Capítulo 101

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Entré en mi hogar. La soledad, el no poder despotricar, el no tener a nadie ni a nadie que me escuchase mandar al diablo al profesor hubiese sido una alegría de no necesitar precisamente a alguien que me diese un abrazo y me terminase aplaudiendo por lo que había hecho. En momentos como ese era en los que más extrañaba a Gustav y no tenía posibilidad alguna de ponerme en contacto con nadie para despacharme a gusto.

Si algo había aprendido durante toda mi vida era precisamente eso: no podía callarme lo que me carcomía porque terminaba destrozándome viva. Era como una herida sin lavar ni cuidar, que se termina infectando pues no hemos hecho nada para evitar que así sea.

Estaba molesta ante la idea de tener que aguantar los cambios en los demás y que los demás no pudiesen soportar los míos propios. La molestia llegaba a ser excesiva cuando pensaba en el egoísmo incomprensible de la humanidad frente a lo que se le obligaba a una persona con problemas a aceptar del resto. Era incomprensible que nos obligasen a ser diferentes enseñándonos sobre la propia naturaleza humana que provocaba que las personas fuesen deplorables por naturaleza. ¿Por qué no se enseñaba eso a las generaciones en los colegios o institutos? La ética como asignatura no servía para eso, ni de broma pues, a menudo, resultaba incomprensible o nosotros mismos ni tan siquiera prestábamos atención a esos valores.

Abrí el portátil y esperé a que se encendiese mientras me quitaba los zapatos y le quitaba la correa a Rochester para que corretease sin problemas por la casa.

Tenía un nuevo correo. Era de Livia. Había tardado varios días en escribirme, pero sabía que algo así sería difícil, muy difícil de hacer. Yo misma lo había intentado en varias ocasiones. A veces, el planteamiento podía resultar demasiado victimista. Otras demasiado desolador y sin esperanza alguna y, por otro lado, también existía la posibilidad de que fuese tan oscuro y pesimista que tu propia descripción y la de Satanás tendrían bastante poco de diferencia.

Buenas, Kyra.

He estado pensando en lo que me dijiste y creo que tienes toda la razón del mundo. Debo enfrentarme a intentar descubrir quién soy en realidad o, al menos, tener plena consciencia de cómo se supone que yo me veo, sea real o no. Ni tan siquiera tengo claro que todo esto tenga sentido y siento que no merece demasiado la pena, pero durante estos días he aprendido a apreciar que estés ahí, al otro lado y si tú crees que tienes que conocer también esa parte de mí, te lo diré.

Desde siempre he sido la niña gorda de la clase. No he pensado en ninguno que eso pudiese cambiarlo, ni tan siquiera sé porqué sigo engordando cuando es bastante evidente que no me gusta mi cuerpo y estoy rozando los cien kilos. Cuando me miro en el espejo siento repugnancia por todo lo que me refleja. Todo es demasiado grande, demasiado imperfecto, demasiado poco atractivo. No hay absolutamente nada que me guste de mí. Ni manos, ni pies, ni pelo... que es otro factor importante, estoy recubierta de él y cada vez que tengo que depilarme me dejan todo en carne viva. Con decirte que normalmente tengo que esperar una semana para poder hacer lo que sea después de la depilación...

Tengo gafas. Siempre he creído que eran un estorbo, pero no puedo vivir sin ellas. ¿Sabes lo que es ver siempre a través de una lente desenfocada? Pues es eso principalmente lo que me pasa. No distingo las figuras nítidas ni por mucho que entrecierre los ojos y por eso las gafas han terminado siendo una necesidad, más que esa moda estúpida de llevarlas ahora como complemento sin necesitarlas realmente.

He pasado muchas situaciones que me revuelven el estómago todavía. Te las contaría, pero me has pedido que te hable de mí misma, que te haga una descripción y aunque sé que lo más probable es que uno describiendo a alguien rellenaría páginas y páginas por la complejidad de la persona, lo único que yo puedo decirte es que me siento completamente inservible, inútil. No soy inteligente, no soy guapa, no tengo nada en lo que sea lo suficientemente buena... Soy una persona mediocre en un mundo donde solamente quienes saben sacar su máximo potencial consiguen algo en la vida.

Todo lo que veo en mí son defectos, uno tras otro. El inteligente de mi familia es mi hermano... Fíjate cómo será, hasta qué punto que aunque me hicieron a mí un examen para medir la inteligencia y fui de las que sacaron notas superiores a la media solamente recibía de mis padres que la lástima es que no se lo hicieron a mi hermano porque seguro que él también hubiese estado en la segunda ronda. ¿Lo consideras normal? Mi único hito. El único de mi vida y termina también eclipsado por alguien que ni tan siquiera estaba.

Oh, seguramente te preguntarás porqué digo todo esto. Es obvio. Mi hermano, el primogénito, es la estrellita de todo. Bueno en los estudios, bueno en los deportes, todo lo que hace parece que lo convierte en oro y siempre estoy bajo su sombra. Él no puede perder, él tiene que ganar porque si pierde no sabe llevarlo. Tiene esa tendencia de hacerme creer que todo lo que digo y expongo es una gilipollez (perdón por el taco), como si solamente lo que él dijese tuviese un mínimo de valía, como si el resto fuésemos seres inferiores en cuanto a su intelecto sobrehumano o algo parecido. Es egocéntrico, mucho y no soporto la forma en que me pisotea aunque lo haga sin darse cuenta. ¿Qué culpa tuve yo de haber nacido después que él y no antes? ¿Qué culpa he tenido siempre para que todo el mundo me odiase?

Siento que no encajo en la sociedad, que mis gustos no son comunes o no han sido nunca comunes a lo que se supone que tiene que gustarme. Ahora el ordenador es mi única vía de escape y ni tan siquiera sé si sirve para algo porque tengo problemas en las redes sociales cada dos por tres lo capullos que son. ¡Han hecho hasta una pequeña secta donde me odian y me ponen a parir! Me resulta tan patético como doloroso, cuando no hay motivos, cuando yo no era la culpable de sus idioteces, porque fue solamente su culpa...

Dime, Kyra... ¿crees que algo de todo esto puede tener solución? ¿Crees que el odio que existe entre el mundo y yo de forma recíproca es salvable de alguna forma?

No sé si me salí del tema, pero espero que no te importe que haya intentado desahogarme y explicar lo que siento cada día.

Un abrazo.

Leer su correo hizo que sintiese miedo por un instante. ¿Qué hubiese escrito yo tiempo atrás? Seguramente algo tan parecido a eso... Un sudor frío empezó a deslizarse por todo mi ser y me pregunté hasta qué punto dos personas podían haber sentido lo mismo, podían odiarse de la misma forma a sí mismas y no entre ellas... Las probabilidades quizá eran más grande de lo que imaginaba, pero empezaba a sentirme como si estuviese hablando conmigo misma años atrás.

Simplemente Kyra (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora