Capítulo 29

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Intentamos escabullirnos sin hacer ruido. En breves momentos volteaba a mirar al hombre. Pero antes de poder levantarnos, una cuchilla se clavó frente a nosotros dejándonos paralizados.

—Bien —dijo el hombre —. Ya basta de juegos —se veía serio.

—¿Sabías quiénes somos? —pregunté.

—¿Me creías un idiota como esos que persiguieron al lobo?

—¿Por qué no le dijiste a los demás...?

—Porque son unos inútiles y no podrían hacer nada si ese lobo los atrapaba.

—¿Eres uno de los hombres de mi padre? No recuerdo haberte visto. —dijo Daniel.

—Soy de esos hombres a los que les dan las misiones especiales. No suelo trabajar con otros.

—¿Qué planeas? —se acercó a mí.

—Encontrar a la "Vircolac" que vengará la muerte de todos.

—¿"Vircolac"? ¿Y eso qué es? —preguntó Daniel.

—Eso... —me miró.

—¿Yo?

—En tu interior corre la sangre de un hombre lobo y un vampiro en perfecto equilibrio.

—¿Por qué estás tan seguro que yo puedo hacer tal cosa?

—Porque eres la única que pondrá fin a todo esto y le dará su libertad los que aún siguen vivos.

—¿Vivos? —pregunté —. ¿Creí que mi padre y mi madre eran los últimos de su especie...

—Ya viste que no —dijo —. No son numeroso los que aun siguen vivos. Podría contarlos con los dedos de las manos. Tú podrías devolvernos la libertad que teníamos antes de que todo se volviera una guerra.

—¿Devolvernos? —preguntó Daniel.

El hombre nos miró cambiando el color de sus ojos. Era un vampiro. Todos estos años mis padres y yo habíamos creído que ellos eran los últimos; pero estábamos equivocados.

—¿Cómo te llamas? —pregunté.

—Farha.

—Mi nombre es Arya —cambié el color de mis ojos y estiré la mano.

Pasamos la noche en el tronco. Mientras todos dormían, yo me mantuve despierta mirando hacia afuera. Miraba el avance de la noche.

Sentí que debía salir, me sentí sofocada.

Caminé cerca de unos diez metros de donde estaban los demás, me senté entre la hierba alta, y escondí mi cara entre las piernas.

—Papá, ¿dónde estás? —comencé a sollozar —Mamá... Necesito ayuda... No sé qué hacer...

No llores, cariño... —oí su voz —Ahora más que nunca, debes ser una chica fuerte.

Mamá... —levanté la mirada. No sé en qué momento me dormí —¡Mamá! —la abracé de un salto —Fue mi culpa... Si no lo hubiera desobedecido no habría pasado nada de esto, y él y yo aun estaríamos juntos...

—Hermana —dijo Ryas —Nuestro padre es muy fuerte, y de eso no hay duda —lo miré —. Por el momento está a salvo; pero no tardarán en atraparlo. Y cuando eso ocurra...

—Te buscarán a ti... —dijo mi madre.

—Creí que ustedes eran los últimos de su especie...

—También lo creímos, cariño.

—Farha dice que yo les devolveré la libertad. Pero, no sé cómo hacerlo. Ni siquiera soy capaz de defenderme o de transformarme.

—Pero lo hiciste —dijo Ryas —. Ese día en el que tío Sam te atacó... —No sabía de qué hablaba.

—Cuando el hermano de tu padre te atacó, sentiste miedo, por ti y por Galba; pero querías protegerlo a toda costa.

—Algo despertó en tu interior. Y dejaste que se asomara... —continuó Ryas —. Ahora debes hacer que salga.

—¿Cómo hago eso?

—Solo tú puedes descubrirlo —dijo Ryas.

—Pero tú eres como yo.

—Pero tú tienes ambas partes en misma cantidad.... Solo tú puedes transformarte en la criatura que Farha nombró.

—Pero...

—Ya debes despertar... —dijo madre, dándome un beso en la frente.

Cuando abrí los ojos, vi que no había pasado mucho tiempo desde que me dormí.

Sentí los pasos de alguien acercándose a mí. No volteé a ver, por su olor sabía que se trataba de Farha, quien se detuvo un poco más atrás y se quedó parado sin decir nada por un largo rato.

—¿Qué quieres...? —me limpié las lágrimas.

—Deberíamos irnos y dejar al muchacho.

—¿Qué?

—Él solo nos retrasará.

—No podemos dejarlo. Si lo encuentran, lo van a matar.

—No. El viejo quiere a su hijo de una forma muy extraña. Lo más que puede hacer es llevarlo de vuelta a la capital. Estará salvo ahí.

—¿A salvo de qué?

—De nosotros... —me miró con seriedad —Debemos entrenar para que puedas transformarte...

—No necesito entrenar —me miró confundido —. Mis cambios están ligados a mis emociones. Como reacciono a una situación es como reaccionará mi cuerpo.

—¿Entonces? —se cruzó de brazos.

—Voy a encontrar a mi padre... —lo miré con seriedad. Estaba determinada. Me sentía extrañamente adulta —. Pero no quiero que vengan conmigo. — sonreí —. Lo que sea que encuentre en el camino, lo venceré por mi cuenta. — di unos pasos atrás —Busquen a Sam. Yo voy a volver. Él es todo lo que me queda.

Farha no dijo nada. Cuando terminé de hablar, me di la vuelta y comencé a correr hacia el bosque. Debía volver en mis pasos hasta regresar al lugar en donde padre y yo nos habíamos separado.

Por primera vez en mi vida, no me sentí aterrada de hacer algo como eso. Me sentía tranquila, esperanzada de poder encontrarlo con vida.

—Debo ir más rápido... —me dije — tengo mucho por recorrer...

Una extraña sensación recorrió mi cuerpo mientras corría. El anhelo de querer ir más rápido hacía que mi corazón se acelerara; y de un momento a otro, di un salto, en el cual, caí con mis manos.

—Tengo patas... —dije sin dejar de correr. Miré lo que podía de mi cuerpo. —Soy.... —no pude evitar aullar.

Me transformé en una loba. Creía que era algo imposible para mí; pero me di cuenta que no era así. Pude hacerlo al fin. No veía la hora de enseñarselo a mi padre.

—Voy a encontrarte... Ya lo verás... Es mi turno de protegerte...


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