~CAPÍTULO VEINTIUNO~

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╔═══════════╗║  Kamaria  ║ ╚═══════════╝ 

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║  Kamaria  ║
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Por problemas que tuvo que arreglar Alexei con el congreso, acabamos saliendo por la tarde al lugar que nombró.

Caminábamos entre los árboles y me asombraba la cantidad de vegetación que había. Prácticamente no había hojas ni ramas secas, solo verde.

Comencé a escuchar el movimiento del agua, junto con ruido de pisadas, risas y chapoteos. ¿Otra civilización? Fruncí el ceño y Alexei tomó mi mano sonriendo, para darme confianza.

Apartó una rama verde de nuestro camino, permitiendo ver un hermoso claro de agua cristalina. Pero eso no era lo que me mantenía fascinada. Ni siquiera en los libros había visto tal cantidad de especies mágicas.

Hadas revoloteaban por todo el lugar, dejando el camino lleno de su polvillo; un grupo de mujeres divinamente hermosas charlaban en la orilla, con una cuarta que se encontraba metida en el agua, y por el movimiento de esta, parecía una sirena.

Pegue un salto hacia atrás, acercándome a Alexei, cuando pequeñas motas de pasto se movieron corriendo por entre mis pies, en dirección al claro. Una mota se quedó a mi lado y levantó su vista para verme. Por sus orejas parecía un pequeño elfo completamente verde, con hojas en su cabeza. Duró dos segundos mirándome y continuó su camino.

— ¿Q-que...? — Ni siquiera pude acabar mi oración cuando vi a un enorme hombre árbol jugando a las cartas con unos duendes que apostaban su olla llena de oro.

— ¿Sorprendida? — cuestiono Alexei observando fijamente mi reacción con una sonrisa. Sin embargo, yo no podía apartar la mirada del lugar. ¿Cómo era eso posible? ¿Como los cazadores nunca supieron de la existencia de la mitad de estas especies?

El Alpha tiró suavemente de mi mano, introduciéndonos en el hermoso y mágico lugar. Voltee a todos lados mirando asombrada la cantidad de magia que adornaba el lugar. Detrás los duendes y el hombre árbol, se encontraban lo que parecían ser elfos charlando con una bella mujer vestida de verde y otra que poseía unas alas de libélula.

Abrí mis ojos como platos al ver del otro lado del claro a dos centauros. A su lado parecía haber una combinación de un gigante con un orco, intentando atrapar un hada. Me espanté al ver que la encerraba en su puño, sin embargo, fue cuestión de segundos para que una camarada de hadas vaya a golpearlo hasta que la soltó. Suspire de alivio ante eso último. Ignorando al orco en el piso, tres enanos corrieron para lanzarse al agua.

— E-esto e-es... — No tenía palabras para describir el lugar.

— Ven. — Me ayudó a sentarme en un tronco caído, mientras seguía apreciando a mi alrededor. — Apuesto a que no los conocías a todos. —Negue aún sorprendida de lo que mis ojos veían.

— ¿Có-cómo es que nunca nadie los encontró? — Voltee a verlo ya más calmada.

— La parte mágica del bosque está rodeada por pixies —señaló a los pequeños hombres pasto— como ves, son pequeñas criaturas que se transforman en motas de pasto de manera tal que quien los pisa, puede perderse, incluso aunque conozca muy bien el camino. Esto hace que los exploradores acaben andando en círculos o en caminos contrarios. Esto da el tiempo necesario para que uno de ellos avise a algún lobo, e inmediatamente iremos a donde se encuentra el intruso. —Asenti entendiendo porque me había encontrado aquella noche. — Además, el bosque está protegido por hadas y brujas, que permiten que no funcione ni las brújulas ni cualquier tipo de tecnología.

The Alpha's Huntress ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora