Capítulo 47

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Solo eran cuatro minutos que no debía desaprovechar por nada del mundo. Cuatro minutos en los cuales se decidiría todo de una vez por todas. Cuatro minutos para volver a abrazar a mi padre, o para que él y los demás murieran junto conmigo. Cuatro minutos que había empezado a contar desde ya.

—Treinta y siete... —conté el tiempo perdido —. Cuarenta y dos.

Obviamente, Sinner no entendería la razón de mi conteo en aumento; pero ya le explicaría por qué lo hacía. 

Cuando conté cincuenta y ocho, le di un golpe en la cara y lo hice caer de espaldas contra el suelo. Intentó levantarse lo más rápido posible mientras sacaba una lanceta de plata, la cual lanzó contra mí.

—Setenta y cinco... —conté mientras sostenía la lanceta entre mis dedos y la partía en dos antes de tirarla al suelo. —. Ochenta y tres —esquivé un ataque tras otro en un desesperado intento por hacerme retroceder.

Nadie dijo nada, nadie se movía. Los humanos que habían apresado a los demás ahora estaban de rodillas en el suelo mientras que hombres lobo y vampiros observaban nuestra pelea detrás de ellos. Nadie había muerto. A pesar de todo lo ocurrido, habían perdonado la vida de los humanos.

—No lo perdones a él —Escuché decir a Ranch.

—No lo merece —dijo un lobo.

—Nuestra libertad nace con su muerte — dijo otro.

Dos minutos habían transcurrido desde el inicio de la pelea. Ciento veinte segundos. Podía ver la expresión de rabia de Sinner, la cólera que lo había impulsado a hacer todo lo que hizo durante tantos años, se estaba acumulando en un solo momento, en unos minutos, en una cierta cantidad de segundos que yo iba registrando en mi mente.

Sesenta y nueve segundos después del primer golpe, volví a propinarle otro que lo dejaría encorvado con una mano sobre mi hombro. De alguna forma, lo estaba disfrutando. Verlo adolorido me daba gusto.

La pelea que estábamos llevando casi tres minutos atrás era muy diferente a esta. No tenía miedo. Lo golpeaba y veía caer con total tranquilidad. Me sentía viva haciendo sufrir al hombre que había matado a tantos.

Comencé a golpearlo ignorando las heridas que este me causaba con sus armas al momento de defenderse. Si bien podía sentir el ardor de los cortes ocasionados por las cuchillas de plata, eso no iba a detenerme.

—Ciento cincuenta...

Había pasado más de la mitad del tiempo contabilizado; y por alguna razón, me sentía "aburrida". Sentía que era un juego de niños lo que hacía. Quería elevar un poco más el nivel de todo esto. Quería que ahora, en verdad sufriera.

Con ochenta segundos faltantes para que mi ira se disipara nuevamente, aumenté el ritmo de mis ataques y mi fuerza.

—Nunca ibas a escuchar gritar a mí padre —Clavé las garras en su antebrazo hasta que vi la sangre brotar bajo mis dedos —El que gritará es otro.

Sinner no respondió a mi comentario, estaba muy ocupado intentando no gritar mientras veía cómo mis garras desgarraban y arrancaba su mano derecha como si fuera la pierna de una liebre.

Sujeté su capa con fuerza y se la arranqué de un solo tirón haciéndolo caer, formando un pequeño charco creciente con su propia sangre en el lugar.

Ram tenía razón, el sujeto era un arma andante con todas las cosas que cargaba; pero ya no las iba a necesitar más.

Un trueno me ensordeció por seis segundos. Y para cuando volví hacia Sinner, este me sorprendió con un corte limpio en mi ala izquierda con una daga plateada. No dejaba de sorprenderme. El sujeto supo aprovechar esa brecha a pesar de su situación.

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