Hoy, por primera vez desde hace mucho tiempo, no me despierto cubierto en sudor por las pesadillas que me asaltan cada noche. Pese al permanente dolor que me produce la unión del brazo de metal con mi cuerpo, hoy me despierto con la agradable sensación del sol dándome en la cara, un agradable contraste con el frío que siempre siento. El vago recuerdo de lo que he soñado me da vueltas por la mente, estaba tumbado en un prado, leyendo un libro mientras Steve dibujaba el paisaje a nuestro alrededor.
Steve.
Ayer recordé a Steve.
Eso no fue un sueño, ¿verdad?
Salto de la cama corriendo y voy hacia el salón. Necesito verlo ya. Necesito asegurarme de que lo que pasó ayer no ha sido un producto de mi imaginación. Atravieso el salón, que está vacío, mientras una creciente sensación de inquietud se instala en mi pecho. Por favor, por favor, que sea real, que esto sea real.
Justo en ese momento veo a Steve salir de la cocina, con una taza de café en cada mano. Una sonrisa se instala en mi rostro de inmediato y parte de la presión de mi pecho desaparece.
- Buenos días Bucky ¿Qué tal has dormido? Después de todo lo de ayer debías de estar muy cansado.
Me relajo de inmediato. No me lo he inventado, lo de ayer pasó de verdad.
- Pues… la verdad es que he dormido bien, por primera vez en mucho tiempo no he tenido pesadillas.
- Me alegro. He preparado el desayuno, estaba a punto de ir a despertarte -dice tendiéndome una de las tazas.
- Gracias -me doy cuenta de que en la mesa ya hay un paquete de las que, ahora recuerdo, son mis galletas favoritas.
- De nada.
Nos sentamos en silencio en el sofá. Todavía no consigo acostumbrarme a poder hablar cuando quiera, a pedir cosas y a hacer lo que quiera sin que alguien vaya a castigarme por ello. En Hydra las palabras a destiempo nunca eran bien recibidas. Por eso no soy yo quien inicia la conversación.
- Bueno y, después de lo que recordaste ayer, ¿tienes alguna pregunta? ¿Puedo ayudarte con algo? No sé muy bien cómo hacer esto pero, si puedo hacer algo por tí, lo que sea, tú solo dímelo.
La pregunta que lleva rondando mi mente desde ayer sale de mis labios sin previo aviso.
- ¿Cómo puede ser que estés vivo? Ellos… Ellos dijeron que habías muerto -trago saliva. El solo recuerdo del día en que me informaron de su muerte me duele-. Dijeron que habías estrellado un avión en el Ártico, que habías estrellado el avión contigo dentro. Hydra me dijo que estabas muerto.
- Es una larga historia. No sé ni por dónde empezar -suena derrotado, dolido.
- ¿Que tal por el principio? -sugiero tratando de aliviar un poco el ambiente. Él se queda pensativo un rato.
- ¿Te apetece dar una vuelta? -su súbito cambio de tema me sorprende y estoy a punto de rogarle que responda a mi pregunta cuando sigue hablando- Creo que ya sé cómo explicártelo.
- Claro -contesto confuso- ¿A dónde vamos?
- Al museo -sonríe con tristeza-. Al Smithsonian.
~
El museo, visto desde fuera, es enorme. Sigo sin entender que hacemos aquí, en Washington, a donde hemos tardado casi tres horas en coche en llegar, pero, cuando Steve entra siguiendo un rumbo concreto, lo sigo sin hacer comentarios.
- Antes me has preguntado cómo es posible que no muriese. Dijiste que Hydra te contó que había muerto tras estrellar un avión, ¿verdad?
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Hasta el final
Fanfiction"¿Me había recordado?" Hace dos días Steve estuvo a punto de morir. No pudo hacer nada para evitar caer de la nave pero Bucky, su mejor amigo, le sacó del agua. El único problema es que Bucky no recuerda a Steve, ¿o sí?