Arya es el fruto de un amor prohibido. En su interior corre la sangre de un hombre lobo y la de un vampiro.
Un acontecimiento lamentable hizo que perdiera a su madre. Y diez años después, otro evento se repite haciendo que ella y su padre tengan que...
La noche ya se había apoderado del entorno; y el viento se hizo más fuerte, cosa que entorpecía mi caminar.
A ratos me preguntaba si padre estaba preocupado por saber en dónde estuve durante todo el día. Aunque no era primera vez que llegaba de noche a casa.
—¡¿Arya?! —oí a padre llamarme.
—¡Ya estoy aquí! —me faltaba poco para llegar. Apresuré un poco el paso, pero solo acabe por tropezar, quedando de cabeza frente a padre. —Am... ¿hola?
—¿Cuando te volverás más cuidadosa en la que haces? —levantó sus brazos para ayudarme a bajar —saliste temprano hoy ¿Qué hiciste en todo el día?
—Pues... —padre me olfateó —creo que ya te haces una idea de cómo estuvo mi día.
—Sí, pero creo que sería mejor que tú me hablaras de esos dos que conociste; y espero que no te hayas comprometido en ningún sentido.
—No lo hice, solo charlamos y... él... es un chico muy agradable a pesar de que sé que oculta algo.
—Y qué te hace desconfiar de él.
—Pues, dice ser un cazador, pero es muy educado y caballeroso como para serlo. Y sobretodo por Sam.
—¿Sam?
—¿Habías oído que un humano se volviera amigo o compañero con un lobo?
—No, realmente no. Anda ya es muy tarde, come algo y luego ve a dormir.
Noté un cierto nerviosismo en la voz de padre al hablarle de Sam y la relación que tenía con Daniel.
—Por cierto, ¿cómo es ese lobo del que hablas? —me impresionó un poco el interés que había despertado en mi padre por el asunto.
—Pues... tiene un pelaje gris y blanco...
—¿Qué hay de sus ojos? — preguntó impacientes, atento a mi respuesta.
—Tenía uno marrón y el otro ámbar —creí haber visto que el rostro de padre se había puesto pálido. No respondió nada a lo que dije, pero la expresión de sus ojos fue más que suficiente como para darme cuenta de que había algo que le inquietaba con respecto a Daniel y Sam —oye, ¿estás bien?
—Ah, sí, estoy bien. E-estaré en mi habitación si me necesitas.
Normalmente habría dejado que se fuera a su habitación sin hacerle preguntas, pero esta vez era distinto, parecía afligido, o incluso melancólico.
—¿Tu comportamiento tiene algo que ver con Daniel? O ¿ Sam?
—Perdóname —dijo —pero no puedo decirte nada hasta estar seguro.
—¿Seguro de qué? —padre guardó silencio —no vas a decírmelo. ¿Verdad? —dije con una sonrisa falsa y voz suave.
—Por favor, necesito que me comprendas. Yo...
—Está bien —le interrumpí —comprendo perfectamente —dije intentando ocultar mi frustración —que duermas bien —dije de forma cortante.
—Arya, yo...
—¿Me dejas comer algo? Luego iré a dormir.
Era un completo dolor de estómago pasar por esas "discusiones". Empezaba a pensar que nunca seríamos completamente honestos el uno con el otro, pero tampoco estaba en posición de reprochar nada, ya que también le guardaba cosas a él.
Ya en mi habitación, me recosté en mi cama. Estuve largo un rato intentando dormir; pero en lo único que podía pensar era en cómo Daniel ponía sus ojos en mí, y en como sostenía mi mano cada vez que podía.
Desperté en medio de la noche a causa de un trueno, posteriormente a eso comenzó a llover con fuerza. Me acerqué a la ventana para ver el caer del agua; pero los truenos me asustaban un poco y hacían que me alejara.
Al tener oídos tan agudos, el sonido de los truenos era mi peor pesadilla. Me senté en el rincón de mi cama con las piernas recogidas y las manos en mis oídos, deseando que ya acabara.
—Como odio esto —otro trueno hizo retumbar la cabaña —maldita sea.
Una semana duró la lluvia sin darme tregua durante las noches. Durante todo ese tiempo, dormir una noche entera no fue una opción para mí; pero ya estaba acostumbrada a tener que pasar por eso cada temporada.
Durante esa semana, padre parecía un poco distraído, y miraba por la ventana como si esperara que algo saliera del bosque.
—Has estado actuando extraño desde hace una semana —pareció no escucharme —esto no tiene nada que ver con Daniel, ¿verdad? Estás así por su lobo.
—Está bien —respondió un poco irritado —. Sí, estoy algo distraído por eso.
—Es... ¿uno de nosotros? —le pregunté —lo... ¿Conoces?
—No estoy seguro.
—¿De quién se trata? —pregunté invadida por la curiosidad.
—Andando —respondió poniéndose de pie —hoy es un buen día.
—Pero ya he entrenado bastante. ¿Qué más debo aprender si ya me enseñaste todo lo "humanamente" posible? — padre se puso de pie frente a mí y se cruzó de brazos.
—No hemos entrenado bien desde que el anciano Ron murió. Y no porque ya sepas hacer unas cosas, significa que no seguirás practicándolas —dijo en tono serio —. Además, ya es hora de que aprendas algo nuevo.
—¿Ah sí? ¿y qué es lo que no me has enseñado?
—Te aprenderás a defender.
Claro, nunca me preocupé por saber defenderme ya que padre siempre estaba ahí para mí; y en el bosque no había nadie más que nosotros, así que tenía una vida despreocupada.
No me dijo hacia dónde nos dirigíamos; caminamos cruzando el bosque hasta llegar al río. Allí, padre comenzó a quitarse los zapatos y la camisa.
—¿Es necesario que hagas eso? —pregunté un poco incómoda.
—Me has visto así antes. Porqué te incomoda ahora.
—¿Podríamos no hablar de esto? —no tenía una razón realmente.
—Por mí está bien. ¿Lista? —preguntó mientras se colocaba en posición.
—Espera, ¿no vas a enseñarme algo primero? —le pregunté confundida.
—Mediré qué tanto puedes sobrevivir con lo que has aprendido durante tu vida. Y luego de eso te enseñaré a mejorar en tus puntos débiles.
—No planearás convertirte en lobo, ¿verdad? Ese chico podría estar por aquí aún.
—No lo haré. A estas alturas, es más probable el ataque de una persona que de otra cosa —puso un pie hacia atrás para marcar que estaba listo —comencemos.
Apenas acabó de hablar comenzó a correr hacia mí. No lo veía como una amenaza; pero supongo que por instinto sentí que debía correr. Así que eso hice.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.