Capítulo 21

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Se trataba de Sam, el lobo de Daniel.
No lo ví aparecer, pero lo oí llegar. Padre cayó a un costado y yo recibí la mordida en el hombro derecho. Nunca había sentido tanto dolor, así que no evité gritar.

—¡Arya! —oí vagamente el llamado de padre. Estaba asustado, y yo también.

—¡Suéltame! —grité metiendo mi mano izquierda en su hocico.

Tenía miedo, no sabía qué hacer. Vi que padre se levantaba para ir en mi ayuda, pero todo me parecía ir muy lento.

El sentimiento de temer por mi vida y la de mi padre antes, hizo que algo despertara en mi interior. Sentí un cosquilleo en todo mi cuerpo.

Cuando me dí cuenta, mi cuerpo entero había cambiado. Mi cola salió de nuevo, mis orejas cambiaron y ahora estaban sobre mi cabeza cubiertas de grueso pelaje. Volvieron a aparecer mis afilados colmillos de hace diez años. Mis manos y pies tenían una anatomía diferente, y me habían crecido garras. No sé cuál era mi aspecto, pero era lo de menos en ese momento.

—¡Suéltame! —grité, y esta vez me lo quité de encima.

Me aparté de él inmediatamente, padre corrió, se puso frente a mí convirtiéndose en lobo y comenzó a gruñirle a Sam, mostrando sus colmillos.

Puse mi mano sobre la herida e hice presión sobre ella. Me quedé paralizada por el miedo que sentía. Sam casi me mataba. Mi cuerpo reaccionó al miedo, y padre y Sam estaban frente a frente en un combate de gruñidos que podría terminar mal para cualquiera.

—Así que sí se trataba de ti —dijo padre gruñendo.

—Te creí muerto durante todos estos años —respondió Sam. "Sí habla. Es como padre", pensé —¿quién diría que te encontraría en un lugar como este?

—¿Cómo es que sobreviviste a la matanza de hace 16 años?

—¡¿Qué le hiciste a Daniel?! —dije con voz temblorosa —. ¿Acaso lo...?

—Debe de estar por ahí buscándome, me aparté de él de repente en cuanto sentí tu olor.

—¿Mi olor?

—Nunca olvidaría el olor de mi hermano —dijo con voz burlona.

A lo lejos, oí la voz de Daniel llamando a Sam.

—¿Por qué andas con un humano? —preguntó padre —. Y no has contestado a mi pregunta.

—Ese día, "él" me ofreció una nueva oportunidad, a cambio de que peleara de su lado. Y como prueba de mi lealtad, cuido y protejo al chico desde que era un niño.

—¡Eres un traidor! —le gritó padre —¡traicionaste a la manada, a nuestro padre, por salvarte a ti mismo! Cobarde...

—¡¿Y qué me dices de ti?! —repuso Sam —aliarte con un enemigo del clan con la cual engendraste algo. Exiliarte fue lo más duro que tuvo que hacer nuestro padre, sin decir el dolor que le causó a nuestra madre. Galba, el amado hijo mayor. ¿Quién es el traidor aquí? —preguntó con una carcajada.

—¿Qué es lo que quieres?

—El señor aún está empeñado en encontrar al monstruo que asesinó a su hijo, y a la hija de sangre mestiza. Y no descanzará hasta encontrarlos —dijo en tono serio, que luego cambió por uno sarcástico —pero descuida, no planeo entregar a mi "querido hermano" o a mi "amada sobrina". O al menos no hasta que la situación lo requiera.

—¿Por qué están aquí? —pregunté un poco más calmada.

—El muchacho odia a su padre, y en cuanto pudo se alejó de él. Yo solo cumplo con el deber de protegerlo.

—¿A quién sirves? —pregunté.

—A Sinner —respondió padre.

Al oír ese nombre, un enjambre de recuerdos llegó a mi mente. Vi a mi padre colgado con cadenas de un poste y a mi madre atada en otro, la sombra que vi a lo lejos mientras huíamos, a mi madre posando su cara en mi hombro, a mi madre que no despertaba de su sueño; y finalmente, a mí y a padre alejándonos de ella mientras ese hombre encendía el árbol en que se hallaba.

—Él... él... —no me salían las palabras.

—Arya.

—Él... él... él asesinó a mamá.

Dejé mi mente en blanco, y dejé de tener miedo. No sentía ninguna emoción; y gracias a eso, volví a la normalidad. Me sentí cansada de golpe, y acabé por quedar tendida en el suelo sin poder moverme. Veía todo borroso. Padre corrió hacia mí. La voz de Daniel se hacía más próxima a nosotros.

—Dejaremos esto para la próxima. Nos vemos, Galba —dijo Sam antes de internarse en el bosque.

Oí a padre hablarme, pero no podía responderle, me tomó en sus brazos, y todo se volvió oscuro para mí.

Al despertar, me encontraba en mi habitación, recostada en la planta baja de la cama. Al principio creí que todo había sido una pesadilla; pero quedó descartado en cuanto intenté levantarme y sentí un dolor en mi hombro derecho.

—Ay —me quejé, pero me interrumpí al ver a padre sentado en el suelo y apoyado en la cama. Puse una mano sobre su cabeza.

—Arya —se levantó y me abrazó con fuerza —. Creí que te perdería. Estaba tan asustado.

—Lo siento —le dije —no quise...

—No quiero que vuelvas a hacerlo —lo mire fijamente —no pongas tu vida en peligro por salvar la mía, ese es mi trabajo ¿entiendes? —bajé la mirada. —Mi vida antes que la tuya.

—Sí, entiendo.

Habían muchas preguntas que quería hacerle, pero sentí que no era el momento adecuado; y tampoco ninguno habló sobre mi cambio. Me quedé todo el día acostada, intentando no pensar en nada de lo ocurridoaunque fuera imposible.

 Me quedé todo el día acostada, intentando no pensar en nada de lo ocurridoaunque fuera imposible

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