Capítulo 33

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Llevo al menos diez minutos sentado en el coche frente al apartamento, con las manos aún en el volante, pensando. Después de lo que pasó ayer, he decidido volver antes a casa antes de comer para poder pasar la tarde con Bucky, no quiero que tenga que pasar demasiado tiempo solo. Me preocupa que quien quiera que entrase ayer vaya a volver. Me preocupa que Hydra al fin nos haya localizado, pero me prometo a mí mismo que protegeré a Bucky con mi vida si es necesario. Como le dije ayer, no voy a permitir que nadie lo separe de mí de nuevo.

Hoy se lo he contado a Natasha, que no ha tardado ni dos minutos en afirmar que ha tenido que ser Hydra. Desde que encontré a Bucky, Hydra aumentó notablemente sus ataques, aunque seguían siendo casos aislados, pero hace aproximadamente una semana cambiaron su modus operandi, no solo son más frecuentes, sino que ahora parecen estar más organizados y mejor planeados. Es evidente que se están preparando para algo gordo, y no puedo evitar pensar que eso tiene que estar relacionado con el hecho de que alguien haya entrado en mi apartamento.

Recuerdo lo que ha dicho Natasha, ha sugerido que nos mudemos a la base, pero por ahora lo he rechazado. Sé que no es un lugar en el que Bucky se sienta cómodo, así que dudo que sea buena idea obligarlo a ir ahora que por fin parece haberse acostumbrado a vivir en el apartamento.

Espero sinceramente que estemos equivocados respecto a Hydra, porque sé que, si al final resulta que están organizando algo, Bucky acabará involucrado de alguna manera, y me niego a aceptar eso.

Miro hacia mi edificio a través de la ventanilla y decido que debo subir ya. Intento desterrar todo rastro de preocupación de mi rostro porque no quiero que Bucky tenga más motivos para preocuparse. Sé que, aunque intente ocultarlo, no está tranquilo desde ayer, así que hoy me toca ser fuerte por los dos.

Finalmente consigo salir del coche. Subo las escaleras lentamente, intentando alargar este momento eternamente. La escalera, evidentemente, se acaba, y yo me encuentro ante la puerta con las llaves en la mano. Convoco y mi mejor sonrisa y entro con aplomo, dispuesto a hacer que hoy sea un buen día. La imagen que me encuentro tras abrir la puerta me rompe el corazón. Bucky se encuentra cerca de la ventana que da a la escalera de incendios, en posición de ataque, pero en sus ojos se adivina el miedo que siente en este momento, probablemente por culpa mía, que he entrado sin avisar. No le dije que había salido pronto, así que supongo que no me esperaba hasta dentro de varias horas.

Sus hombros se relajan en cuanto me reconoce.

- Lo siento -digo con voz suave-. Tendría que haberte avisado de que hoy llegaría antes.

- No pasa nada -dice acercándose un poco a mí, ya más relajado.

- ¿Tienes hambre? -pregunto, arrepintiéndome todavía de haber hecho que Bucky pasase un mal rato.

- Un poco -asiente en mi dirección.

- Pues siéntate un rato, voy a hacer la comida -sonrío intentando transmitirle tranquilidad.

Él trata de imitar el gesto y se sienta en el sofá mientras yo entro en la cocina.

Menos de media hora después pongo la mesa y vuelvo con un plato de pasta en cada mano. Los dejo sobre la mesa mientras Bucky me observa con atención.

- Te presento la especialidad de la casa, spaghetti carbonara -intento, sin éxito, animar un poco el ambiente.

- Está rico -murmura cuando prueba su plato.

- Por supuesto que está rico -finjo indignarme. Bucky, por su parte, finge una sonrisa.

Seguimos comiendo en silencio y, por primera vez, es un silencio incómodo. Es evidente que Bucky no está tranquilo y yo empiezo a pensar que, quizá, la sugerencia de Natasha de vivir en la base no sea tan mala idea.

- Bucky -él levanta la cabeza y me presta atención-. Si no te sientes seguro aquí, podríamos mudarnos a la base, temporalmente -añado.

- No -contesta de inmediato-. Quiero decir que gracias, pero no. Yo solo... estaba asustado porque tú te habías ido y, ya sé que fui yo el que quiso quedarse, pero no he podido dejar de... mirar a todos lados esperando que entrase alguien a... ni siquiera sé a qué. Simplemente, no me vuelvas a dejar solo, por favor, no tanto tiempo -una sensación extraña, cálida, me inunda al darme cuenta de hasta que punto me necesita.

Suena angustiado y a mí se me encoge el corazón al imaginarlo toda la mañana solo, asustado, imaginando de mil formas diferentes como Hydra entraba y lo capturaba otra vez. Parece increíble que la persona que está sentada conmigo hoy sea la misma que ayer me consolaba. Este Bucky, asustado y vulnerable, no se parece nada al Bucky al que estoy acostumbrado. No es que le falten motivos para estar asustado, pero él siempre fue el fuerte, el que no tenía miedo, el que me calmaba cuando estaba asustado. Me cuesta asumir que ahora soy yo el que debe cumplir ese papel.

- Tranquilo, no pienso volver a hacerlo. Te juré que te protegería, y eso pienso hacer.

Él baja la mirada, sin saber que contestar.

- Podríamos salir esta tarde -intento cambiar de tema-. Si quieres podemos ir al zoo -sugiero a sabiendas de que a Bucky siempre le han gustado los animales.

- Hace años que no voy al zoo, ¿que clase de animales hay? -su voz tiene un matiz de ilusión.

- Tendremos que ir para averigüarlo -sonrío.

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora