Arya es el fruto de un amor prohibido. En su interior corre la sangre de un hombre lobo y la de un vampiro.
Un acontecimiento lamentable hizo que perdiera a su madre. Y diez años después, otro evento se repite haciendo que ella y su padre tengan que...
Todo comenzó hace aproximádamente 200 años. Lobos y vampiros se odiaban a muerte, pero tenían un enemigo en común. El humano. Ellos asesinaban a los otros indiscriminadamente; pero eso no hizo que se unieran.
Cada bando era totalmente independiente y demasiado orgulloso como para ofrecer tregua a su enemigo. Es por eso, que los humanos aprovecharon esa rivalidad y lograron ir destruyendo uno a uno los clanes de ambas especies.
Mi padre me dijo que algunos miembros del clan de los hombres lobo pasaron a ser simples animales con pensamiento limitado, al igual que los vampiros. Pero a pesar de todo lo que pasó, él y mi madre se conocieron mientras huían de los humanos que intentaban cazarlos.
Dice que en cuanto sus miradas se cruzaron, sintieron una conexión que los hizo inseparables, y decidieron huir juntos de sus verdugos.
Cuando uno de los humanos estuvo a punto de asesinar a quien en el futuro sería mi madre, mi padre la salvó, dejando al descubierto los sentimientos que se tenían el uno por el otro en ese mismo momento.
Desde ese día, ambos habían roto la regla de oro de sus clanes, "un lobo y un vampiro pelean hasta que uno de los dos cae", pero ellos hicieron algo distinto a esa regla. Se amaron hasta que uno de los dos dejó de existir.
Mi madre, Tizara, era amorosa, agraciada, y con una hermosa voz con la que cantaba las más hermosas canciones. Y mi padre, Galba, era terco y con un temperamento frágil, cualidades que solo mi madre era capaz de manejar.
Mantuvieron su amor oculto ante los ojos de sus clanes, pero todo se volvió un lío el día en que madre quedó embarazada de mí. A pesar de que se había vuelto la vergüenza de los vampiros, era la mujer más dichosa del mundo. Ella no tenía una gran posición en su clan, por lo que tampoco le importaba lo que los demás dijeran.
Por el contrario, mi padre era el hijo mayor del líder de su clan, y el siguiente en la línea de sucesión. Su padre decidió desterrarlo de la manada, ya que no tuvo corazón para matar a su propio hijo luego de haber traicionado su confianza, y de cierta forma, la de su manada. Madre decidió irse por su cuenta del lado de los vampiros una vez que escuchó la noticia de que mi padre había sido desterrado de su hogar.
Se fueron juntos como una pareja, durmieron juntos como una familia, padre se volvió más atento a mi madre a medida que pasaban los meses. Iba de cacería para que ella pudiera alimentarse, si madre no podía dormir él tampoco lo hacía, si ella lloraba, él aullaba para acompañarla, y si a padre le hacía enojar algo, ella simplemente lo tomaba de ambas manos y lo miraba a los ojos diciéndole: "solos no somos nada, juntos somos todo, ama tu alrededor, y será todo lo que necesitas para estar feliz, y así tu malestar se volverá nada ante tu todo". Esa frase hacía sonreír a padre, y su sonrisa la hacía feliz a ella.
Dos meses antes de que yo naciera, los humanos formaron un gran ejército para destruir de una vez por todas a ambas especies. Y lo lograron. Luego de una guerra casi infinita, los humanos, que eran más numerosos, lograron su cometido, y asesinaron a todos y a cada uno de los hombres lobos y vampiros que pudieran encontrar, dejando cruelmente a su suerte a las crías que habían nacido con forma animal, ya que era bien sabido que sin una madre o padre que les enseñara, ellos no podrían transformarse en humanos, y vivirían como simples animales inofensivos, o morirían en poco tiempo.
Al saber esto, madre y padre se vieron obligados a esconderse de todo por un tiempo. Tiempo en el cual nací. No fue así como tenían planeado mis padres el que llegara al mundo. Nací dentro de una cueva a orillas de un río, en medio de una noche de luna llena.
A pesar de lo peculiar que era, me amaron desde el primer momento en que me vieron. Nací teniendo forma humana, solo que con una "cosa" adicional a mi cuerpo. Una cola.
A primera vista pensaron que era una loba completa, pero con el pasar de los días, se dieron cuenta de que no era así. Al abrir mis ojos, vieron que eran de color rojo intenso, color que solo un vampiro podía tener. Era algo totalmente fuera de lo normal, una hija mitad lobo y mitad vampiro.
Me llamaron Arya.
Durante días, mis padres se movilizaron para encontrar un buen lugar que pudiera volverse nuestro hogar. Fueron días de caminata y de dormir bajo las estrellas con el solo abrigo del cálido pelaje de mi padre, que se transformaba en lobo para darnos calor durante la noche, aunque también lo hacía cuando veía a mi madre muy cansada, entonces se transformaba para que ella viajara sentada en su lomo conmigo en sus brazos. Al final, lograron encontrar una casa abandonada con un amplio jardín que se encontraba cerca de una villa humana. Pero a pesar de todo, decidieron quedarse, y fingir una vida normal ante los ojos de los pobladores.
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