En serio que trataste de manejar una bicicleta sin manos? —pregunté riéndome

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—¿En serio que trataste de manejar una bicicleta sin manos? —pregunté riéndome.

—Gracias a eso, tuve que esperar a que me crezcan los dientes y llevé una tortura utilizando brackets por muchos años —exclama con dolor.

—Estuvo muy rica la cena —toco mi abdomen, dándole palmas.

—Eso no es todo, Darling —oh, eso sí fue bastante sorprendente— Deja, pago la cuenta y nos vamos ¿bien?

—Bien —respondo de buena manera.

Nos aproximamos hacia el carro de no sé quién y, está a punto de empezar otra aventura.

—No conoces toda la ciudad ¿cierto? Por acá, hay un mirador cerca. Quiero que contemple lo maravillosa que es Pensilvania —sonríe, y de su sonrisa, dos hoyuelos logran formarse.

—Sorpréndeme, Andrés —puedo ver su expresión de fastidio en su rostro, disfruto hacerlo.

—¿Tú tienes segundo nombre? —cuestiona.

—No, en realidad no. Soy de las pocas personas que solo tienen un nombre. Así que, me guste o no el nombre que tenga, es el único con el que me puedes llamar —veo lucir una sonrisa más, pero con los labios apretados.

—Y ¿si yo te llamaría con otro nombre?

—¿Cuál? —indago.

—Ya llegamos —evade mi pregunta—. Ven, sostén esto —me da un objeto que es difícil saber qué es, por la forma pienso que es un telescopio o algo así, pero es demasiado suave para ser lo que estoy pensando.

Me abre la puerta del coche, y nos dirigimos hacia un lindo lugar boscoso. Ya empieza la época de frío, y sin duda alguna, esta noche está un poco fría.

Él se percata de eso y me da su abrigo. Es muy caballeroso, me gusta.

—¿Te gusta? —me observa esperando alguna respuesta mía.

—No —dije cortante, veo su rostro algo confundido y de intriga, decepcionado por mi respuesta—. Tonto, ¡Me fascina! —le doy un leve golpe en el hombro.

—Por un momento pensé que la sorpresa se iba a arruinar —agacha la cabeza.

—Lo siento... —él levanta su dedo índice y lo coloca en mis labios.

—¡Shh! —dice y vuelve a hablar—. Bien, te traje aquí para que podamos contemplar la ciudad tan bonita que se ve. A parte de ello, supe que hoy habrá luna llena. Fascinante ¿no crees? —suspira—. Soy fanático de esas pequeñas cosas, la luz de la luna y el brillo de las estrellas —levanta la cabeza para poder mirarlas mejor—. ¡Esto! —sujeta el objeto que me dio hace unos minutos—. Supongo que te preguntaste ¿Qué puede ser? Espero que lo hayas adivinado —levanta las dos cejas—: Es un telescopio —la forma era de un telescopio, pero es demasiado pequeño para que sea uno de verdad—. ¿Lo miras? —me da el telescopio y...

~¿Quieres ser mi enamorada?~

En realidad era una manualidad. Una carta, pero el telescopio era de juguete con textura suave, se lo abría y ahí estaba la carta. Y lo que decía ahí era una pregunta que si quería ser su enamorada. Me quedé impactada con eso.... Sé que no nos hemos conocido lo bastante, pero el chico me gusta y también me gustaría darle una oportunidad, no solo a él sino también a mí.

—Sí —lo miré directo a los ojos—. Si quiero ser tu enamorada —grité. Y el sonido hizo un eco en el lugar.

Nos mantuvimos parados. Me abrazó y me dijo —Gracias por esta oportunidad, trato de ser lo más sincero contigo, no quiero que... Esto sea algo pasajero, de verdad me gustas —daba pasos lentos hasta llegar hacia mí.

Mis labios sintieron los suyos, tan suaves... Se sentía tan bien besarse con la persona que te gusta, me había olvidado de ese sentimiento hasta ahora.

Siento millones de cosquilleos en mi estómago. Siento que en cualquier momento vomitaré mariposas.

Me agarra de la cintura y me acerca mucho más hacia él. El beso es lento y tierno...

Somos como dos adolescentes enamorados, dándose el primer beso.

Cuando no sentía respirar, me alejé de él lentamente.

—Me gustas... —susurré.

—Me gustas —me dio un beso en la frente.

Siempre y cuando me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora