26. Esperanza

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Tras la partida de Gonzalo, aprendí muchas cosas

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Tras la partida de Gonzalo, aprendí muchas cosas.

Y le agradezco por dejarme eso, enseñanzas.

Me enseñó a que en cualquier circunstancia, debemos permanecer unidos.

Me enseñó a cumplir todas las cosas que tengo planeado, jamás rendirme.

Me enseñó a arriesgarme hasta obtener lo que más anhelo.

Sobre todo, me enseñó a que la familia es lo único que siempre tendremos.

Al final del ciclo anterior, teníamos planeado un viaje, no lo realizamos.

En realidad, lo realizaremos en diciembre, días antes de navidad. Porque allá es donde pasaremos navidad, en New York.

Esa semana, nos reunimos todos. Jess con Alexa, nos acompañaron en una semana familiar.

Después de todo, Alexa me cae súper bien.

Me asombra que todos lo hemos pasado de maravilla, sin ningunas circunstancias malas.

No les voy a negar que estuvimos tristes en algunos sucesos.

Antes de dormir, nos juntábamos para rezar por él, por un ángel nuestro.

Fue maravilloso.

Ya pasó 5 meses de ello.

En fin, ahora estoy en clases. Por cierto, ya tengo amigos, son muy chéveres. Ya me acostumbré a sus chistes no tan divertidos, pero la risa de alguien lo hace notar así.
¿No les ha pasado que la risa de alguien es más graciosa que el chiste?

Aún no estamos en semanas de que nos explotan con las tareas. Pero, me veo amontonada de tareas, ahogándome en mis delirios. Ya se imaginarán qué profesor es el que nos deja un montón de tareas...

¿El Prof. Álex? ¡Están en lo correcto!

—Darling —me saca de mis pensamientos una voz tan peculiar—. Darling, ¡Pssss! —ah, sí. Es Junior...

—Dímelo —respondo.

—¿Me pasas el borrador que está allí? —apunta hacia mis zapatilla. ¿Para eso me interrumpe? Ash.

—Toma —sonrío y él también lo hace, él usa frenillos.

—Si te preguntas, la clase ya terminó...  —lo que dijo me dejó anonadada.

—¡¿QUÉ?! —observo el área del salón y era cierto. ¿Cómo es que...no me di cuenta?

Le doy las gracias y lo despido.

¿Por qué él seguía estando en el aula?
Duda existencial activada.

Saco el celular del bolsillo y, en definitiva las clases habían terminado hacer 40 minutos.

¡Que loco! Yo y mis pensamientos en el infinito durante 40 minutos y más.

Hoy decidí salir sin coche, así que me iré caminado, ¿qué podría salir mal?

En la entrada, puedo notar que Jess ha estado ahí durante...¿cuántos minutos?

—¿Jess? —indago.

—Hasta que por fin sales. ¿Dónde estuviste? —eso fue una pregunta algo obvia y me río—. ¿De qué te ríes?

—¡Ay Dios! Pareces peor que mamá. Estaba en clases, amiga o ¿es que me ves saliendo de otro lado? —ruedo los ojos—. Me quedé pensando en el más allá, no me di cuenta que las clases habían terminado. Junior, un compañero, me avisó —me pongo pensativa—. Sí, después de 40 minutos me avisó. Raro ¿no?

—¡Rarísimo! —hace algunas muecas con los labios—. Vamos, mamá Emi, me dijo que nos tiene algo que decir. No sé de qué se trate pero...¡Andando! —eso sí fue algo raro. ¿Algo que decirnos? ¿Sobre qué?

El Estado de Pensilvania es precioso, el clima es cambiante, hoy parece llover.

—Parece que va a llover, el cielo se está nublando, la la la la —empieza a cantar Jess.

—Eres una loca —me sincero.

—Amiga... —me comenta—. Ya son 5 meses de que Gonza nos dejó —trata de no llorar, pero en su voz me percato—. Al menos le di un beso, dos besitos, varios...¿Por qué se tuvo que ir? —agacha la cabeza.

—Por algo pasan las cosas... ¿Recuerdas que debíamos hallar al responsable de su accidente? —ella asiente con la cabeza—. Creo que de eso quiere hablar mamá.

—¿Tú crees? —dice dudosa y encojo los hombros.

—Quizás.

—Quizás —me remeda.

Siempre y cuando me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora