Capítulo 25

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Daniel se paró justo en frente de mí, evitando que Sinner me viera.

—¿Que acaso no tengo derecho a enseñarle disciplina a mi propio hijo que sin decir una palabra a nadie se marchó así como si nada? —dijo con tono sarcástico —volverás a la capital. Ahora.

—No lo haré. Tengo edad suficiente como para valérmelas por mí mismo.

—Ja, ja, ja. Solo eres un idiota que quiso huir de su realidad.

—Mi lady —me miró seriamente —vete, ahora. Sam te acompañará hasta tu casa —apenas oí lo que dijo; pero mi atención estaba puesta en el hombre que más temía en el mundo —mi lady, escúchame —Sam comenzó a acercarse a nosotros sin dejar de mirar a Sinner.

—Pero...

—¿Aun vive ese animal? —dijo burlándose —tú y tu perro faldero son un dolor de muelas —comenzó a caminar hacia nosotros —si no lo haces por tu cuenta, te llevaré como a un animal.

—No te acerques —dije asustada, sosteniendo el brazo de Daniel —tú... tú...

—¿Eh? ¿Acaso me temes? —se detuvo en frente mío —eres bella. Me recuerdas a alguien de hace muchos años.

—Déjala en paz —dijo apartándome de él —ella no tiene nada que ver en todo esto —me empujó hacia atrás y topé con Sam.

—Has lo que dice —musitó Sam —Sinner no te reconoce, sácale provecho a eso.

Era verdad, él no me reconocía; pero era seguro que si llegaba a descubrirme me atacaría sin dudarlo. Tenía que poner al tanto de esto a padre, si es que no se había dado cuenta de su presencia ya.

—Está bien —dejé que Daniel me ayudara a subir al lomo de Sam.

—Llévala con su padre —le dijo Daniel —anda, váyanse

—Espera —nos detuvo Sinner —¿Hace cuánto vives aquí?

—Cuidado con lo que respondes —musitó Sam.

—Desde siempre.

—¿Y tu madre?

—Murió cuando era pequeña.

—¿Cuál era su nombre?

—Yo... —tardé un momento en contestar —No lo recuerdo.

Sentí que ya sospechaba de mí, ya que al preguntarme el nombre de mi padre, guardé silencio.

—Déjala en paz —reiteró Daniel

—Sólo una cosa más —sentí que se me erizaba la piel —ya que vives aquí desde siempre ¿Reconocerías a este lobo que degollé hace un rato? —mi corazón se apretó de repente, pero noté la trampa.

—Es un conejo...

Sinner me miró sonriente al oír mi respuesta, aun así sacó la bolsa. Estaba en lo correcto, pero luego me di cuenta de lo que había hecho.

—Vaya, tienes un buen olfato, ¿no te parece interesante, Daniel? —Daniel me miró sorprendido —eres la aberración, fruto de lo prohibido.

—¡Suficiente! —dijo Daniel.

—Me pregunto si a Galba lo destrozaría saber que maté a su hija.

Sinner sacó de su cinturón una especie de látigo y lo usó contra mí; pero antes de que este pudiera alcanzarme, Daniel se interpuso, y gritó que nos fuéramos mientras Sinner lo arrestaba hacia los árboles.

Sam me llevó hasta la cabaña, padre se encontraba dentro. Entré de golpe, y le dije lo que había ocurrido.

—Ya no es seguro aquí —dijo padre —nos iremos ahora.

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