43. Recuerdos

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La edad que pude se consciente por primera vez, fue a los 4 años

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La edad que pude se consciente por primera vez, fue a los 4 años.

Supuestamente, era parte de una familia que consistía de un papá, una mamá y una hija.

Papá era bueno conmigo, era el mejor papá que me pudo dar la vida. Sus flores aún están guardadas, marchitadas, pero guardadas. Es lo único que me quedó de él, a excepción de los maravillosos recuerdos.

Mamá, si es que así se puede llamarla. Me regañaba, me trataba muy mal. Desde los 5 años tuve que aprender a cocinar para mí, a vestirme, a peinarme, a hacer mis tareas. Todo, absolutamente sola.

Papá cada vez que podía me ayudaba, pero mamá jamás lo hizo.

Cuando necesitaba un consejo, ella no me prestaba atención. Me acostumbré a su frase "Eres una niña, ¿qué problemas tendrías para querer un consejo? Déjame en paz. Maldito el momento que viniste a la familia."

Siento un nudo en la garganta al ver como a esa mujer la llevan con esposas hacia una prisión.
Fuera de todo el mal trato de ella, fuera de que me haya robado de mis padres, fuera de que jamás me creyó que fui abusada por su pareja. Le deseo de todo corazón, que le vaya bien, pero en la cárcel.

—¿Jess? —la voz de mamá Emi me saca de tantos rodeos en mi mente.

—¿Má? —respondí.

—Ganamos —veo lágrimas en su rostro.

—Ganamos —dije entre sollozos.

Trago grueso la saliva y me retiro de ahí, no sin antes acercarme a Melissa.

—Gracias por todo, pero la justicia siempre llega —expresé. Ella se río a carcajadas en mi cara y me escupió.

Se acercó a mis padres y susurró algo que claramente pude escuchar:

—No ganaron, no me voy a rendir. Los odio.

Sentí rabia, pero me controlé.

Gracias a ella, conocí a papá Wally; mi ángel.

—¿Estás bien? —mi hermana se acerca a mí y me agarra el hombro.

—Bien, Darling. Solo que al fin se pudo hacer justicia —finjo una sonrisa.

—Sé cuando llegas a fingir una sonrisa, así que, conmigo no lo hagas. ¿Entendido? —me pellizca la nariz.

El otro día, mis papás me ofrecieron cambiar mi apellido. Les conté que, el apellido Morgan es lo único que no cambiaría y, bueno Mi nombre Jess tampoco.

Así que tendré dos nombres, es raro, pero lo que antes era mi apellido, se torna a ser mi segundo nombre.
~Jess Morgan Méndez Castilla~ ¡Suena bien! ¿No?

Mi mamá me estrecha la mano, ambas caminamos agarradas de la mano hasta la salida. Ese amor de madre, el amor más puro, verdadero y sincero que ella me trasmite... Es lo único que me hace latir el corazón en este mismo instante, aparte de mis tres hermanos y un papá que nos adora a todos por igual.

¡Me saqué la lotería! No necesariamente de una fortuna de billetes.

Me saqué la lotería en tener una familia unida, amorosa y la mejor de todas.

—Oyeeeeee —Darling me grita para que llame mi atención.

—¡Ay! ¿Qué pasa? —pongo mi mano derecha en el pecho.

—Vi que el enfermero te dio su número, ¿lo llamarás? —me da un suave golpe con el codo.

—Quizás... No sé, la verdad —encojo los hombros.

—Yo le di mi número a Fer, y ¡Míranos! —su expresión es muy obvia.

—Aún no supero lo que pasó con Gonza... —quito la mirada.

—Gonza fue el mejor chico, amigo, hijo... —hace una pausa para poder respirar—. Pero, él ya no está aquí —suspira—. Te mereces una oportunidad. Yo no digo que lo llames con el fin de que sean dos locos enamorados. Pueden ser amigos, poco a poco. ¿Quién sabe? —concluye.

Solo sonreí ante todo lo que me dijo Darling, pero en el fondo aún dolía lo que haya pasado con Gonzalo y que... Yo haya sido la culpable de eso.

Siempre y cuando me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora