Año nuevo. Tenía un plan para año nuevo. Me había comprado unas cartas, un juego francés al que había jugado cuando había estado en el hospital de día. Mi intención, ante todo, era acercarme a mi familia, para eso lo había comprado. Sin embargo, el destino no siempre nos ayuda, o nosotros no somos capaces de expresar bien lo que se quiere, lo que significa para nosotros.
Hay momentos en nuestra vida que nos dan un antes o un después y el primer día del año lo fue para mí, en todos los sentidos.
Gritos. Locura. Peleas. Insultos. Todo aquello consiguió acabar con lo poco que había podido salvar a mi corazón de una destrucción completa. Me había bajado a la calle, con mis padres detrás y habían terminado llevándome a mi casa mientras analizábamos la situación.
Había perdido los estribos por una tontería, cierto, pero una tontería que significaba mucho para mí. Era un intento de acercarme a ellos, como ese niño pequeño que se acerca a otros intentando jugar con un juguete nuevo. Todo había terminado explotando por un comentario de mi madre, una forma en la que había respondido a mi tía y ella no había cesado de repetir una retahíla que yo ya sabía y no quería escuchar para evitar alimentar a aquella llama, pero sobre todo mi huida de la casa de mi tía fue la culminación. Pensaba que mis padres habían comprendido que me daba miedo ir sola por la calle, que no podía hacer grandes cosas de noche y aún así, allí estaba. Creían que iba a desaparecer. ¿Tantos años de terapia y de vida para nada? ¿No se suponía que si no puedes aguantar a alguien, que si ves que vas a explotar lo mejor es irse a dar una vuelta? ¿Por qué era la única que había alucinado con todo aquello?
Llevábamos como dos horas en nuestra casa y había llorado hasta casi perder el sentido. Mi pesadilla, la mayor de todas había estallado regalándome el peor regalo de principio de año de la historia. El dolor no había podido hacer gran cosa salvo terminar arrancando poco a poco mi corazón, ese corazón que necesitaba volver a nacer para componerse de nuevo.
Insulté, sí, lo hice, pero fui la primera en recibir insulto y eso me hizo comprender que no era nada más que una desconocida en una familia que había podido seguir sus vidas sin mí durante dieciséis años sin pretender conocerme mínimamente. Ahora, la burbuja había estallado y mis sensaciones se habían vuelto realidad. No era nada más que una persona de otra naturaleza. Era como un carnívoro viviendo en un bosque sin alimento. No había posible marcha atrás en todo aquello y me sorprendió saber que mis hermanos se habían quedado en casa de mi tía, que no habían regresado con nosotros.
Respiré profundamente y cuando sentí que el cansancio podía conmigo, simplemente me despedí de mis padres y me fui a dormir porque sabía que el día siguiente sería duro, difícil, y que después de todo, yo había sido la culpable por enfadarme por una tontería, pero todo se había escapado de mis manos ante sus respuestas tan impropias.
Me tomé un orfidal en un intento por calmar el dolor, por hacerme más fácil el descanso y por cerrar por fin el capítulo, el primer capítulo del año que no prometía demasiado.
Kyra.
Por favor, te pido toda la ayuda que puedas darme. Ha pasado lo que creí que no sucedería jamás a pesar de ser uno de mis mayores temores. He discutido con toda mi familia, uno tras otro y... ahora entiendo que no tengo lugar en el mundo. ¿No es evidente que todos me odian? ¿No es evidente que debo dejar todo pasar?
No hay nada. Estoy sola, completamente sola y no tengo fuerzas para enfrentarme otra vez a la subida.
¿Eres tú mi última respuesta o quizá seas la única?
Respóndeme...
Entonces lo sentí, lo comprendí, en sueños, igual que si algo hubiese hecho un gran cambio en mi mente, como si finalmente se hubiese producido una nueva conexión neurológica. Yo misma me había dejado arrastrar. Yo misma había perdido todo el control de mi vida y era hora, de una buena vez, que no pudiesen las circunstancias conmigo, sino al revés. Si quería hacer algo, lo que fuese, debía mostrarle al mundo que no estaba menos capacitada que los demás para ello, para vivir.
Las lágrimas se secaron con la madrugada. Mis hermanos llegaron sin que les oyese llegar. No sé qué hablaron, qué no, solamente sé que por una noche mis sueños no me mostraron pesadillas, es como si mi cerebro al fin hubiese tenido un respiro de su sueño profético y dormí, dormí y dormí hasta que me dolieron los huesos y los músculos de estar en la misma posición. Dormí hasta que el dolor volvió a despertarme haciéndome saber que la vida, tal y como había sido para mí, había terminado con este comienzo de año.
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Simplemente Kyra (Parte 1)
Non-FictionKyra ha conocido el dolor a una edad muy temprana. Con dieciséis años su mundo dio un giro radical cuando descubrió el lado oscuro de la salud mental. Ahora, a sus treinta intenta salir poco a poco demostrándose a sí misma que no hay nada que no pue...