Llegamos a casa de Jonas poco antes de medianoche, por lo tanto ya había mucha gente en el lugar. Entramos y casi de inmediato nos encontramos con el anfitrión que saludó de forma afectiva a Camila y ella correspondió, a mi solamente me sonrió.
“Infeliz” – no lo soportaba, había engañado a Camila con una de sus amigas cercanas; ella fingió que no fue importante, pero yo sabía que en el fondo tenía la esperanza de que él fuera el indicado.
– No entiendo como puedes verlo a la cara, después de lo que hizo – le dije al oído, cuando Jonas se marchó.
– Ya te dije que era malísimo en la cama, pobre de la chica que esté con él – respondió sin siquiera verme, estaba analizando el terreno, o sea… buscando el lugar ideal para conseguir a los mejores hombres.
Yo regularmente dejaba que ella me guiará, es mayor que yo (por dos años), entonces la veía como una persona con experiencia, mucho más en este rubro.
– Ok, ya sé quién será tu presa – me abrazó sobre los hombros – Ahora, antes de que yo te lo diga, necesito saber ¿cuál es tu plan?
– ¿Plan? – la mire confundida.
– Sí, babosa – me dio un ligero golpe en la nuca– Yo sé que tú jamás les hablas primero, entonces quiero saber ¿cómo le harás?
– Pensé que tú me ibas a presentar – respondí nerviosa.
– Mi vida, yo nunca les he hablado, solamente los observaba cuando salía con Jonas
– ¡Oh rayos!, entonces no tengo ningún plan – confesé con preocupación.
– Pues piensa rápido porque ya vi a varios que te están inspeccionando, no tardará mucho en que recibas alguna invitación.
Comencé a mirar a mi alrededor, para ver si lograba identificar a los hombres de los que me estaba hablando Camila, pero no fui capaz.
– Señálame, el grupo de chicos dónde está mi presa – ordené con determinación.
– Están parados justo en las puertas de cristal que dan acceso a la piscina – murmuró
Discretamente mire en esa dirección, ví que eran cuatro chicos, un pelón (por decisión), dos de cabello castaño y uno rubio.
“Siempre hablas con personas que no conoces, esto no tiene que implicar un gran esfuerzo o reto para ti”
– Yo me voy a acercar – declaré – Dime quien es tu opción.
– Acércate al de cabello castaño, el que es más alto – asentí y estaba por caminar cuando me tomó del brazo – Quizá solamente con verte bastará para que él se acerque, ¡tú puedes! – me dio una leve nalgada.
“Es como hablar con un cliente, es algo normal”
Literalmente esto parecía una escena de película donde la gente que está bailando te va abriendo el paso porque pues…<O sea, que pedo, soy el protagonista hazme espacio>.
Cuando estaba a unos metros del chico, todos su amigos y él, se giraron para verme entonces fue allí cuando los nervios se apoderaron de mi.
– Hola, hermosa – dijo la presa – ¿Buscas algo? – me guiño el ojo.
– La silla
– ¿Qué? – preguntó desconcertado.
– Ah… quería saber si estaban ocupando esa silla – apunté a la silla que estaba atrás del rubio.
“Eres una idiota”
– Emm no, pero si quieres te ofrezco una silla mejor – con la mirada apuntó a sus pantalones.
“Nefasto, que bueno que lo arruine”
– No gracias, la verdad no se ve tan buena – me giré para marcharme, escuché las carcajadas de su amigos burlándose de él y me hizo sentir mejor.
Cuando levanté la vista me encontré con Camila que estaba con las manos en la cintura.
– ¡Explicate Fischer! – recriminó molesta y sabía que lo estaba, porque me llamó por mi apellido.
– La cagué, pero me alegro de haberlo hecho porque es un pendejo – continúe caminando en dirección a la cocina.
Camila me alcanzó después de unos segundos y volvió a pedir explicación, le conté la estupidez que dije y casi escupe el sorbo de cerveza que tenía en la boca.
– ¿Y así quieres que te deje sola?, mi vida, serás un desastre – en sus ojos pude apreciar compasión.
No tuve tiempo de replicar porque llegaron Alexa y Zamira, amigas de Camila, son un desmadre, inmensamente deshinibidas y seguras de sí mismas; realmente las envidio, pero no de una forma tóxica, la verdad es que me llevo bien con ellas.
– ¡Esta fiesta está super aburrida, vamos a la César! – gritó Alexa.
– ¿Quién mierda es Cesar? – preguntó Camila.
– Y eso que importa, vive a solo unas cuadras – respondió Zamira, quien puedo asegurar que ahora tenía un 50 % de alcohol en su cuerpo.
Camila me miró, esperando mi aprobación y yo asentí.
– ¡Yei! te amamos Kala – gritó Zamira
– KAILA – recalqué y puse los ojos en blanco.
Ya no me estaban escuchando, comenzaron a caminar a la salida, así que las seguí. Yo era quien menos había tomado (nada aun) así que maneje. Llegar fue una odisea, las indicaciones de las personas borrachas son un asco.
El lugar era inmenso y estaba repleto de personas alcoholizadas, quedé asombrada. Las seguí, hasta que llegamos con un grupo de chicos, que nos ofrecieron bebidas y evidentemente las aceptamos.
Después de dos horas, de beber y platicar (o intentar, porque algunos ya no estaban del todo lúcidos), un chico me tomó de la mano y me guió hasta un cuarto, por un momento pensé en negarme, pero había una parte de mi que se sentía lista para experimentar.
El chico era guapo, completamente mi estilo, alto, fornido y… bueno ya no lo recuerdo, entramos al cuarto besándonos, él era quien me estaba guiando, prácticamente me estaba cargando, cuando llegamos a la cama, con delicadeza me recostó sin dejar de besarme, comenzó a tocar mi entrepierna y de inmediato me tensé, él se percató así que cambió el plan, comenzó a bajar su cabeza y a besarme por el cuello, su mano se detuvo en uno de mis senos.
– ¡No puedo! – grité
– No te apures, yo lo hago por ti.
– No, de verdad – lo empuje, sin ningún resultado – ¡Carajo que no quiero!
– Pues a la mierda, ni que estuvieras tan buena – se levantó bruscamente y salió furioso de la habitación.
Me incorporé, acomode mi ropa y permanecí por algunos minutos sentada.
“Estaba tan cerca, ¿Por qué no puedo hacerlo?, ¿hay algo mal en mi?, a ver no, fue un avance, quizá para la próxima esto me resulte más fácil”
Cuando por fin me puse de pie, arreglé mi cabello y abrí la puerta, al final del pasillo aprecié la silueta de Camila que se dirigía en mi dirección caminando rápido.
– ¿Cómo estás? – preguntó
– Bien, no llegamos tan lejos, bueno pudimos haber llegado pero lo frené – hice una mueca decepcionada.
– ¡Ay relájate!, es la primera vez, es obvio que te dará miedo – me sacudió el cabello – Mejor ya vámonos, esto está por convertirse en una orgía.
Como no podía manejar hasta la casa de Camila, decidimos que era lo mejor que se quedara en la mía, como en aquellos tiempos, cuando salíamos con más frecuencia. Dormimos casi de inmediato, solamente nos quitamos la ropa y la reemplazamos por pijamas.
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¿Puedo ser tu mayor error?
RomanceKaila recientemente ha terminado una larga relación, la cual parecía maravillosa; un día descubrió algo que acabó con todas sus esperanzas. Ahora está dispuesta a dar un cambio radical a su vida y hacer lo que nunca había imaginado... buscar un comp...