~CAPÍTULO CUARENTA Y TRES~

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╔═════════════╗║ Narradora║╚═════════════╝𝚂𝚎𝚍𝚎 𝚍𝚎𝚕 𝚌𝚘𝚗𝚜𝚎𝚓𝚘 𝚍𝚎 𝚌𝚊𝚣𝚊𝚍𝚘𝚛𝚎𝚜, 𝟽 𝚊𝚗̃𝚘𝚜 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜

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║ Narradora║
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𝚂𝚎𝚍𝚎 𝚍𝚎𝚕 𝚌𝚘𝚗𝚜𝚎𝚓𝚘 𝚍𝚎 𝚌𝚊𝚣𝚊𝚍𝚘𝚛𝚎𝚜, 𝟽 𝚊𝚗̃𝚘𝚜 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜.
𝙺𝚊𝚖𝚊𝚛𝚒𝚊 𝟷𝟺 𝚊𝚗̃𝚘𝚜.

La ahora pelinegra caminaba lentamente por esos pasillos que en cierta medida se la hacían conocidos. Creía recordar que ese era el lugar donde había estado unas horas luego de ser encontrada. Al menos ella creía que solo habían sido horas.

Entró a una de las salas, siguiendo a Marta y Juan de cerca. Le habían dicho que había llegado el día de que supiera la verdad. No entendía completamente a que se referían con eso, pero ansiaba que le dijeran de una vez donde estaban sus padres.

— Kamaria, toma asiento. —habló el líder de los cazadores, causándole un escalofrío a la pequeña, puesto que llevaba años sin escuchar su nombre completo. Marta y Juan le recomendaron presentarse como Kam, y en parte le agradaba más ese nombre, puesto que era ''mejor'' visto.

Sin decir nada, la adolescente obedeció, sentándose en la silla entre los que cumplían el rol de sus cuidadores.

— Bien. —prosiguió el mayor. —Debes preguntarte el por qué te encuentras aquí. ¿Me equivoco? —La niña solo se limitó a negar con la cabeza. —Debemos explicarte un par de cosas, Kam.

Sorpresa se llevó la pelinegra al enterarse de su ''verdad''. Dicho hombre le explicó acerca del trabajo de Marta y Juan, como cazadores de seres sobrenaturales. Si bien al principio lo tomo como una broma, al ver los videos de esas bestias, tomó una actitud seria. Aún no acababa de entender el porque le contaban de aquello, hasta que tocaron el tema que ella tanto tiempo deseó escuchar: sus padres.

Marta y Juan permanecieron en silencio, pero cada vez que ella volteaba a verlos con duda, su mirada le afirmaba que las palabras de aquel hombre eran ciertas. Y si esas dos personas que la cuidaron desde pequeña afirmaban dicho suceso, ella les creería a ojos cerrados.

Escuchar aquellas palabras no fueron fáciles para su frágil corazón, uno que esperaba aún por la llegada de sus progenitores. Sin embargo, le estaban afirmado que estos habían muerto a manos de los hombres lobos, a manos de aquella manada que la rodeaba el día que fue encontrada.

Ese día fue cuando Kam prometió proteger a su ahora familia y entrenar hasta poder asesinar a aquellos seres que habían condenado su existencia. Esa misma tarde, la pelinegra volvió a su casa con el corazón hecho pedazos, pero con las ideas más claras que nunca; aunque estas fueran solo rodeadas de mentiras.

Dictaminaron su falta de memoria como amnesia disociativa, y con el paso del tiempo, crearon una pequeña máquina de matar. Un arma mortal de la cual aún no tenían completa consciencia o saber de lo que era. Conocían el hecho de que era peligrosa y era mejor tenerla de su lado que en contra.

The Alpha's Huntress ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora