Capítulo 19

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Con lentitud me posiciono detrás del escritorio que se haya al fondo de la estancia y, sin sentarme, apoyo las manos sobre él.

- ¿Aún no habéis conseguido nada? -y más que una pregunta es una afirmación. No entiendo por qué me obligan a trabajar con estos ineptos cuando podría usar a mis propios hombres para esto.

- Lo lamento teniente Rumlow. Lo último que sabemos es que consiguió hacerse con una motocicleta. Uno de nuestros hombres le disparó mientras huía y le acertó en el costado, pero no bastó para detenerlo. Hace unos días detectamos un motel en el que pensamos que podría estar escondiéndose. Hemos enviado un equipo de reconocimiento, pero no sabemos nada de ellos desde hace más de treinta y seis horas.

- Sargento, empiezo a cansarme de la falta de resultados -lo miro con autoridad-. Si mañana a esta hora continúan sin noticias de esa unidad envíen a alguien a averiguar que ha sucedido -no quiero precipitarme, pero es extraño que no hayamos recibido ningún tipo de comunicación de toda una unidad-. Confío en que al menos su otra misión vaya según lo previsto -comento cambiando de tema.

- Así es teniente. Tanto Nueva York como otras ciudades donde hemos detectado una alta presencia de agentes de Shield han recibido ataques. Nada llamativo, señor. Ningún civil se ha visto involucrado, tal y como ordenó.

Al fin una buena noticia. Me preocupaba que nuestros ataques a Shield fuesen poco disimulados y llegasen a oídos de la prensa. Por ahora, por órdenes del coronel, tratamos de mantenernos en un relativo anonimato. Creo que el sargento va a retirarse cuando, tras un instante de duda, decide hablar.

- Señor -comienza-, ¿puedo preguntar por el motivo de estos ataques?

- ¿Sabe, sargento? -digo mirándolo fijamente a los ojos- La curiosidad mató al gato, y ahora mismo nada me impide deshacerme de usted -veo el miedo en su mirada mientras se retuerce las manos con nerviosismo-. Ahora retírese de mi vista -ordeno mientras tomo asiento.

Apenas he terminado de acomodarme frente a la mesa de madera oscura cuando el coronel, mi superior, entra por la puerta que el sargento ha dejado entornada al salir. Me levanto de inmediato y, tras llevarme la mano derecha a la frente haciendo el saludo militar, invito al coronel a tomar asiento.

- ¿Que le trae por aquí coronel? -pregunto, el coronel no es del tipo de persona que te hace una visita sin un buen motivo.

- He venido a preguntarle sobre el Soldado de Invierno, aunque, viendo la cara del sargento al abandonar este despacho, debo suponer que no está usted satisfecho con su desempeño.

- Con el debido respeto señor, el sargento es un incompetente, incapaz de realizar dos tareas a la vez, cuanto más si una de ellas es localizar al Soldado de Invierno. Le ruego, señor, que lo releve de sus funciones y me permita a mi dirigir la búsqueda personalmente -no pretendo sonar insubordinado, pero aún no soy capaz de comprender que encargasen a semejante inútil una misión tan importante.

- ¿Y que pasará si lo hago, teniente? ¿Será usted capaz de encontrarlo o se le escapará de nuevo? No creo necesario recordarle que usted estaba al mando cuando sucedió aquel desafortunado incidente en el laboratorio. Dudo que esté usted más capacitado que el sargento.

- Ese error no volverá a repetirse, señor -aseguro. Aún no sé cómo consiguió huir, pero me aseguraré de que no se repita.

- De acuerdo, teniente. Si el sargento sigue sin obtener resultados en el plazo de una semana, la misión será toda suya para que pueda tratar de subsanar su error. No obstante -dice levantándose del asiento-, espero que esto le sirva de lección y mantenga a sus soldados vigilados. A nadie le gustaría que alguno más decidiese recordar su pasado de pronto.

Sin darme tiempo a mediar palabra, el coronel sale del despacho cerrando la puerta a su espalda y dejándome a solas con mi propio fracaso. Debo asegurarme de que los demás soldados estén en perfecto estado mental o podría tener problemas muy serios con los altos mandos.

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora