Alejandro y yo nos conocemos desde la preparatoria, teníamos 17 años, la conexión entre ambos fue inmediata, compartimos aficiones y hobbies parecidos. Él, en ese momento era alguien muy reservado y extremadamente tímido, por lo tanto le llevo mucho tiempo pedirme que fuera su novia (tardó un año). Yo no acostumbro a ser quien tome la iniciativa, por más que muera de amor, siempre decido esperar.
Cuando por fin comenzamos la relación, me dediqué completamente a él, perdí amistades porque siempre prefería estar con Alejandro, lo cual a él no le parecía, porque disfrutaba salir solo con sus amigos y eso muchas veces generó problemas entre nosotros. Después cuando comencé a trabajar en un restaurante (como chef) conocí a Camila, gracias a ella y sus locuras, logré enfocarme un poco más en salir y eso obviamente implicó dar más libertad a Alex; ahora discutimos menos.
A mis 24 años (recién cumplidos) jamás he tenido relaciones sexuales, Alex es muy cuidadoso con eso, porque su familia es extremadamente religiosa, entonces su valores son inmensos. Me muero por estar con él, pero sé que valdrá la pena esperar.
Cumpliremos 6 años de nuestra maravillosa e inigualable relación. Sus papás me conocen desde casi el inicio, pero es hasta ahora que se atrevieron a darme las llaves de su casa, para que yo pudiera acceder para adornar por nuestro aniversario; lo bueno es que ellos saldrían a un retiro espiritual.
Lo interesante, es que la que se llevó la sorpresa fui yo. Cuando estaba escondida en su armario, Alex entró a su habitación tropezando contra los muebles, lo cual parecía no importarle porque estaba más enfocado en continuar besando a quien yo conocía como Charlie <Su mejor amigo>.
No fui capaz de reaccionar y desafortunadamente, presencié cómo mantenían relaciones sobre la cama que yo había adornado, pero que obviamente ninguno vio, porque al acostarse los pétalos cayeron por los costados o estaban debajo de ellos. Fue hasta que terminaron cuando notaron mi encantadora decoración.
Alex no era estúpido, así que solo le llevó unos minutos deducir lo que estaba pasando.
– ¿Kaila?, ¿Estás aquí? – preguntó nervioso – ¿Kaila?
– Tenemos que esperar al matrimonio para tener sexo, porque es lo que Dios quiere – recité sus palabras mientras abría de golpe las puertas – ¡Seguro se reían de mi gran estupidez, cada que cogian!
– Kaila, no era mi intención, pero ya no podía engañarme…
– ¿Pero si podías engañarme a mi?, ¡teniendome de tu pendeja! – grité mientras lloraba sin control – ¡Si existe un Dios, espero que te castigue! – salí corriendo de su habitación.
– Kaila, ¡por favor, escúchame! – lloraba, mientras me seguía.
– Si algún día me quisiste te pido que me dejes en paz – me detuve y lo mire con desprecio – No quiero saber nada de ti y no te preocupes, no le diré nada a tus papás.
Esa fue la última ocasión que lo vi, parecía inmensamente triste o eso me expresaban sus ojos, pero eso no iba a lograr que lo perdonara, él sabía que odiaba las traiciones y aún así lo hizo.
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¿Puedo ser tu mayor error?
RomansaKaila recientemente ha terminado una larga relación, la cual parecía maravillosa; un día descubrió algo que acabó con todas sus esperanzas. Ahora está dispuesta a dar un cambio radical a su vida y hacer lo que nunca había imaginado... buscar un comp...