Capítulo 32

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Sin saberlo, me metí en la misma ciudad en donde Sinner aún buscaba a mi padre. Ahora, yo estaba a poco metros de él, separados por la puerta de entrada.

—Escucha, por ese lado hay una ventana que siempre está abierta. Tendrás que correr bajo la lluvia para evitar dejar rastro.

—Ven conmigo...

—No. Te ayudaré a ganar tiempo. Además... No abandonaré el hogar que formé con mi Garret.

—Pero...

—¡Ahora abro! —alzó la voz con naturalidad —. Vete.

No quería dejarla ahí con Sinner; pero tuve que moverme cuando empezó a caminar hacia la puerta.

Para cuando Mirana abrió, yo ya había salido por la ventana. Me quedé cerca para escuchar.

—¿Qué se le ofrece? —preguntó Mirana.

—Señorita Mirana... —lo escuché entrar —. Escuché por ahí que es una persona muy particular.

—¿Ah sí? ¿Y qué dicen por ahí?

—Que años atrás usted cayó en pecado con una bestia y formaron una familia. Pero murieron —sus palabras me parecieron bastante hirientes —. Es una linda casa...

—¿Qué quiere? —sonó más irritada.

—Que me diga en dónde está la bestia que dejó entrar en su casa...

—No sé de qué está hablando —Sinner golpeó la mesa. Por un momento creí que me había visto entrar.

—¡El hombre lobo! —gritó —¡Hace unos días la vieron meter a ese perro a esta casa! ¡Dime en dónde está!

—No sé en dónde está ahora —su voz era tranquila —. Y en que lo supiera, no te lo diría. Porque la única bestia que he visto en este lugar, es a ti. —oí un golpe. Una bofetada.

—Contaré hasta tres. Si no me lo dices para cuando termine de contar, destruiré esta asquerosa casa de animales contigo adentro...

—Inténtalo... —rió desafiándolo —. A ver quién mata a quién.

Oí a más personas dentro de la casa. Tres personas en total. Mirana corría peligro con el solo hecho de tener a Sinner cerca de ella.

Quería huir, seguir el camino que Mirana me había indicado para encontrar a mi padre, pero sentía que no podía hacerlo. Tenía que ayudarla aunque no supiera lo que hacía exactamente.

Tenía miedo, temía de lo que pudiera pasar en ese momento; pero ya no había vuelta atrás, para cuando me di cuenta, me había transformado en loba y estaba a punto de saltar por la ventana hacia adentro. Todos me miraron.

Los dos hombres que acompañaban a Sinner se acercaron a mí con la intensión de atraparme. Tuve miedo al principio y di unos pasos hacia atrás hasta toparme con la pared. Luego de eso, respiré profundo y salté sobre uno de los hombres haciéndolo caer bajo mi peso. Después hice lo mismo con el otro cuando lo vi intentar sacar su arma.

Era una sensación extraña, mi corazón palpitaba muy rápido, gruñía levemente y dejaba al descubierto mis colmillos. Estaba asustada; pero me gustaba esa sensación.

—¡¿Y ese lobo?! —Mirana guardó silencio —Ese no es Galba... —me causó gracia verlo tan molesto.

Sinner lanzó a Mirana hacia mi con mucha fuerza. Me aparté y ella cayó junto a mi. Entonces Sinner me miró con curiosidad.

—¿Quién eres... Bestia...? —estaba consciente de que si hablaba me reconocería de inmediato. Así que me limité a gruñirle en respuesta —. He acabado con perros más grandes que tú... —sacó una cuchilla de su cinturón —acabemos con esto de una vez.

Al oírlo hablar, mis gruñidos se volvieron más fuertes y furiosos. En mi mente solo estaba el deseo de morderlo. Quería hacerle daño. Quería hacerle pagar por todo el sufrimiento que nos causó a padre y a mí.

—Vamos. Ataca de una vez. Después de ti debo ir por un perro más grande.

—No lo hagas y vete —Mirana me sujetó de la cola —. Esta es una pelea que no puedes ganar...

—Hazle caso —se rió —. Posiblemente mueras antes de tocarme...

Al ver que no me movía, Sinner dio pasos fuertes y seguros hacia nosotras. No sé cómo no vi venir la patada que me dio levantándome del piso y haciendo que chocara con la pared.

—Descuida, lo haré rápido... —acercó su mano hacia mi cuello. Entonces reaccioné.

Mi mente se bloqueó en aquel momento. Solo podía escuchar los gritos de dolor de Sinner mientras le mordía el antebrazo con fuerza; y sentir el sabor metálico de su sangre inundar mi boca.

Un dolor en mi hombro izquierdo me hizo soltarlo. Me había herido con la cuchilla.

—¡¿Pero qué...?! —exclamó en cuanto vio que me levantaba con mi pata herida elevada. Sinner miró la cuchilla.

—La plata no le hizo nada... —dijo Mirana —. ¡Niña, vete! —los otros hombres se estaban levantando.

No tuve opción, con una pata herida no sería capaz de enfrentarme a Sinner y los dos hombres. Tuve que saltar por la ventana hacia afuera y correr lo más rápido que podía.

Gracias a la lluvia, no tenía un rastro que seguir. Solo podía confiar en  lo que Mirana me había dicho y seguir hacia donde me había indicado.

Aun con la interferencia de la lluvia, pude oír galopes que se acercaban hacia mí. Me seguían los dos hombres solamente, me estaban alcanzando.

No sé qué fue lo que pasó en ese momento; pero dejé de correr, y cuando me miré, había vuelto a ser humana.

—Es ella... —dijo uno de los hombres.

Me puse de pie a la espera de que quedaran frente a mí; pero de la nada, una flecha se enterró en el pecho de uno de los hombres haciendo que cayera muerto de inmediato. El otro se detuvo en el camino y buscó con la mirada al atacante.

—Sal de ahí, maldito infeliz...


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