Capítulo 32

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Hace apenas una semana que empecé a recordar y cada vez tengo las cosas más claras. Lo mejor de todo es que, cada nuevo recuerdo, puedo compartirlo con Steve y entonces pasamos horas sentados hablando. Me encanta hablar con Steve, aunque a veces me cueste empezar a hablar él siempre hace que todo sea fácil, cómodo y agradable. Con él siempre me siento a gusto. Hace un par de días, durante una de esas largas charlas, Steve me contó que Peggy seguía viva y que él la visita a menudo, todas las semanas.

Hacía años que no sentía esa sensación de celos, de envidia, de impotencia porque el hombre del que llevo enamorado desde que era casi un niño está enamorado de alguien que no soy yo. Steve quiere a Peggy y, ¿cómo no iba a hacerlo? Ella era fuerte, decidida y, además, muy guapa. Yo nunca podría compararme con ella, pensé esa noche en la soledad de mi habitación mientras miraba con repulsión mi brazo de metal. ¿Cómo iba él a fijarse en mí si la tenía a ella? Además, yo no puedo quererlo, eso es algo que, simplemente, no puede ser. Así nos lo enseñaron de pequeños y estoy seguro de que Steve se horrorizaría si supiese la mitad de todo lo que siento por él. Por eso no puedo dejar que se entere nunca, porque prefiero ser su mejor amigo mientras él se enamora de cualquier mujer, que ser apartado totalmente de su vida ahora que es lo único que me queda.

Hoy estoy de nuevo en la base, aunque últimamente no tengo mucho que hacer. Me limito a sentarme en algún sitio a la espera de que Steve termine lo que está haciendo o a que vuelva, si es que ha tenido que salir cómo hoy. A veces paso el tiempo paseando por la base, me encanta poder observar toda la tecnología que se guarda entre estas grandes paredes, pero a Tony no le hace ninguna gracia que pasee a mi aire por sus instalaciones así que me tiene vetada la entrada a la mayor parte de la superficie.

Mortalmente aburrido, voy a la sala de reuniones en busca de Natasha, a la que encuentro revisando unos documentos.

- Pareces aburrido -me saluda.

- Bastante -asiento escueto.

- ¿Hoy no tienes nada nuevo que recordar?

- No -contesto algo abatido-. No todos los días recuerdo algo, a veces no tengo más que imágenes borrosas e inconexas.

- No te presiones demasiado, has avanzado mucho. Ni te imaginas lo contento que está Steve, nunca lo había visto tan animado como ahora. Sigue cargando muchas responsabilidades sobre sus hombros, pero últimamente está diferente, más aliviado, y sospecho que es gracias a tí.

Las palabras de Natasha hacen que me inunde una sensación cálida. La simple idea de que yo haya ayudado a que Steve sea, al menos, un poco más feliz hace que yo mismo lo sea.

- ¿Sabes qué? Que le den a esto. Me voy ya a casa, y ya de paso te llevo a ti también.

Pienso durante unos segundos si debería aceptar o esperar a que Steve vuelva, pero, si Natasha se va a ir ya, yo no tengo nada que hacer aquí. Decido aceptar su propuesta y mandarle un mensaje a Steve con el móvil que me regaló hace poco diciéndole que estaré en casa para que no pase por la base a por mí.

- De acuerdo -digo siguiendo a Natasha fuera de la sala en dirección a su coche.

No tardamos en llegar a casa, me despido de Natasha y, tras darle las gracias por traerme, salgo del coche y llego al portal. Subo las escaleras mientras busco las llaves en mi bolsillo. Las encuentro cuando ya he llegado arriba y voy a meterlas en la cerradura cuando la puerta se abre sola. La estudio con atención, alguien ha forzado la cerradura y, en cuanto me doy cuenta, me aparto de la entrada y escucho con atención tratando de averiguar si aún habrá alguien dentro. Como todo está en silencio decido entrar.

