~CAPÍTULO TREINTA Y DOS~

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╔═══════════╗║  Kamaria  ║ ╚═══════════╝ 

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║  Kamaria  ║
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Como todas las noches, la niña se encontraba observando al lobo. Ese lobo que desde hace años había notado que le lloraba a la Luna.

Su madre se había dormido, por lo que solo se podía apreciar una Luna menguante. Así era como funcionaba. La luna y sus estrellas se podían ver entre sí como cuerpos, pero al dormirse, mostraban su verdadera forma. En cambio, los terrestres siempre los veía únicamente como objetos inertes.

La niña miró a su alrededor y notó que todos estaban dormidos. Solo ella se quedó despierta, observando al triste lobo. Recordó las palabras de su madre, donde le decía que se debía a su falta de amor. Y a ella le recorría siempre una pregunta en su mente, ¿encontraría a su amor o lloraría como ese lobo?

Con sus pocos 8 años, la pequeña sufría por ver al hombre lobo llorar. Rompía su pequeño corazón al no poder ayudarlo.

Deja de llorar... por favor. —pensó la niña en su mente, cerrando los ojos y deseando que esa petición se cumpliera. Y sin esperarlo, el lobo realmente paró su aullido, mirando hacia el cielo.

La niña observó su parte favorita de la noche, cuando el lobo ya cansado, se convertía en humano. Ella añoraba tener ese poder algun dia.

— ¿Princesa Luna? — La pequeña frunció el ceño ante su comentario. ¿Acaso él la había escuchado?

Ante esto se acomodo en la Luna, mirando fijamente al hombre lobo. Entonces, recordó las palabras de su madre, las cuales le comento hace tiempo. ''Si tu piensas o dices algo que en serio deseas y va dirigido a alguien, ese alguien te escuchara.''

Sin embargo, la peliblanca sabía que ese lobo no podía descubrir que quien le hablaba era una niña en el cielo, así que decidió bajar para hablar con él.

Al estar a unos metros, pudo observar como el hombre, al estar tan concentrado en lo que terminaba de pasar, no notó su presencia. La pequeña escondió su aroma, pues en el cielo siempre le repetían que su aura de poder era demasiada, y no sabía aún si el lobo era de fiar.

— Hola. — El hombre se dio vuelta rápidamente, mirando a la niña con cautela.

— ¿Cómo entraste a mi territorio? ¿Qué eres? — gruño en su dirección y ella inclinó su cabeza a un lado, como un cachorro.

— Escuche tu llanto... Ya no quería que llores. —El lobo notó la bondad e inocencia en los ojos de la niña, ablandando levemente su corazón y haciendo que baje su guardia.

— ¿De dónde vienes?

— Vengo de un lugar muy lejano, solo me acerqué para hacerte sentir mejor. — La niña se acercó al lobo y acarició su cabello aprovechando que se encontraba sentado, como si fuera un perro, ganándose una mirada divertida por parte del hombre.

The Alpha's Huntress ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora