⚠️advertencia; se narra tortura [finaliza en el simbolo: (. . .)] ⚠️
❝ ¿Tenías muchas cosas en tu mente, no?. Pero, ya dime la verdad,
era yo quien realmente
te necesitaba a ti ❞Narra Autora
El grito desgarrador de aquel pobre hombre hace eco en todo el cuarto, retumbando de tal manera que hasta los oídos de Dazai sienten un pequeño tamborileo en su interior. Mas, y aunque al principio suelta un pequeño murmuro dado a la queja, regresa su concentración al pequeño tajo que está haciendo, desliza la navaja por la piel de su contrincante hasta pasar esta debajo de la primera capa y, finalmente, aleja de sí aquel pequeño pedazo de piel tirándole frente a los ojos de su enemigo.
─¡DETENTE, DETENTE POR FAVOR!─. Ruega este, llevando su mirada de su brazo ensangrentado y adolorido al trozo de piel sobre la mesa en cuestión de segundos, una y otra vez, como sí aún no se lo creyese.
─...─. Entonces, el muchacho se inclina a un costado suyo, a los pies de la mesa, y rebusca entre ciertos objetos en el interior de un bolso hasta encontrar por fin al frasco de vidrio y tapa color sauce que necesitaba.
Mueve la tapa, soltándole y dejándola a un lado. Luego, mete su mano por aquel hueco, sacando un puñado de sal que está a pocos instantes de resbalar de sus manos, y dirige su mirada hacia el brazo del otro varón.
─¡Te lo diré todo!─. Insinúa él, con desespero. Ahí, el castaño levanta la cabeza y le observa con atención; Aún amenazandole con el puñado de sal, asiente, y espera impaciente a que continúe hablando.
(. . .)
Acababa de lavar sus manos, y estaba por dar media vuelta en dirección de otro pasillo al unísono en el que pensaba en ciertas cosas que habían ocurrido la noche anterior.
Había consumido las pastillas justas para morir mientras dormía, y aunque en este momento sentía algo de náuseas, mareos y tenía la leve sensación de que llevaba ya rato sin descansar, como es ya evidente su último intento de suicidio no había dado resultado, o por lo menos no el que él deseaba tener.
Y aquello le mantenía de mal humor, sin embargo yo lo expresaría no como enojo, sino como decepción por sí mismo. Así que no, no estaba enojado, se sentía impotente, inferior, e iluso.
La tortura que le obligó a lavarse las manos no le había hecho sentir nada en absoluto, y en ese momento, aquel en el que crees que el alma se fue de tu cuerpo y ni siquiera eres capaz de expresar dolor, él sabía en el fondo de su pecho que quería sentir algo, lo que fuera, con quien fuera, solo por un segundo...
─D-dazai...─. Y entonces, quizá por mera coincidencia, una voz femenina llamó su atención, o más bien, a su nombre. Y él, tan curioso como sorprendido, pues estaba lo suficientemente metido en su cabeza como para no haber notado la presencia de alguien más. Dio media vuelta y abrió los ojos de par en par al ver a;
─_____...─.
Hubo unos segundos de silencio, sus miradas no se despegaron. Mas, por un momento, el castaño sintió que los ojos que le miraban lucían similares a los de alguien que él conocía, pero no supo averiguar quién, por qué, o cómo. Y aún así, decidió girar todo su cuerpo en su dirección, y dar un par de pasos.
Frente a frente, a un pie de distancia, mirándose a los ojos y sintiendo sus respiraciones lentas, la mano de la joven se alzó con suavidad hasta acariciar levemente la nuca del varón, y este, a quien se le aceleraba la respiración a cada segundo que pasaba, observó a sus costados y, luego de comprobar que nadie les veía, dio media vuelta hacia una puerta que había a su lado, y al hacerlo, le hizo una ceña a la menor, indicándole que cruzara.
Así, ella, aunque en un inicio pareció pensarlo, entró a aquel pequeño cuarto (en el que se guardaban productos de limpieza) y caminó hasta llega al fondo, alcanzando a avanzar breves pasos.
Al voltear hacia la puerta, notó cómo Dazai ponía el seguro, pero no se movió de su lugar o impidió nada. En cambio, esperó a que el varón fuera el primero en hablar.
Y ahí fue cuando, con ambas manos en el interior de los bolsillos de su pantalón, él se acercó a ella con una sonrisa notoriamente falsa adornando su rostro, y dijo las siguientes palabras, a un volumen bajo─. ¿Repetir lo del otro día, te parece bien?...─.
____ no logró evitar sobresaltarse, pero no tardó mucho más en decir algo.
─¿De-de... Pie?, ¿aquí?. ¿Cómo?─. Pues, no hay que olvidar, su experiencia en ello era casi nula.
─Tranquila─. Susurra él, a un tono amable que al mismo tiempo denota burla, como sí se riera del hecho de poner así de nerviosa a su acompañante que, hasta hace pocos días, no era más que una molestia─. Solo responde mi pregunta... ¿Te apetece?─. Por un instante, y a pesar que casi no hay luz que les rodee, los ojos del castaño parecen brillar.
─Ehm. Sí─. Murmura ella, desviando la mirada como sí fingiera desinterés a pesar de la respuesta que acaba de dar.
─Va─. Y entonces, él estampa bruscamente sus labios contra los suyos, y da inicio a un beso que no demora más de cuatro segundos en tornarse deseoso de más que sólo caricias.
Ahí, _____ rodea su cuello con sus brazos, y apegándole a ella, un cosquilleo recorre la parte baja de su espalda.
Finalmente, él baja sus manos deslizando estas por las caderas de la chica y, cuando ya se encuentra en el lugar indicado, habiendo llegado al centro de su pantalón, baja su cierre de una jalada, esbozando una sonrisa juguetona.
A partir de ese día sus 'encuentros' fueron cada vez más frecuentes y, sin embargo, fuera de ello, su relación seguía siendo exactamente igual a la de antes. Nadie en la Port-Mafia supo qué había entre ellos, así que no hubo ningún inconveniente por un tiempo, logrando así que se siguieran viendo a escondidas, y en diferentes lugares.
Su nueva... “relación” era algo realmente simple a decir verdad, no habría celos, no charlarían más de lo usual, no asumirían que eran 'más cercanos'.
Pues... Era solo sexo. ¿No?.
×🍭×👶🏻×🍭×Hii, ¿qué tal?. Espero que
les haya gustado. ❤️✨
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Missing [Dazai y tú] COMPLETO
Fanfiction[a d v e r t e n c i a; Sexo, humor negro]. ❝ Mi vida ya tenía un proposito para ese entonces, pero yo no me había enterado de ello. Varios años después, luego de que una amiga de la infancia se presentara repentinamente ante mí, lo supe. Kalem, mi...