Recorro rápidamente el apartamento hasta que me aseguro de que no hay nadie. Cuando acabo de revisar hasta debajo de las camas vuelvo al salón, donde quién quiera que haya entrado ha sacado todos los cajones de su sitio y ha tirado su contenido por el suelo. Me siento en un rincón incapaz de pensar con claridad, no sé qué hacer y estoy empezando a alterarme. Estoy tentado de llamar a Steve y pedirle que venga, pero tengo miedo de interrumpir algo importante. Ahora mismo solo puedo pensar en Hydra. Porque es evidente que han sido ellos quienes han entrado, ¿quién podría ser si no? No quiero que me vuelvan a atrapar. No puedo permitir que me hagan olvidar de nuevo, no ahora, no después de haber recordado a Steve. Simplemente no puedo. Inconscientemente me agarro el brazo izquierdo, con fuerza, como si así pudiera hacerme sentir algo en él. Lo odio, y odio a Hydra por todo lo que me hicieron, preferiría morir antes que permitir que me vuelvan a llevar con ellos.

Respiro hondo tratando de calmarme y decido enviarle un mensaje a Steve pidiéndole que venga en cuanto acabe. No lo llamo, no quiero que le moleste y se enfade conmigo, pero un mensaje está bien, ¿no? Lo envío antes de darle demasiadas vueltas y espero a Steve sin moverme de donde estoy.

No han pasado ni veinte minutos cuando Steve llega a casa, aún vestido con el traje de Capitán América, supongo que debía estar en medio de una misión. Sus ojos escrutan la habitación, evaluando la situación, hasta que se topan conmigo y se acerca a grandes zancadas .

- ¿Estás bien? -son las primeras palabras que, con preocupación, salen de su boca. Me sorprendo, esperaba que estuviese enfadado por haberlo molestado.

No puedo más que asentir levemente mientras Steve vuelve su mirada de nuevo al estropicio que hay ahora en su salón.

- ¿Estabas aquí cuando entraron? -no me mira, pero lo noto tenso.

- No -me apresuro a aclarar-, cuando yo llegué ya estaba todo patas arriba.

- Menos mal -dice más para sí mismo que para mí.

Sus hombros se relajan y se pierde en el resto de las habitaciones buscando algo, una pista de quién ha entrado. Revisa hasta el último centímetro antes de volver al salón, dándose por vencido. Yo me he levantado y lo espero de pie.

- Bueno, fuese quien fuese, se ha ido cómo ha venido, sin nada -comenta mientras se apoya en la pared junto a mí-. Cambiaremos la cerradura y todo arreglado, ¿de acuerdo?

Sé que no lo piensa de verdad, sé que, en cuanto pueda, empezará a buscar al responsable de esto. Entiendo por qué no comparte conmigo lo que realmente piensa, pero me duele que me deje fuera.

- Sabes tan bien como yo quién ha sido -digo sin mirarlo. Mi voz suena más borde de lo que pretendía.

- No tienen por qué haber sido ellos, probablemente tan solo haya sido un ladrón -intenta convencerme sin éxito.

- ¿Y no se ha llevado nada? No Steve, ha sido Hydra, saben que estoy aquí -no lo digo, pero sé que esto ha sido culpa mía. Me buscaban a mí-. Estando aquí te pongo en peligro a tí también.

- Me da igual -grita de repente separándose de la pared.

Yo retrocedo instintivamente, pero Steve da un paso en mi dirección. Coge mi rostro entre sus manos mientras yo me quedo inmóvil.

- Me da igual -repite más calmado, mirándome fijamente-. Ya te lo dije, no voy a dejar que nadie, y mucho menos Hydra, te separe de mí de nuevo. No después de todo lo que me ha costado recuperarte.

El corazón me da un vuelco y soy incapaz de contestar con palabras. Las lágrimas que llevo un rato conteniendo amenazan con desbordarse, pero lo impido, no puedo dejar que Steve me vea más débil de lo que ya lo ha hecho.

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora