Capítulo 11

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Dejo la bandeja sobre la encimera de la cocina y friego los pocos utensilios sucios que hay. Cuando acabo los seco y los pongo en su sitio. Voy a sentarme en el polvoriento sofá cuando decido acercarme a la habitación para ver si Bucky necesita algo. Entro sin llamar, no quiero que se despierte si se ha dormido otra vez. Cruzo la puerta y lo encuentro junto a la cama, tratando de ponerse en pie.

- ¿Qué haces levantado? -en dos zancadas recorro la habitación y me sitúo junto a él-. Estás herido, vuelve a acostarte o se te abrirá la herida y tardará una eternidad en cerrarse de nuevo -ya no me preocupa sonar duro, no he pasado meses buscándole para permitir que muera porque se le infecta una herida.

Bucky me mira y las palabras que me dirige parecen sorprenderle tanto como a mí.

- Debo irme -afirma-. Alguien me está siguiendo y no tardará en encontrarme. Si me quedo te pongo en peligro, no es alguien que se ande con bromas. En cualquier momento llegarán aquí y te matarán por mi culpa -se detiene de golpe, dándose cuenta de lo que acaba de decir. ¿Está preocupado por mi? Pienso esperanzado. Quiero creer que eso significa algo. Por otra parte, me molesta que crea que soy tan fácil de matar.

- Te recuerdo que te deje inconsciente. Soy más que capaz de defenderme y de ayudarte a librarte de quien sea que te busca -declaro más bruscamente de lo que pretendía. Noto como Bucky se pone inmediatamente a la defensiva.

- Solo tuviste una oportunidad contra mí porque estaba herido. Así que dame mi ropa de una maldita vez para que pueda irme de aquí -dice enfadado.

- Oye no quiero discutir contigo -trato de volver a usar un tono de voz suave y calmado-. No pienso dejar que te vayas así. ¿A dónde piensas ir a esta hora? Quédate una noche más - propongo tratando de ganar algo de tiempo para pensar cómo lidiar con la situación-. Te prometo que por la mañana tendrás aquí tu traje -me mira, dudando. Sus ojos se dirigen a la ventana y contempla el cielo, que ya está oscuro.

- Una noche -acepta finalmente.

- Una noche -le aseguro.

Eso me da al menos doce horas para pensar cómo disuadirlo.

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora