~CAPÍTULO ONCE~

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║ Narradora║
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Un joven chico corría de manera vergonzosa por todo el edificio. Su respiración estaba agitada y su mano sostenía fuertemente el tubo de ensayo, como si su vida dependiera de ello.

Miro a los guardias que custodiaban la gran puerta de roble y éstos, luego de hablar por el auricular, lo dejaron pasar. En la sala se encontraba un grupo de hombres y mujeres, que sobrepasaban los cuarenta años, debatiendo temas de suma importancia.

— Consejo... — El joven llamó la atención de los susodichos con una voz agotada. — Creo que encontramos algo...

Todos los presentes se quedaron anonadados y el mayor de los hombres se paró con completa sorpresa.

— ¿Qué cosa? — pronunció de manera urgida.

— La sangre, señor. — Mostró el tubo de ensayo que contenía la misma. — Tiene mutaciones incomprensibles. Aún no entendemos qué es o cómo... pero no es normal.— Automáticamente, la sala se llenó de bullicio.

— Eso no nos da mayores respuestas a las que ya teníamos. Mantenemos las mismas incógnitas— bufó de manera exasperada una de las mujeres.

— Sin embargo, hay que resaltar que su sangre siempre se mostró de manera normal. Si ahora se encuentran mutaciones, significa que algo está cambiando —objetó otro de los integrantes.

— Si vas a venir con noticias, que sea algo completo, no me gustan las cosas por la mitad. ¡No hagas perder nuestro tiempo! — Nuevamente volvió a hablar la primera mujer.

— Pues yo si les traigo una noticia que les va a importar. — Sergio entró a la sala de manera tranquila y sin tocar la puerta. A su lado, Ricardo venía de manera asustada, como un conejillo de indias. El susodicho miraba nervioso a su alrededor. Sabía que se iba a meter en problemas, el consejo de cazadores no habían sido notificados de la ausencia de la morocha, y no les alegraría la noticia. Una cazadora había husmeado en la información de una misión privada en su propia cara y huyó conociendola, ¿de qué manera el consejo se tomaría bien eso?

Por otra parte, Sergio miraba la sala de forma tranquila y segura. Se había encargado de no dejar evidencias sobre su presencia en el octavo piso o el cruce con la morocha fugitiva en el ascensor. Todo estaba marchando como lo planeaba, y eso no hacía más que generar una mayor confianza en sí mismo.

Debido a lo dicho por el joven y la aparición imprevista de Sergio, acompañado por el jefe de una de las sedes de cazadores, la sala se había llenado de susurros y bullicio. No es que su presencia causara conmoción por una importancia a su persona, al contrario, el consejo lo creía innecesario y molesto. Siempre alardeaba sobre tener que ser ascendido, cuando la única cosa que lo mantenía en el consejo era encargarse de la parte del trabajo aburrida, la que ningún otro quería hacer. De no cumplir con esto, buscarian a otro tonto que ocupe su lugar.

The Alpha's Huntress ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora