Capítulo 43

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Estoy sentado sobre la cama de mi nueva habitación, ya hace varias horas que me han trasladado desde la habitación del hospital. Mi nueva habitación es un poco más grande que la anterior pero tampoco tiene ventanas. Hay dos camas iguales separadas por una mesilla de noche, así que supongo que compartiré la habitación con Steve. Me gusta esa idea, no quiero estar solo después de todo lo que ha pasado y su presencia siempre me calma.
Hace ya mucho tiempo que salió y aún no tengo noticias suyas, espero que todo haya ido bien. Sé que es capaz de cuidarse solo, pero no puedo evitar asustarme pensando que puede que le haya pasado algo. Igual Hydra estaba allí esperándolos. Estoy a punto de levantarme para ver si alguien tiene noticias suyas cuando alguien llama a la puerta.
    - ¿Sí? -pregunto.
    - Bucky, soy Steve
    - Pasa -respondo mientras siento una oleada de alivio al saber que está bien.
Él entra en la habitación y no puedo dejar de notar la enorme sonrisa que ocupa su cara. Desde que me encontró en Rusia apenas lo he visto sonreír, menos aún desde el ataque.
    - ¿Buenas noticias? -pregunto intrigado por el motivo de su repentino cambio de ánimo.
Steve asiente con ganas mientras se deja caer frente a mí en la otra cama.
    - En la base no había nada, pero hemos descubierto que Hydra ponía chips localizadores a sus soldados. Tony está trabajando para descubrir a qué coordenadas enviaban los chips la señal y así poder localizar la base de Hydra de la que salieron.
Steve parece esperanzado, pero a mí una idea me paraliza.
    - Sí tenían chips… ¿no vendrá Hydra hasta aquí? -la sola idea me aterra.
    - No, tranquilo. Los chips se desactivan automáticamente tras la muerte del soldado, y Tony se ha ocupado de que no puedan volver a activarlos.
Suspiro más tranquilo
    - Siento haber llegado tan tarde, estábamos ocupándonos de los chips. ¿Quieres que vaya a por la cena? Hoy aún no he comido nada.
    - ¿Vas a cenar aquí conmigo? -quisiera preguntarle si va a dormir aquí, pero no me atrevo.
    - Claro. Ahora volvemos a ser compañeros de habitación, cómo antes. Veo que ya has elegido cama -comenta en tono ligero.
    - ¿Prefieres esta? -pregunto de inmediato, quiero que se sienta cómodo conmigo, no que se quede por obligación- Porque puedo cambiártela.
    - Tranquilo, me da igual. Solo era una broma -asiento y Steve se levanta-. Voy a husmear por las cocinas -declara recolocándose la camiseta-. No tardo en volver.
Asiento y él sale al pasillo.
Me quedo mirando a la que ahora es su cama, contento de que vaya a dormir conmigo, pese a que no puedo evitar sentirme una molestia de nuevo al pensar que va a cenar aquí conmigo cuando podría estar con sus amigos. No sé cómo, pero siempre consigue hacerme sentir especial, querido. Igual por eso lo quiero tanto, porque es bueno y amable pero más fuerte de lo que yo podría soñar con ser, y nunca he conocido a nadie cómo él.
La puerta se abre entonces y aparece un carro metálico con dos bandejas de comida. Steve hace su aparición tras él.
    - He vuelto -anuncia-. No es precisamente un menú cinco estrellas, pero te prometo que es comestible.
    - He comido cosas peores -digo al recordar la “comida” que me daba Hydra.
Steve ve el cambio en mi expresión.
    - ¿Un mal recuerdo?
Asiento levemente pero me encojo de hombros quitándole importancia al tema.
    - Cenemos, ¿vale? Me muero de hambre
    - Claro -dice pasándome una bandeja y cogiendo la otra- Que aproveche.
    - Igualmente.
Pruebo la comida y me sorprende constatar que está mucho mejor de lo que esperaba. Supongo que el hecho de que llevo horas sin comer hace que todo me parezca un manjar.
    - ¿Dónde estaban las cocinas por cierto? No he visto mucho más que el hospital y esta habitación.
    - En el primer piso, el que está más cerca de la superficie. Incluso hay un tragaluz que ilumina una zona, es el único punto de luz natural que he visto en toda la base.
    - Si las cocinas están en el primero, el hospital en el segundo y nosotros en el cuarto, ¿que hay en el tercero?
    - Salas con ordenadores y pantallas, laboratorios… Parece la zona de trabajo real de todo este sitio.
    - ¿Es allí dónde estabais trabajando con los chips?
Steve asiente con la boca llena de comida.
    - Aunque lo que hacíamos era más bien mirar a Tony y a Bruce trabajar.
    - Parece que hacen un buen equipo.
    - Sí, pero los dos son igual de cabezotas y les obsesiona tener la razón. Creeme, no quieres estar cerca cuando discuten sobre ciencia. Al final hemos decidido dejarlos solos, no estábamos ayudando mucho. Más bien lo contrario.
Unos golpes secos en la puerta cortan nuestra conversación. Steve se levanta de inmediato dejando de lado su bandeja ya vacía y se acerca a la puerta.
    - Soy Sam -anuncia una voz desde el otro lado.
Steve abre la puerta y se apoya en el marco dándome la espalda
    - Hola Bucky, ¿cómo estás? - pregunta Sam desde el pasillo.
Me sorprende que pregunte por mí, pensaba que sólo vendría a ver a Steve.
    - Mejor, gracias -digo con timidez.
    - Me alegro. Venía a ver si habías acabado de cenar para llevarme vuestra bandeja, iba a subir mi bandeja y la de Nat y así aprovecho el viaje.
    - Gracias Sam -dice Steve mientras coloca las cosas de nuevo en el carrito y se lo da.
    - De nada. Buenas noches.
    - Hasta mañana.
Steve cierra la puerta y yo bostezo. Él sonríe levemente.
    - ¿Ya tienes sueño?
    - Un poco -confieso-. Bueno, bastante en realidad.
    - Yo también estoy agotado. Por cierto, tengo una buena noticia. por fin tenemos ropa de cambio -dice triunfante.
Sin darme más información, se dirige al armario que hay en un lateral de la habitación y lo abre. Saca dos pares de pantalones negros y dos camisetas también negras. Todo parece de la misma talla.
    - Shield nunca ha destacado por su creatividad -dice lanzándome un par de pantalones y una de las camisetas.
Los cojo al vuelo.
    - ¿Prefieres esta? -bromea enseñándome su camiseta, que es idéntica a la mía.
Niego con la cabeza con un atisbo de sonrisa y empiezo a ponerme la ropa limpia. Cuando voy a ponerme la camiseta veo que Steve ya está totalmente cambiado.
    - Qué rapidez -comento.
    - Puede que tenga casi cien años, pero te aseguro que no he perdido vitalidad -contesta mientras se mete en la cama-. Tú, en cambio, no puedes decir lo mismo. Así que será mejor que durmamos ya -bromea
    - Buenas noches Steve.
    - Buenas noches Bucky.
Steve cierra los ojos y yo me tapo con la colcha. Me quedo mirando a Steve como si esperase que fuese a desaparecer. Cuando me convenzo de que seguirá aquí cuando me despierte, cierro los ojos y me quedo dormido.

~

Ruido. Confusión. Humo. Polvo. No sé dónde estoy, pero algo me incita a correr. Delante de mí, a la derecha, estalla una bomba. Me acerco al cráter que ha dejado en el suelo y lo que veo hace que me derrumbe. Steve, tirado en el suelo. Lleno de sangre. Muerto.
No. No. No.
No puede estar muerto.
Me falta el aire. Me ahogo.
Me arrodillo junto a su cuerpo inerte buscando un pulso que no encuentro.
Steve no puede estar muerto.
Lloro. Grito.
No puede hacerme esto. No puede abandonarme.
Me derrumbo clamando su nombre.

~

    - ¡Bucky!
Abro los ojos de golpe con el corazón en un puño. Noto las mejillas húmedas y la respiración irregular. Cuando veo a Steve, vivo, arrodillado junto a mi cama los ojos se me llenan de nuevo de lágrimas.
    - ¿Estás bien? -niego con la cabeza, incapaz de hablar- ¿Una pesadilla?
Asiento y Steve no me pregunta nada más. Se levanta del suelo y, sentándose en el borde de mi cama, me rodea con sus brazos. Yo escondo la cara en su pecho, incapaz de contener las lágrimas. Me repito a mí mismo que solo ha sido un sueño. Que Steve está aquí conmigo. Pero no consigo eliminar de mi mente la imagen de su cuerpo sin vida y sollozo con más intensidad. Steve lo nota y me acaricia el pelo con una mano mientras me pasa la otra por la espalda.

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora