Arya es el fruto de un amor prohibido. En su interior corre la sangre de un hombre lobo y la de un vampiro.
Un acontecimiento lamentable hizo que perdiera a su madre. Y diez años después, otro evento se repite haciendo que ella y su padre tengan que...
Entrenamos por meses, y aunque mis transformaciones fracasaban, no me dejaba vencer por eso y seguí adelante. Rogue había mejorado mucho desde que habíamos comenzado. Se volvió más rápido para correr, más ágil para esquivarme cuando saltaba sobre él, tenía una buena defensa, y había desarrollado unos buenos reflejos. Pero su mejor arma fue el de desarrollar su punto estratega, y aprendió a colocar trampas ocultas. Tan bien ocultas que la mayoría de las veces no las veía y terminaba cayendo en ellas.
—¿Otra vez? —dijo Rogue viéndome colgar de cabeza con ambos pies atados a un árbol —deberías practicar el no caer en ellas alguna vez.
—Lo sé, pero ni siquiera puedo percibir un olor en estas cosas. Ahora bájame.
Y así, los meses continuaron su curso al igual que los años. Ahora Rogue tenía dieciséis años, y yo catorce, casi quince. Podría decirse que ya éramos algo así como adultos, y ambos nos habíamos vuelto mucho más unidos que nunca.
Pero un día en que habíamos ido al río a nadar, oímos un aullido de padre. El anciano Ron había estado por varios días postrado en cama. Él ya era bastante viejo, lo suficiente como para sobrepasar la esperanza de vida de un humano promedio.
—Rogue, ya es hora —dije una vez que el aullido se detuvo.
Nos apresuramos en llegar a la cabaña. Allí, padre se encontraba sentado en una silla junto al anciano, justo como lo había hecho el anciano con él diez años atrás.
Me quedé parada en la entrada de la habitación mientras Rogue caminaba hacia el anciano. Mi padre se levantó y dejó que tomara su lugar para estar más cómodo y se situó junto a mí en la entrada.
Rogue tomó la mano del anciano Ron y se la puso frente a sus labios.
—Creciste bien, Rogue —dijo el anciano —te has convertido en todo un hombre.
—Todo fue gracias a ti, abuelo.
—Y también gracias a nuestros amigos —Rogue nos miró brevemente —si tu deseo es convertirte en un miembro de la guardia de espadas, entonces yo te apoyaré en tu camino. Solo no olvides tu origen ni tus valores.
—No lo haré, lo juro.
— Arya, Galba —nos llamó inesperadamente. Nos acercamos —gracias por todo lo han hecho por nosotros. Gracias a ustedes este viejo pudo tener unos años más de vida —ninguno de los dos supo qué responder ante eso. El anciano nos tomó de las manos poniendo una sobre la otra —permanezcan unidos en todo momento. Ustedes dos tienen una relación muy fuerte, que solo un padre y una hija que se preocupan el uno por el otro pueden tener —tosió secamente —Galba, quédense aquí. Esta cabaña les pertenece de ahora en adelante.
—Te lo agradezco, viejo amigos. Nos abriste tus puertas cuando lo único que podíamos hacer era echarnos a morir. Te debemos todo.
—Fue un honor ser amigo de alguien como ustedes. Ojalá Sinner se diera cuenta de ello.
Poco a poco, el anciano fue cerrando lo ojos.
—Abuelo... —dijo Rogue al darse cuenta de que ya se había ido.
Nunca había visto tan triste a Rogue, y verlo de esa manera en aquel momento me rompió el corazón. Dejamos al anciano Ron allí durante la noche, y Rogue se quedó junto a él haciéndole compañía.
Esa noche nadie tuvo apetito, nadie tuvo nada de qué hablar; y cada quien se fue a un cuarto diferente.
Esa fue la primera vez que odié tener la habilidad de oír más que los demás. Rogue había esperado a que lo dejáramos solo para llorar la muerte de su abuelo; y padre por otro lado, se atragantaba con su propia pena; me cubrí los oídos, y al igual que ellos, manejé mi propia tristeza como mejor pude. El anciano Ron había ocupado un lugar muy especial en nuestras vidas; y su partida fue muy dolorosa para todos.
Rogue decidió sepultar al anciano Ron bajo la sombra de un árbol que había cercano a la cabaña, apartado del bosque. Sobre la tumba, clavó una cruz que tenía grabado un mensaje que decía: "Aquí se encuentra la mejor persona que pudo haber existido".
—¿Te sientes bien? —me preguntó padre en un murmullo.
—Ah, sí, estoy bien —ver la cruz me causaba un poco de malestar, pero no quería que Rogue la quitara por mi culpa.
—Oh, lo siento —dijo Rogue al notar mi expresión —lo olvidé. Yo... la quitaré luego.
—¡No! No te preocupes por mí. Le queda bien. Es perfecta para él —Rogue sonrió suavemente.
—Gracias Arya.
Rogue se mantuvo distante y callado por varios días, cuando me acercaba a él, solo se levantaba y se iba a otro lado. Ya no sabía qué hacer para que se animara y saliera de su pozo de tristeza; y eso me hacía sentir mal.
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