37; Acércate

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❝Últimamente los colores se
ven más brillantes❞

Narra _____

La siesta que tomé acompañada de Dazai en la cama matrimonial de mi pequeño cuarto no debió durar más de media hora. El dolor estomacal podía conmigo, y aunque sabía que en cualquier momento debería tener que ir corriendo al baño, no estaba muy segura de sí realmente tendría las fuerzas para levantarme o no.

Notando lo sedienta que me encontraba, me tomó un par de expresiones adoloridas estirar mi cuerpo hasta la cajonera a un lado del colchón, agarrando con firmeza la taza que Dazai me había traído minutos atrás. Mas aún, luego de llevarmela a la boca, noté algo gracias a mi vista periférica.

En el suelo junto al cajón descansaba un recipiente profundo y de color anaranjado, tal que yo no había traído ni había visto a Dazai hacerlo tampoco. ¿Se habrá levantado a buscarlo luego de que me quedara dormida?...

Esa pequeña acción que supuse en el interior de mi cabeza no pudo evitar sacarme una sonrisa dulce que dejaba ver a mi dentadura. Y al depositar nuevamente la pequeña taza sobre mi mesita, volteé de manera instintiva hacia el hombre acostado a un lado de mi cuerpo, encontrandolo con la mirada. Sin embargo, él aún dormía.

Su cabellera siempre fue suave, como sí se tratase de un oso de felpa o un lindo algodón de azúcar. Por alguna razón, cuando solía acariciar su cabello por diferentes motivos años atrás, me recordaba a la sensación de beber un café con leche mientas mirabas llover a través de tu ventana, llevándome así a una necesidad tan relajante como bella. Y hoy, sus rulos castaños brillaban de manera delicada contra la luz amarillenta que se asomaba por la ventana de mi cuarto, teniendo la suerte de que la sombra golpeaba a sus bonitos ojos, permitiendole así seguir durmiendo.

Como cuando éramos niños, su cuello y brazos siempre eran rodeados por vendajes, cosa que aunque para muchos era realmente extraña a mí me resultaba atrayente.

Y sus manos... Su mano derecha cruzaba por debajo de su pecho para luego ser aplastada por su mejilla, sus nudillos estaban marcados, y podía divisar de manera suave algunas venas.

A pesar de que su altura fuera intimidante, el verle en esa postura y con una expresión tan pacífica llenaba mi corazón de calma.

Mas, fue únicamente cuando se movió que noté la cantidad de tiempo por el que le había mirado, y los pensamientos que habían recorrido mi cabeza. Aunque mis mejillas se ruborizaron, fue con su siguiente actuar que se tiñeron de un rojo intenso.

Medio dormido, sin despegar los párpados ni separar mucho sus labios, sacó la mano de debajo de su cabeza e hizo un pequeño movimiento, como sí intentase averiguar sí había alguien a su lado o no, claro, no parecía muy consciente de ello.

─Ah-cér... Cate...─. Balbucea, de manera casi inentendible.

Avergonzada y nerviosa, hago caso a su petición y me recuesto como poco antes de beber de la taza. Pero ya ahí aún hay varios centímetros de distancia entre nosotros, pues no me atrevía a acercarme más.

Entonces, él respira profundo, y se reacomoda aún con los ojos cerrados.

Noto por la forma en la que envuelve mi cadera con su brazo y oculta su rostro en mi cuello que el frío le invade lentamente, y a pesar de que esa es la razón por la que ahora me abraza, mi mente juega en mi contra.

E-esta posición...

Hace mucho que no tengo algún tipo de contacto así con ningún hombre, bueno, honestamente siempre estuve tan preocupada por cuidar bien de mi hijo que aunque tuve oportunidades nunca intenté nada con ningún otro, así que Dazai fue el primero y el último chico con el que me he besado, además de otras cosas...

Debía ser por eso que estar en esta situación me provocaba una mezcla tan confusa de sensaciones y sentimientos. P-pero...

─D-dazai...─. Murmuro, intentando ver sí hace con que sea el ademán de abrir los ojos. Entonces, giro mi cuello en su dirección, y abro la boca por unos segundos, sin saber exactamente qué decir. La poca distancia entre ambos me nubla cualquier pensamiento, nuestros rostros no están alejados más de tres centímetros del otro, y puedo sentir perfectamente a su respiración caliente chocar contra mis labios.

Sin embargo, cuando veo que comienza a abrir los ojos giro instantáneamente mi cuello, regresando mi vista al techo y haciendome la tonta por unos segundos.

Mas, mi expresión parece delatarme de una manera que no habría esperado:

─¿Mhm?...─. Siento su mirada en mi mejilla, pero no volteo a verle, pues conozco la distancia que nos divide y y no soy lo suficientemente valiente como para enfrentar cualquiera de las cosas que podría pasar sí opto por darme la vuelta, somos adultos después de todo─. ¿Necesitas ir al baño?...─. La forma en la que me habla, tan dulce y tan tranquila... Intento hablar, pero nada sale de mi boca. Entonces, veo de reojo como él baja la mirada, encontrándose con su brazo que aún envuelve mi torso, y hecho esto, se sobresalta y me suelta─. ¡L-lo siento!, no me di cuenta...─. Menciona, y cuando por fin le veo a la cara, pues ya se ha alejado un poco, esbozo una sonrisa tímida, como fingiendo yo tampoco haberme dado cuenta.

─Tr-tranquilo─. Calmo, a un volumen suave. Mis cejas fruncidas con vergüenza hacen juego con el cosquilleo incómodo en mis mejillas, y sin embargo intento parecer calmada.

Así, el castaño relaja su cuerpo, y asoma una sonrisa que me sonroja.

Dazai es tan... Lindo...

Curioso, mete su mano al bolsillo de su abrigo y saca rápidamente a su teléfono, encendiéndolo con la aparente intención de ver la hora.

─Ya son las tres...─. Murmura, aún mirando la pantalla. Le observo con algo sorpresa─. ¿Te apetece una sopa de pollo?, o quizá algo de arroz...─. Pero, a pesar de su pregunta, me quedo estancada en lo que ha dicho con anterioridad.

─¿Las tres?, tenía la sensación de haber dormido menos...─. Luego de un instante sin habla, vuelvo a abrir la boca─. N-no tienes que molestarte, puedo preparar algo yo─. A pesar de que realmente me apena que me atienda tanto, la sonrisa ladeada que asoma mientras inclina una ceja es su manera de decirme “sólo dime qué quieres comer” de manera burlesca, como sí se riera del yo estar avergonzada─. B-bueno... Una sopa de pollo...─. Elijo, hablando a un volumen bajo.

Dazai asiente frenético─¡vale!─ para luego sonreírme con amplitud, y levantarse de un salto.

Así, luego de un par de pasos, sale de mi habitación.

─Mhg...─. Y cuando los nervios se van, el dolor en mi estómago vuelve a hacer acto de presencia, e instantáneamente giro mi cuerpo hacia el recipiente a un lado de la cama.

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Missing [Dazai y tú] COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora