🌼 Capítulo 13 🌼

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Un sonido a la lejanía de a poco me fue despertando, no me apresure, tome mi tiempo para disfrutar; en mis pensamientos esa canción era como el playlist de mi sueño, pero luego recordé que era el tono de llamada de mi celular.

4 llamadas perdidas de
Cara de nalga.

– Aghh – bufe, mientras me incorporaba y pasaba mis manos por el rostro para lograr despabilarme.

  Llamada entrante
Cara de nalga

Ay porque tanta urgencia”

KAI: Mande

ORLA: ¿Por qué eres tan floja?, levántate y agarrá tu traje de baño, hoy hay reunión en mi casa, te espero aquí en menos de 1 hora – Colgó.

Me di una ducha rápido, a pesar de que sabía que entraría a la alberca no quería llegar pareciendo una pordiosera y menos si era probable que me encontrara con Aiden.

Estos días había dejado de hacer ejercicio, pero lo bueno que el trabajo de años no se pierde en dos semanas, tomé el primer traje de baño que encontré, lo metí en mi maleta y salí corriendo.

– Hola, ¿cómo estás? – me saludó amable Victor que fue quien abrió la puerta, por primera vez lo escuchaba hablar como un adulto.

– Bien ¿Y tú?

– Bien, no tan crudo – se rascó la nuca – Pasa, Orla está atrás –  Se hizo a un lado para dejarme pasar.

Le agradecí con leve movimiento de cabeza y entré.

Bajé las escaleras de la terraza para darme cuenta que solamente estaba Orlando.

– Aún no hay nadie y me estabas apresurando – recrimine.

– Perdóname por ser considerado, creí que sería mejor para ti ya estar aquí, que llegar cuando ya estuvieran todos – dramatizó reacciones de indignación.

– Está bien, te perdono.

– Bueno, no tardan en llegar los demás así que aprovecha y toma el lugar que quieras – Se recostó en el camastro – Ah, si te quieres cambiar allá hay un cuarto – apuntó a una pequeña cabaña.

– Perfecto, gracias.

Me cambie, el traje de baño es de dos piezas pero no es diminuto, tapa muy bien lo que debe de cubrir, es color rosa metálico, encima me puse un kimono.  Cuando salí ya estaban las chicas de la ocasión pasada, me alegré de traer lentes porque había puesto los ojos en blanco.

– Hola, ¿Kaila?, ¿verdad? – dijo con amabilidad la rubia esbelta y de estatura baja.

– Hola – sonreí con sinceridad –  Sí, así es – me sentí mal por no recordar su nombre.

– Yo soy Alisha y esa malhumorada que ves ahí comiendo, es Carlota – la chica castaña levantó la mano en forma de saludo – ¿Podrías acompañarme a cambiarme?, es que siempre batallo para amarrar el sostén y esta mujer me aseguró que no me ayudaría.

– Sí claro

– Oye quiero disculparme si la ocasión pasada, fuimos muy pesadas, pero creí que tenías algo con Orlando y pues…

– Ohhh, no, no para nada – me sorprendió su comentario y no me moleste en fingir – Y no te preocupes, yo soy la intrusa en su grupo, entiendo que así pasa al principio.

– Solo te pido que no le menciones nada a Orlando.

A pesar de que no pude ver su rostro porque ya había entrado al baño para cambiarse, noté pesadumbre en su voz.

¿Puedo ser tu mayor error? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora