Capítulo 50

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Tras el estupendo desayuno, que hemos compartido todos en una de las salas comunes, volvemos a la habitación. Creo que, sabiendo que esta noche partimos a la base de Hydra, se han esforzado en hacerlo, de alguna manera, especial. Mejor quizá, aunque sólo sea porque ha sido el primero que compartimos todos sin peleas ni discusiones.
Bucky cierra la puerta a nuestras espaldas y se acerca a la cama dispuesto a dejarse caer en ella como si no hiciese apenas una hora que nos hemos levantado.
    - Entonces, ¿esta noche empieza todo? -pregunta.
    - Así es. Hoy ponemos el plan en marcha.
    - ¿De verdad la idea es atacar su base? -pregunta cauto-. ¿No es demasiado arriesgado? Ya hemos visto todos lo que Hydra es capaz de hacer...
    - Es nuestra mejor opción, puede que la única. Luchar en su territorio nos pone en desventaja, es cierto, pero no esperarán que seamos nosotros los primeros en golpear. Creen que nos tienen acorralados desde el último ataque, se han confiado y ahora los atacaremos por sorpresa.
    - Entonces será mejor que nos preparemos -dice con aplomo.
    - ¿Nos? -pregunto esperando haber oído mal- Tú no vienes con nosotros.
    - Esta también es mi lucha, no pienso quedarme de brazos cruzados -se resiste.
    - Ni loco te dejaré venir con nosotros. Estás herido -digo cruzando los brazos con energía.
    - No hablas en serio -dice.
    - No voy a permitir que luches en estas condiciones. Podría pasarte cualquier cosa y esta vez puede que no vivas para contarlo -la mera idea me altera más de lo que creía posible-. ¿Que se supone que tengo que hacer yo si te pasa algo? Ya te perdí una vez, no pienso arriesgarme a hacerlo de nuevo. No podría soportarlo.
    - Siempre dices lo mismo -me ladra mientras se pone en pie y aprieta los puños con rabia -, pero podrías seguir viviendo perfectamente. Estás rodeado de gente que te quiere. Yo no soy tan importante.
Sus palabras, escupidas con la fuerza de una bala, me duelen. ¿De veras cree que podría olvidarme de él sin más? Después de todo lo que hemos pasado, ¿aún no lo entiende? Sus palabras me han dejado un hueco en el pecho y mi boca forma una respuesta antes de que me dé tiempo de pensarla.
    - No podría seguir viviendo porque a ellos no los quiero como a ti. No es de ellos de quien estoy enamorado.
Bucky, que estaba preparado para replicarme, se queda callado de forma tan repentina que el súbito silencio me sorprende. El eco de mi confesión aún flota entre los dos y, aunque sé que lo he fastidiado todo, aunque sé que ahora me odiará, aunque sé que se apartará de mí, no retiro lo que he dicho. No trato de corregirme. No añado nada más porque ya lo he dicho todo, todo lo que tenía que decirle para poder ser por fin totalmente sincero con él.
    - ¿Qué has dicho? -pregunta en un susurro, una eternidad después.
Inspiro con fuerza tratando de recuperar el aplomo que he perdido poco a poco. Juraría que su cara está ahora más pálida, por la sorpresa, supongo. Puedo ver su mente trabajando a toda velocidad, tratando de comprender y, por un momento, me planteo mentir, fingir que me ha oído mal, que solo ha sido un malentendido, pero lo descarto de inmediato. Estoy cansado de vivir mintiéndome hasta a mí mismo. Por eso tomo aire de nuevo.
    - He dicho -trato de hacer que mi voz suene firme, sin rastro del nerviosismo que me recorre por dentro- que estoy enamorado de ti. Estoy enamorado de ti y por eso no puedo permitir que te pase nada.
Espero su respuesta, asustado por su reacción, aunque me siento más ligero después de haber soltado ese peso por fin. Espero que me grite, que se vaya, que me odie, pero nada me habría preparado para lo que dice a continuación.
    - Entonces… -dice eligiendo las palabras con cuidado- si lo que dices es cierto, entenderás por qué yo no puedo permitir que te arriesgues a ir solo. Entenderás hasta que punto me aterroriza que pueda pasarte algo.
¿He oído bien sus palabras o estoy malinterpretando todo? Porque eso no es posible, ¿verdad?
    - ¿Eso quiere decir que tú…? -no soy capaz de terminar la frase, de materializar en palabras mi deseo más profundo y egoísta.
    - Eso quiere decir que yo también estoy enamorado, desde mucho antes de lo que puedo recordar. Eso quiere decir que te quiero demasiado para dejar que te vayas a luchar sin estar a tu lado para guardarte las espaldas y asegurarme de que vuelves a casa conmigo -su mirada se desvía hacia el suelo antes de que acabe de hablar, pero ya no aprieta los puños con fuerza y un evidente sonrojo le cubre las mejillas. Yo estoy demasiado incrédulo para moverme, esperando despertarme de pronto de este sueño.
Nos quedamos de nuevo en silencio, porque no sabemos qué decir ahora que ya lo hemos dicho todo, porque nos sabemos qué hacer ahora que hemos descubierto todas nuestras cartas, porque tememos que la realidad se rompa a nuestro alrededor si alguno abre la boca.
- Entonces preparémonos, tenemos una batalla por librar -Bucky levanta la vista hasta que nuestros ojos vuelven a encontrarse y asiente con energía. Yo siento la necesidad de decirle algo más, de decirle todo lo que he sentido los últimos días, de enseñarle cuánto lo quiero, pero decido que no es el momento ni el lugar y esa frase es la única manera que se me ocurre de demostrarle que lo entiendo, que acepto su preocupación por mí.
- Tenemos una batalla que ganar -me corrige, con fiereza.
    - Bucky -agrego acercándome más a él cuando está a punto de apartarse-, Cuando todo esto acabe, déjame confesarme de nuevo. Te prometo que será mejor que esta vez -le pido, solo medio de broma.
    - Después de sesenta años no creo que unas horas más vayan a matarme, pero espero algo a cambio -trata de bromear, con la incredulidad bailando aún en sus ojos.
Da un paso más hacia mí hasta que apenas nos separan unos centímetros. No puedo evitar fijarme en su boca, en sus labios suaves, en la barba de dos días que cubre su mentón y que, de repente, siento la necesidad de acariciar con la mano. Él parece pensar algo similar, porque su mano derecha, la buena, me recorre toda la mandíbula hasta el pómulo. Yo cojo su otra mano, la de metal, la que sé que odia con toda su alma, y la coloco sobre mi cintura mientras entrelazo mis dedos con los suyos. Él mira el lugar donde se juntan y luego vuelve a mirarme a mí, como si no comprendiese por qué lo he hecho, como si no se diese cuenta de que cuando dije que le quería me refería a todo él. A sus partes buenas y a aquellas que odia de sí mismo. A las luces y a las sombras. Sé que no es algo que pueda explicarle con palabras, sino algo que debo demostrarle con hechos. Por eso me acerco más, afianzando mi agarre y me inclino hacia él hasta que nuestros labios se encuentran. Por eso acaricio sus labios con los mios poniendo en ese gesto todo el amor que llevaba años guardando sin saberlo. Su mano se desplaza de mi cara a mi pelo, acercándome aún más a sus labios, como si no tuviera suficiente. Su boca me reclama con ansia y yo estoy encantado de complacer todos sus deseos. Mis manos ascienden por su pecho mientras las suyas lo hacen por mi espalda y entonces, alguien llama a la puerta.
    - ¿Si? -pregunto separándome tan solo lo estrictamente necesario.
    - Preparaos soldados. Tenemos que estar listos en una hora -nos informa la voz de Natasha desde el pasillo.
    - Cuenta con ello -contesto mientras trato de acompasar mi respiración agitada.
Oímos sus pasos alejarse por el pasillo hasta que el silencio vuelve a envolvernos. Solo entonces dejamos de mirar la puerta.
Apoyo mi frente contra la de Bucky y lo rodeo con los brazos.
    - ¿La última batalla? -pregunto.
    - ¿La última batalla? -promete

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora