Capítulo 31

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Toda la noche seguí el rastro de mi padre sin muchos problemas; pero el aire tibio y el sonido de un trueno amenazó con volver más difícil mi camino.

—Si llueve perderé su rastro.

Intenté apresurar el paso, pero tuve que detenerme cuando el rastro me llevó a un lugar que no esperaba.

El rastro me llevó a una de las entradas de una ciudad.

—¿Por qué aquí? —Estaba muy confundida; pero luego comprendí la posible razón de entrar en ese lugar.

La Ciudad era grande, y estaba repleta de personas. Repleta de olores diferentes.

Vi una gran cantidad de personas caminar por las calles. Parecía ser un mercado.

El lugar comenzó a desocuparse en cuanto comenzó a caer la lluvia. Por el ambiente, supuse que habría tormenta toda la noche.

Necesitaba un refugio o todo podría complicarse para mí.

Me interné en la ciudad, y me coloqué una capa que encontré tendida en el camino para cubrirme de la lluvia y de la vista de quien estuviera por ahí.

Apenas podía ver el camino con la poca luz; pero lo que más me dificultaba, eran los constantes truenos que hacían que mi audición se entorpeciera y tuviera que cubrirme los oídos.

Por el frío que hacía, consideré en transformarme en loba; pero eso llamaría mucho la atención de la gente. "un lobo en la ciudad" sería algo raro y aterrador para los humanos.

—¿Niña? —oí hablar a una mujer —Niña —levanté la mirada. Una mujer me llamaba desde la ventana de una casa —. ¿Qué haces ahí mojándote? —no sabía si responder o ignorarla —. Anda ven... —movió su mano y luego fue hacia la puerta.

Un trueno fuertísmo me hizo tomar la iniciativa de querer entrar en la casa. Corrí hasta la puerta y vi a la mujer, esperaba que entrara.

—Adelante, puedes entrar. Afuera hace frío.

La mujer me pareció agradable desde el principio. Apenas entré, me quitó la capa y me invitó a sentarme junto al fuego.

—No eres de por aquí ¿verdad? —me ofreció una taza con un líquido rosa humeante —. Esta ciudad es grande, pero conozco la cara de todos. ¿Quién eres, niña?

—Yo... Me llamo Arya.

—Lindo nombre.

—¿Por qué me ayudas? No me conoces...

—¿Por qué aceptaste entrar? No me conoces... —sonrió levantando una ceja.

—¿Quién eres? —no tenía muchas razones para ponerme a la defensiva con ella. Su olor me decía que solo era una humana, pero se veía muy misteriosa.

—Me llamo Mirana. Mucho gusto —de un momento a otro, se acercó a mí y me "examinó", moviendo mi cara de un lado a otro como si buscara algo —. Tú eres "ella"... —sonrió ansiosa.

—¿"Ella"?

—Hace unos días, un hombre se apareció en mi puerta. Más bien, se desplomó en mi puerta... —puso cara pensativa —No le di muchas esperanzas de vida por las heridas que tenía en su espalda. Había perdido mucha sangre...

—¿Cómo era él? —me apresuré en preguntar.

—Era alto, hombros anchos, cabello negro... —me incomodaba la forma en como lo describía —. Ah, sí... Y tenía un carácter bastante pesado. Serio, desconfiado, las pocas veces que lo escuché hablar parecía que gruñía. Pero cuando habló de "su todo", su expresión y su voz cambiaban...

—¿Dónde está?

—Se fue anoche. Dijo que no podía quedarse aquí... —me miró —. Eres como él ¿verdad? Él es un hombre lobo y tú igual.

—¿Te dijo algo? —me preocupé por el rumbo de la conversación.

—No. Yo sola lo descubrí... —de pronto su sonrisa se volvió triste —. Ven, te mostraré algo.

Mirana me tomó de la mano y me guió a una parte de la casa en donde había un baúl lleno de polvo. Y sobre él, había un retrato de ella junto a un hombre y un pequeño niño.

—Ellos eran mi esposo Garret y mi hijo Gan... —me mostró el retrato.

—Él...

—Garret era un hombre lobo al igual que nuestro hijo.

—Creí que los humanos odiaban a los hombres lobo y a los vampiros.

—El amor puede vencer cualquier barrera —volvió a mirar el retrato —. Yo les temía hasta que un día, Garret me salvó de unos hombres que querían violarme en un callejón. Luego de eso, nos vimos un par de veces más y, nos enamoramos. Garret decidió abandonar su manada para quedarse conmigo y con nuestro hijo que venía en camino.

—¿Qué pasó?

—Las influencias de Sinner llegaron hasta acá. Lo descubrieron y lo mataron sin dejar que se defendiera. Luego vinieron hasta la casa y me arrebataron a mi hijo para dejarlo junto con su padre.

Sentí pena al escuchar la historia de Mirana. Me causó curiosidad ver que no derramaba ninguna lágrima ante sus recuerdos. Era una persona muy fuerte. O quizás, sus lágrimas ya se habían agotado.

—A ambos les prometí que nunca más volvería a tener otra familia, que nunca los olvidaría, y que solo descansaría el día en que ese maldito desgraciado estuviera muerto...

—¿Hablas de Sinner?

—Gracias a él, mi familia murió sin tener la culpa de nada. Él tiene la culpa de todo —podía ver el odio en sus ojos.

—¿Por qué ayudaste a mi padre?

—Porque ese idiota lo estaba siguiendo. Y no quería saber que alguien más murió a manos de ese monstruo... Como mi Garret.

Sentí el impulso de abrazarla. Estaba agradecida por lo que había hecho por mi padre. No tenía cómo pagarselo.

—Gracias... —intenté no llorar.

—No hay por qué...

Mirana me contó cómo ayudó a mi padre a escapar de Sinner. Al parecer se había rendido en su entrada, y ella lo metió a la casa como pudo antes de que Sinner la viera.

Cuando despertó, mi padre intentó hacer que se alejara, pero Mirana logró hacer que se quedara quieto. Casi lloré cuando dijo que una de las puntas de flecha que tenía clavada en su brazo era de plata.

Me contó que le había hablado mucho de mí y de lo preocupado que estaba por habernos separado.

—¿Te dijo hacia dónde se dirigía?

—Habló sobre un lugar en donde solía estar su manada. Olvidé el nombre. Pero se fue en esa dirección —apuntó hacia las afueras de la ciudad —. Dijo que debía encontrarse con su hermano y... contigo —me miró.

Padre tuvo la suerte de escapar de Sinner; pero no sabía que nosotros habíamos tenido que separarnos.

—Mirana... —varios golpes en la puerta nos hizo dar un salto.

—¡¿Quién?! —dijo Mirana con recelo.

—¡Abre la puerta, mujer! —su voz era inconfundible —Necesito hablar contigo... —mi respiración se aceleró. Tenía miedo.

—Es Sinner...

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