🌼 Capítulo 12 🌼

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La conversación era grupal, así que no me atreví a cerrarla y solo enfocarme en Aiden, eso sería demasiado obvio. Algunas horas después llegó un chico que se paró a mi lado.

– ¿Puedo invitarte a bailar?

No me parecía guapo, si atractivo, pero no quería quedar como una puta frente a Aiden, me quedé unos segundos sin contestar, solo hice gesto fingiendo que no escuche para que él repitiera la pregunta, cuando lo hizo Orlando saltó al rescate.

– Amigo, ella no camina – exageró una mueca de tristeza.

Todos apretaron los labios para contener la risa y debo aceptar que yo también lo hice.

– ¿Crees que soy idiota?, la vi entrar

– ¡Oh, Carajo! – Soltó una carcajada y todos nos unimos a él – Bueno solo evitaba romper tu corazón, ella no quiere bailar contigo.

– ¿Y tú eres su representante? ¿Ella es muda acaso? – el chico estaba empezando a alterarse.

– ¡Mierda eso era mejor!, a la próxima serás sordomuda – dijo mirándome, negué con la cabeza porque me pareció un comentario innecesario.

El hecho de que Orlando ignorara por completo al chico, no ayudó en nada, porque se alejó de donde estaba yo para dirigirse a él.

– ¿Te crees muy gracioso?, veamos si continuas riendo después de que te parta la cara –  sentenció el chico.

– ¡Hey! –  grite para que me mirara – Si lo único que quieres es mi respuesta; te la puedo dar, no quiero bailar, así que por favor vete.

Los amigos de Orlando ya se habían puesto de pie y todos parecían dispuestos a pelear, el chico observó la escena y actuó de forma sensata… se marchó.

– Hace mucho que no teníamos una escenita de este estilo – susurró Aiden a mi oído.

– Pues espero que haya sido entretenida para ti, porque para mí no lo fue – dije con ligera decepción.

– Un poco, bueno la verdad es que fue bastante, pero tomaste bien las riendas de la situación, eso sí nunca lo había visto, regularmente las chicas no se meten en estas discusiones llenas de testosterona.

No supe qué responder así que solamente sonreí y jugué con mi cabello.

– Por cierto, me encanta ese color – con los ojos apuntó a mi cabello.

– Gracias – me encorve un poco por la vergüenza.

Después de eso, la conversación desafortunadamente volvió a ser grupal.

– Ya no estoy seguro de que sea una buena idea traerte, casi me parten mi bello rostro – expresó con falsa arrogancia.

– No me culpes a mí, tú interviniste sin mi consentimiento.

– Tuve que hacerlo, porque te quedaste como si tu cerebro hubiera decidido apagarse.

– Pues me tomó por sorpresa – reí mientras lo decía, porque me imagine la cara que puse y la verdad era gracioso.

– Hoy no tomé tanto así que si puedo dejarte en tu casa – dijo cuando entramos al coche.

– Perfecto, no quiero que al despertar lo primero que vea sea Victor… Por cierto ¿Dónde está?

– No lo sé, pero por la mañana seguro llega a la casa.

Me dejó en la puerta de mi casa, espero a que entrara y después se marchó. Como me sentía sucia me di una ducha rápida, para poder dormir tranquila.

¿Puedo ser tu mayor error? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora