Capítulo 3

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Luego de tanto esperar, había llegado el día, cumplía al fin 4 años, estaba emocionada porque madre había prometido llevarme a la villa con ella; pero también tenía miedo porque mi cola aun seguía allí.

—Arya, ven aquí —me llamó desde el cuarto.

Ya junto a ella, me pidió que me quitara mi vestido y que le diera la espalda. Entonces sentí cómo envolvía mi cola en una especie de manta dejándola como un pequeño bulto que luego apegó a mi torso. Era un poco molesto, pero si hacer eso me permitiría conocer la villa, lo soportaría hasta volver a casa.

—Muy bien cariño, déjame verte —me di una vuelta completa —bien, casi ni se nota, solo debes intentar no moverla por ningún motivo.

—Si mamá.

—Vamos, papá nos espera afuera —me miró fijamente —recuerda ocultar tus colmillos y cambiar el color de tus ojos.

—¡Cariño, Arya! ¡¿Ya están listas?! —llamó padre.

Padre se notaba muy nervioso, y claro que no lo culpaba; pero aun así intentaba ocultarlo. En cuanto madre estuvo lista, nos dirigimos a la villa.

Al llegar, todo era maravilloso; las flores, las casas, las personas. Era algo completamente nuevo para mi.

Cada tramo que avanzábamos era una nueva sorpresa, la gente nos miraba y nos sonreía amistosamente, y yo no podía dejar de mirar a mis padres con entusiasmo mientras ellos me devolvían la mirada con una sonrisa apacible.

Estaba tan fascinada por lo que estaba viendo, que nunca me di cuenta que había soltado la mano de mi madre. Estábamos en el mercado, y allí la cantidad de personas era impresionantemente alta.

Perdí a mis padres de vista, no sabía qué hacer en una situación como esa ¿Mis padres habrán notado que no estaba junto a ellos? Esperaba que sí.

Intenté encontrarlos por mi cuenta con la ayuda de mi olfato, pero habían tantos aromas nuevos, que no podía sentir el de mis padres, así que decidí caminar sin rumbo aparente para ver si los encontraba en el camino; pero no fue así, y lo único que logré fue perderme aun más.

Acabé por apartarme del camino para sentarme en el peldaño de una de las casas. En ese momento solo quería llorar de miedo, no paraba de decirme "perdí a mis padres, ¿qué voy a hacer si me descubren?". Estaba a punto de llorar cuando de la casa en la que estaba sentada afuera salió una anciana, quien se quedó mirándome un momento.

—¿Qué te ocurre pequeña? —preguntó la anciana con amabilidad.

—Yo... es-estoy —decía sollozando.

—¿En dónde están tus padres?

—Mi mamá y mi-mi papá están... — miré en dirección hacia la gran cantidad de gente que iba y venía. Mis ojos se inundaron en lágrimas —no lo sé.

—Oh, ya, ya pequeña, de seguro están buscándote y están tan preocupados por ti como tú por ellos. ¿Cuál es tu nombre? No te había visto por aquí jamás.

—Me llamo Arya.

—Que bello nombre —dijo con una sonrisa amable —¿Quiénes son tus padres? Quizás los conozca, viven aquí ¿no?

—Vivimos afuera de la villa. Mi mamá y mi papá me trajeron para conocer este lugar. Mi papá se llama Galba y mi mamá se llama Tizara.

—¿Tizara? Oh, la conozco, es una mujer muy amable. Nunca creí que tuviera hijos, ni mucho menos con ese hombre —dijo —la admiro por querer a alguien como él y ser tan feliz.

—¿Qué hay de malo en mi padre? —pregunté en voz baja.

—Es un hombre extraño. Es esquivo con los demás, tiene mal genio, y por alguna razón los perros no se le acercan nunca.

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