Capítulo 5

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Luego de un momento, toda la gente se quedó en completo silencio, incluso madre y padre.

Entre la multitud, se abrió un camino, de él apareció un hombre de vestimenta negra con una túnica, en su cuello tenía un collar con una cruz plateada colgando. Caminó tranquilamente hasta detenerse en el centro del triángulo con la vista hacia mis padres.

—¿Qué tenemos aquí? Galba, el hijo mayor del líder del clan de los hombres lobo, al parecer está muy débil para convertirse en lobo. Es una pena, se me apetecía tener tu piel como alfombra —miró a mi madre —. Y Tizara, la más hermosa de todas esas arpías que componían el clan de los vampiros, ya me preguntaba yo por qué no aparecían sus cadáveres por ningún lado —su voz se oía amenazante —y aquí están, la unión de lo prohibido, después de 4 años, al fin los encuentro, viviendo como simples humanos comunes y corrientes junto a... el fruto del pecado.

—Y ¿qué tenemos aquí? —dijo padre con una sonrisa llena de odio —al asesino más grande de la historia, que dice ser embajador de un dios bondadoso y que todo lo perdona. Sinner, el sacerdote de todos. Que estupidez.

—Di lo que quieras, pero ahora yo tengo la ventaja de esta situación —dijo acercando su mano al rostro de mi madre —me gustaría saber cómo es que un alma tan bondadosa y amable acabó en el cuerpo de una criatura tan inmunda como esta.

—Quita esa asquerosa mano de ella o te juró que te la cortaré de una mordida —dijo entre dientes.

—Perro que ladra no muerde —la gente rió —oh, claro, tengo una regalo para ustedes —sacó algo de su bolsillo —¿no es hermoso? Una cruz de Plata, la mandé a hacer en cuanto supe de su paradero, así no solo torturaría a una sola bestia.

El hombre acercó la cruz a madre, y esta dio un grito de agonía con tan solo verla. Luego, el hombre comenzó a acercarse a mí con la misma sonrisa aterradora con la que había mirado a mi madre.

—Y aquí está, este raro espécimen —me miró detenidamente moviendo mi rostro de un lado a otro —mitad lobo y mitad vampiro

—Sinner, si le haces algo a mi hija, te juro qué...

—Qué, ¿vas a matarme? ¿por hacerle a esta criatura lo mismo que le hiciste a Set?

—Ninguna de las dos tiene nada que ver con eso.

—Es una pena. ¿Por qué no le dices a todos lo que pasó? Es una buena oportunidad ¿no lo crees? —padre guardó silencio y desvió la mirada al suelo. El hombre volteó a mirarme —veamos cuales son las limitaciones de un ser como tú.

Primero acercó una simple cruz de metal a mi vista, pero solo me causo un malestar menor, como un dolor de cabeza y de estómago. Luego acercó una pequeña bolita plateada, que al acercarla a mí, me hizo sentir dificultad para respirar, como si me presionaran el pecho.

—Que interesante... —metió su mano al bolsillo —¿que sucede si...?

De su bolsillo sacó una cruz plateada y la puso frente a mí. Entonces lo supe. Si la debilidad de mi madre eran la cruces, y la de mi padre era la plata; ambas cosas por separado podían hacer que me sintiera mal, pero combinadas, era evidente que sería algo capaz de matarme con tan solo ponérmela encima.

—¡AAhhh! —grité de agonía, era un dolor indescriptible.

—¡Ya Basta! —gritó mi padre —¡está bien! ¡yo lo maté! ¡yo maté a Set!

—¡Él quiso tenderte una mano y lo mataste! —respondió el hombre alejando la cruz de mí.

—¡Lo hice en defensa propia! —protestó mi padre. —¡él me traicionó a mis espaldas! ¡era un maldito cobarde igual que tú!

—Pero ya no más. Y ahora sentirás lo que se siente perder a lo que más amas—el hombre comenzó a acercarse a mí con el collar de la cruz de plata en la mano. Estaba realmente asustada, pensaba que iba a morir.

—¡No por favor! —gritó desgarradoramente mi madre y continuó llorando —no le hagas daño a mi pequeña, ella no tiene la culpa de nada, ¡nunca le hicimos daño a nadie desde que llegamos aquí! ¡Arya! ¡quítale eso de una vez! ¡Galbaaa!

Al parecer, el llanto desconsolado de mi madre hizo que mi padre sacara fuerzas de su interior, fuerzas para logras romper las cadenas que lo ataban. Al caer, se dirigió a liberar a mi madre, pero ella lo detuvo, y entre lágrimas le rogó que me salvara a mí primero.

A medida que el hombre acercaba la cruz, la sensación era cada vez más y más insoportable, y como acto involuntario, llame a mi padre con todas mis fuerzas hasta que, de un momento a otro, el hombre que estaba frente a mí con la cruz de plata fue empujado violentamente por mi padre.

—¡Infeliz mal nacido! —dijo mi padre al empujarlo. Luego me miró y puso su mano en mi cara —Arya, tesoro ¿estás bien?

—Papá... —dije con un hilo de voz.

—Tranquila, ya nos vamos de este lugar —me liberó, y me dio un fuerte abrazo —vamos por mamá.

Padre me dijo que subiera en su espalda y que me aferrara con fuerza, de esa forma podía correr hacia donde estaba mi madre con las manos libres para liberarla y salir del lugar. Pero antes de que pudiéramos llegar a ella, una cadena se atravesó en nuestro camino enroscándose en los pies de mi padre haciéndolo caer, y haciéndome rodar un poco más adelante.

—Arya, Arya escúchame —levanté la mirada hacia él —debes ser valiente, te prometo que terminará luego, pero debes liberar a tu madre mientras me encargo de este tipo...

—¿Pero y si las demás personas...?

—Ellos no se acercarán a ti, son solo personas inútiles y asustadas que lo único que hacen es mirar. Mi pequeña flor salvaje, puedes hacer esto porque... —el hombre que lanzó la cadena tiró de ella atrayendo a padre hacia él.

Ahora dependía de mi salvar a mi madre, y aunque estaba sumida en el miedo, me dirigí hacia ella corriendo con mis piernas temblorosas cuidando de no caer. Esa fue mi primera experiencia siendo algo más que la pequeña niña miedosa de siempre.

 Esa fue mi primera experiencia siendo algo más que la pequeña niña miedosa de siempre

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