34. Calidez

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Las lágrimas caen sin parar

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Las lágrimas caen sin parar.

Ante el llamado de Marlon, no tuve otra alternativa que responder a todas las dudas que se estaban generando.

—Esa mujer... —digo entrepausada.

—Jess, ¡dilo de una vez! —me grita Darling.

—Oh, ya —me dirijo a Darling.

Era un dolor que invadía todo mi mente, apretaba muy fuerte mi pecho. Me hacía sentir que estoy a punto de vomitar, mi cabeza daba vueltas. El sudor que emancipaba de mi cuerpo era muy frío. Era imposible expulsar alguna palabra de mi boca, pero...alguna divinidad se apiadó de mí y pude vocalizar bien las palabras. 

—Sí, es ella —respondí, ese dolor en el pecho se hacía aún más fuerte.

Veo al señor Sebastián, levantarse de un salto del sofá hacia mí, me da un abrazo acogedor, eso basta para que el llanto siga.

—Eres mi hija, lo sabes ¿no? ¡¡MI HIJA!! —me hace recordar a papá Wally, así se llamaba mi papá, mi ángel, que sé que me cuida junto a Gonza.

Mamá Emi, se acerca y me da un abrazo. Así, todos se acercan y lo hacen aún mucho más fuerte.

Siempre quise una familia así, ¿quién iba a pensar que la iba a encontrar de esta manera?

Alexa se une al abrazo familiar, sinceramente no hay otra cosa que pudiera hacerme feliz, excepto los recuerdos de papá Wally.

Gonzalo tenía razón al decirme que tenía un parecido con Darling. Lo amaré por siempre.

—¡Somos hermanas! ¿Quién lo iba a pensar? —abrazo a Jess con tanto amor y emoción—

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—¡Somos hermanas! ¿Quién lo iba a pensar? —abrazo a Jess con tanto amor y emoción—. Creo, que debemos denunciar a esa señora —la miro—. Disculpa, pero sí.

Ella al principio negó con la cabeza.

—Ya tiene una denuncia —dijo papá.

—¡¿Qué?! —gritamos, incluida Jess.

—Solo hace falta saber su ubicación, Jess... —la mira esperando a que acepte decir donde se ubica.

—Quizás Jess no quiera decirlo, pero yo si lo haré. Sorry prima, pero esto tiene que hacerse justicia. Tantos años de daño, tienes que ser feliz. Hacer que las personas que te hicieron daño, paguen su condena —exclama Alexa.

Jess mueve la cabeza de arriba hacia abajo.

—Vamos a la estación, chicos —papá muestra las llaves y todos vamos corriendo hacia el coche.

Esto es uno de los momentos más felices de mi vida.

No sé por qué o qué razón, los mellizos están cantando ~nos vamos de paseo, pi pi pi, en un auto nuevo, pi pi pi~, cuando en realidad, sólo vamos hacia la estación de policías, eso me causa ternura de estos niños tan preciosos.

Jess, Alexa y yo nos reímos a carcajadas por las ocurrencias que van diciendo esos mellizos.

—Oye, Marlon ¿Te acuerdas que dijiste "Si estás preocupada no te preocupes"?

Eso fue épico, hay frases tan "no hay fallas en tu lógica" que jamás podrías superarlas, te acordarías de ellas y te la pasarías riendo.

El estómago me duele de tanto reír.

Papá hizo una pausa en el camino en la gasolinera, Marlon y Joseph aprovecharon para comprarse algunas golosinas, de pasada unos piqueos también. Esta noche será larga, conocimos a una hermana que no creíamos, pero que siempre queríamos tener.

Barriga llena, corazón contento.

Porque si no nos hubiéramos ido a parar en una gasolinera. Apuesto que estaría todo el camino diciendo ~muero de hambre~.

Que felicidad siento en mi pecho, siento que el corazón me amenaza que está a punto de estallar por tantas emociones que le di últimamente.

Al prender mi celular, me percato de la llamada que recibí en la reunión familiar, es de un número desconocido y, es raro porque no doy mi número a desconocidos.

Pues...creo que deben omitir esa parte, ya sé quién podría ser el de la misteriosa llamada.

Lo llamaré después, a ver qué pasa.

Siempre y cuando me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora