Capítulo 31

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Vuelvo de la base dispuesto a hablar con Bucky, esta mañana, antes de salir, me dijo que había dormido bien, así que espero que esté de buen humor para una conversación. Hay una duda que me carcome desde el día que lo encontré, una sola duda, ¿cómo logró escapar de las manos de Hydra después de lo que pasó en el lago? Ayer no saqué el tema porque no quería obligar a Bucky a hablar de Hydra, pero necesito saberlo.

Cuando entro en el apartamento encuentro a Bucky sentado en el sofá, me alegra ver como ha aumentado su confianza, antes apenas salía de su habitación.

    - Ya estoy en casa -digo mientras cuelgo la chaqueta en el perchero que hay junto a la puerta.

    - Has llegado pronto.

Asiento mientras entro en la cocina y salgo instantes después con una bolsa de patatas, una botella de agua grande y dos vasos. Dejo todo sobre la mesa y me siento en el sofá junto a Bucky.

    - Espero que tengas hambre, porque yo me estoy muriendo -intento empezar una conversación casual pero, como siempre, Bucky me cala al instante.

    - Quieres preguntarme algo, ¿verdad? -no parece molesto, sino receptivo.

    - Yo… la verdad es que sí.

    - Pues adelante, hazlo.

    - ¿Cómo escapaste? -me arrepiento inmediatamente de haber sido tan directo, debería haber tenido más tacto- Cuando te encontré estabas tú solo, en una base abandonada en lo profundo de un bosque. No había ninguna población en kilómetros a la redonda. ¿Cómo llegaste allí?

    - La verdad es que no tenía muy claro dónde estaba -se detiene, supongo que tratando de ordenar sus pensamientos-. Después de sacarte del agua ellos me encontraron de nuevo y me llevaron sedado a uno de sus laboratorios, en alguna de sus bases en Rusia -Bucky hace otra pausa y estoy a punto de decirle que no hace falta que me lo cuente cuando él sigue hablando-. Allí me criogenizaron durante bastante tiempo, no sé cuanto, aunque supongo que serían al menos un par de meses. Me desperté desorientado y atado a una camilla, rodeado de científicos con batas blancas.No sé muy bien por qué lo hice, pero algo me decía que tenía que salir de allí, que no podía dejar que me hiciesen aquello otra vez, así que solté las correas que me sujetaban y salí corriendo. Llegué al garaje, robé una moto y me interné en el bosque. No sé muy bien cómo acabé en la base en que me encontraste. Solo sé que no sentía nada, probablemente debido a la criogenización, ni siquiera sabía que estuviese realmente herido hasta que me desperté en tu cama con el costado vendado -hace otra pausa-. Aunque sí recuerdo haber estado antes en esa base, la primera vez que… Cuando ellos me… Bueno, ya sabes a que me refiero.

Bucky es incapaz de terminar la frase y eso hace que se forme un nudo en mi garganta. ¿Podría haberlo salvado? Si no lo hubiese dado por muerto, si hubiese ido a buscarlo, ¿habría podido evitar todo lo que le pasó? Ayer dijo que nada de lo que pasó fue culpa mía. Sé que intentaba hacerme sentir mejor, y también sé que sí fue culpa mía. Yo lo llevé a aquella misión suicida y yo lo dí por muerto. Un toque en mi brazo izquierdo me hace levantar la cabeza. Bucky me está mirando fijamente.

    - Ya te lo he dicho, no fue culpa tuya -me asegura

No digo nada y él decide dejar el tema de momento.

    - ¿Y tú? -inquire.

    - ¿Y yo qué?

    - ¿Qué pasó contigo? He leído la historia del Capitán América en el museo -explica, meditando sus palabras- pero, ¿qué pasó con Steve? -su pregunta me deja confundido y él sigue hablando- El Steve que yo conocí habría intentado saltar de ese avión, se habría aferrado con uñas y dientes a la más mínima posibilidad de sobrevivir.

    - No valía la pena -murmuro-. No me quedaba nada por lo que seguir adelante.

En ese momento la mano de Bucky se desliza hasta rozar la mía, dudoso, pidiéndome permiso para sostenerla.

    - No vuelvas a decir eso nunca más. Prométemelo -exige serio, afianzando su agarre-. Siempre hay algo por lo que vivir. Jamás pienses que no es así -le tiembla la voz, asustado.

    - No te preocupes. Ahora ya he recuperado mi razón para seguir adelante.

Durante una fracción de segundo me parece ver a Bucky sonrojarse, pero enseguida baja la cabeza y su rostro queda oculto tras los largos mechones de pelo castaño. Su mano sigue estrechando la mía con fuerza y se hace un silencio tenso, aunque no incómodo. Ambos tenemos muchas cosas que decir, pero ninguno se atreve a sacar los temas que sabemos que al otro aún le duelen. Al final es Bucky quien vuelve a hablar.

    - No te culpo -dice de pronto, haciendo que mi corazón se encoja-. Ya te lo he dicho, pero te lo repito, no te culpo. Hay muchas cosas que no recuerdo, otras que no sé si sucedieron de verdad o si solo son producto de mi imaginación. Pero recuerdo claramente cómo luchaste por alcanzarme cuando estábamos en aquel vagón. No querías dejarme caer Steve. Lo sé -sus ojos vuelven a fijarse los míos y esta vez soy yo quien aparta la mirada-. Lo intentaste, ¿de qué te culpas? -sus palabras son suaves, comprensivas. No hay rastro de rencor en ellas.

    - No fui a buscarte -las palabras me queman en la garganta- Tendría que haber ido a buscarte, incluso aunque te hubiesen dado por muerto, tendría que haber ido a buscar tu cuerpo para que pudieras descansar en paz pero fui un cobarde e, incapaz de aceptar tu muerte, estrellé un avión en el hielo conmigo dentro, pensando que quizá podríamos reunirnos más allá, en el cielo si es que lo hay -se me rompe la voz y no me doy cuenta de las ganas que tengo de llorar hasta que siento las lágrimas tibias sobre mis mejillas-. Podría haber ido a por tí y, entonces, quizá, habría evitado que Hydra… -me quedo sin voz y no puedo continuar. No puedo articular más que pequeños sollozos.

Bucky rodea mis hombros con su brazo derecho, atrayéndome hacia él. Odio ver cómo trata de dejar el brazo izquierdo inerte junto a él, pero ahora mismo no puedo pensar en ello porque otro pensamiento se abre paso en mi mente sin que yo le haya dado permiso. Al principio, ¿creería que iba a ir a salvarlo? ¿Estaría esperando que lo sacase de allí en cualquier momento? Me bloqueo y soy incapaz de pensar nada más.

    - Steve, ¿cómo podrías haber imaginado que pasaría algo así? -susurra en mi oído mientras dejo caer mi cabeza sobre su hombro-. Nadie podría haberlo sabido. Y no vuelvas a llamarte cobarde, porque no lo eres, te subiste a ese avión sabiendo que probablemente no saldrías vivo. Incluso antes del suero, cuando siempre te metías en peleas que sabías que no podías ganar. Eres la persona más valiente que conozco Steve -pienso en la ironía de que piense eso de mí, cuando claramente él es mucho más valiente de lo que yo seré jamás. Su mano me acaricia la cabeza y la espalda, sin saber muy bien qué hacer para consolarme-. Nada de eso importa ya, ahora estamos aquí, juntos de nuevo. Esta es nuestra segunda oportunidad para vivir la vida que la guerra nos arrebató.

Parece mentira que sea Bucky quien trate de consolarme. Debería ser al revés. Es él quien acaba de empezar a recuperar los recuerdos de toda su vida. Es él quien ha recordado cómo cayó desde un tren y su mejor amigo fue incapaz de evitarlo, como su mejor amigo no volvió a buscarlo. Sigo sin entender por qué no me culpa, debería hacerlo. No sé que he hecho bien en la vida para merecer a Bucky, mi amistad con él no se parece nada a la relación que tengo con Natasha o con Sam, es mucho más… íntima. Juntos hemos pasado por muchas más cosas de las que deberían habernos tocado: hambre, frío, pobreza, guerra, dolor… Siento que me conoce mejor que yo mismo. La sola idea de volver a perderlo me resulta insoportable.

Poco a poco consigo calmarme y recuperar la compostura. Me separo ligeramente de Bucky, que me sonríe. Me pierdo en ese gesto y me prometo a mí mismo que dedicaré el resto de mi vida a compensarlo por haberlo dejado a su suerte.

    - Te lo juro -digo de repente, cogiéndonos a ambos por sorpresa-. Te juro que voy a protegerte hasta mi último suspiro si es necesario, eres mi mejor amigo y nadie te va a apartar de mí de nuevo.

Miro fijamente a Bucky, que se aclara la garganta antes de contestar.

    - Voy a tener que tomarte la palabra -intenta aligerar el ambiente, pero en seguida se pone serio de nuevo-. Yo tampoco dejaré que te pase nada Steven Grant Rogers, nunca.

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora