Arya es el fruto de un amor prohibido. En su interior corre la sangre de un hombre lobo y la de un vampiro.
Un acontecimiento lamentable hizo que perdiera a su madre. Y diez años después, otro evento se repite haciendo que ella y su padre tengan que...
Rogue se asomó para ver si ya estábamos listos; parecía un poco urgido por aprovechar el día. Llevaba con él una bolsa colgando de su espalda, aunque ignoraba lo que había dentro.
Ya en la entrada del pueblo, comenzamos a recorrer el lugar. No estaba preocupada de que la gente viera mi cola en lo más mínimo, ya que se encontraba bajo la falda, y la cinta ayudaba a disuadir cualquier movimiento de ésta. Ante los ojos de los demás, yo era otro ser humano, al igual que mi padre.
El pueblo era simplemente maravilloso, pintoresco y alegre. La gente iba de un lado a otro, y los niños jugaban sin preocupaciones.
Caminaba sostenida del brazo de Rogue en todo momento para no perderme o tropezar por estar mirando los alrededores. Padre caminaba de forma desinteresada justo detrás de nosotros; y eso nos hacía parecer a Rogue y a mi como hermanos junto a su padre.
—Para ser invierno, hoy hace un día agradable —comentó padre —han pasado díez años desde que pisé un pueblo.
—Es verdad —le dije —. Aunque no parece distinto al otro. Pero hasta donde saben, ya no hay ninguno más.
Continuamos nuestro camino, siguiendo a Rogue. El día parecía pasar rápido, cuando me dí cuenta, ya comenzaba a caer la tarde; y aun faltaba un poco por recorrer.
—Sí que es un pueblo grande —dije sin dejar de mirar a mi alrededor
—Ciertamente —Rogue parecía un poco nervioso con el caer de la tarde
—Rogue, ya es hora —dijo mi padre desde atrás.
—¿Hora? ¿Qué pasa? —padre puso una mano en mi hombro y Rogue me miró a los ojos con preocupación.
—Arya, yo... —tomó aire —entré a la guardia de espadas —lo miré sorprendida —hoy debo ir a la academia para iniciar mi entrenamiento.
No me lo tomé como creí que me lo tomaría. Me sentí molesta, me sentía en una mentira, se me hizo un nudo en la garganta, y mi respiración se aceleró un poco.
Di un par de pasos hacia atrás hasta chocar con mi padre. Me volteé a mirarlo solo para notar que él también me había engañado, él ya sabía a qué habíamos vendido desde el principio. Me aparté de él también; lo sentía ageno a mí.
El que padre me ocultara su tristeza era algo que podía dejar pasar sin duda; pero el que me ocultara algo como eso, era completamente diferente. Quizás exageraba; pero no me tomé el tiempo para razonar bien la situación. Y como a cualquier animal furioso, mi cola comenzaba a erizarse.
—Tranquilízate —dijo padre —estás erizando tu cola.
—Sólo eso te importa ¿Verdad?
—¿Qué? No...
—Que solo te importa el no llamar la atención —me contenía de no gritar.
—Arya... —intentó hablar Rogue.
—No te atrevas —le advertí encorvándome un poco.
—Ya es suficiente —advirtió padre, fulminándome con la mirada —ahora cálmate antes de que...
—¡¿Antes de qué?! —le interrumpí —¿Antes de que lo arruine otra vez? ¿Antes de que haga que maten a uno de nosotros como la última vez?
—Arya, basta.
—¿Por qué no admites que me culpas por la muerte de mamá? —dije en tono desafiante mientras Rogue se quedaba quieto en silencio —¿por qué no dices que te quedas conmigo solo por mantener la promesa que le hiciste a mi madre de mantener a salvo a este fenómeno del cual te sientes decepcionado por no poder...? —por primera vez en mi vida, padre me abofeteó. Me quedé en blanco por un momento.
—Dije que fue suficiente —dijo apretando el puño. El enojo que había sentido volvió de inmediato.
Salí corriendo del lugar, oí a Rogue llamarme; pero padre lo interrumpió diciendo "Déjala ir, ya se calmará".
Me alejé de ellos sin mirar hacia atrás; tampoco miraba donde iba. Dejé de correr cuando noté que en mi camino había una gran fuente de agua. Comencé a caminar de un lado a otro, enojada con todos y conmigo misma.
En cierto modo el golpe no me había dolido más que lo que le dije a padre. Acabé por sentarme en la orilla de la fuente con las piernas recogidas y la cabeza apoyada entre mis brazos. Y así estuve por mucho tiempo hasta que comencé a sentir culpa por todo lo que había dicho mientras la gente continuaba transitando por el lugar.
—¿Qué sucede señorita? Pareces molesta por algo —preguntó una voz desconocida —no recuerdo haberte visto antes.
—Lárgate —dije sin siquiera mirarlo.
—¿Qué hace una chica linda como tú, sola en este lugar? —insistió sentándose detrás de mí, justo sobre mi cola, que se encontraba bajo la falda del vestido.
"Mierda, está sobre mi cola. Duele", me decía en mi cabeza.
—¿Qué es lo que quieres? —respondí en tono cortante mientras dirigía la mirada al desconocido.
—Lindos ojos —dijo con una sonrisa insinuante —¿Cuál es tu nombre?
—Primero, quítate, estás sobre mi... mi vestido —casi lo digo —y segundo, te agradecería que te fueras. No me interesa conocer a alguien tan molesto como tú —un aroma familiar se sintió a una distancia del chico que me hablaba.
—Comienza a oscurecer. ¿Te acompaño a casa? ¿En dónde vives? —dijo ofreciéndome su mano.
—Creo que la chica dijo que te fueras —. El chico se quedó mirándolo por un breve momento, y luego simplemente se marchó rápido sin decir una sola palabra.
Sabía que era padre quien estaba sentado a metros de mí. No sabía si debía decir algo o esperar a que él dijera algo.
El sol acabó por ocultarse, habían unos cuantos faroles que iluminaban el lugar, la gente comenzaba a irse a sus casas, y los caminos empezaban a quedar vacíos. Mientras tanto, nosotros seguíamos en el mismo lugar sin decirnos nada.
Oí que padre se levantó y caminó junto a mí. No tuve el valor para mirarlo, solo me limité a mirar mis pies.
—Vamos a casa, ya es tarde—dijo con voz suave. Ya no parecía estar enojado.
No dije nada, me levanté mirando al piso. Padre puso su mano en mi hombro y lo apretó levemente. Sentí un nudo en la garganta y que el pecho se me apretaba; pero aun así, no dije nada.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.