Garrison Proud

Viejos rivales, nuevos obstáculos

Pidge aún no podía entender cómo había logrado conciliar el sueño en toda la noche, pero lo que si tenía claro es que esa mañana no estaba en condiciones de soportar un día de clases.

− Vamos, Pidge – insistía Lance mientras devoraba su desayuno −, deberíamos mínimo responderle a Shiro, está bien si no quieres que vuelva como nuestro tutor, pero al menos deberías darnos una idea del porqué.

− Ya les dije que hagan lo que quieran – respondió Pidge mientras se llenaba lo más que podía la boca −. No tengo ningún problema de quedarme con Iverson como tutor.

− Tienes que admitir que hemos mejorado mucho con Iverson – concordó Hunk.

− Pero eso también tiene que ver con el programa del príncipe Lotor – le corrigió la chica.

− Bien, admitió que Iverson nos ha motivado, pero solo porque es un cretino ­– replicó Lance de mala gana −. Creo que estábamos mejor con Shiro, y nos daba mejor confianza. Tienen que admitir que si vamos con él será mucho más tranquilo.

− Como dije, Lance, pueden hacer lo que quieran. A mí no me interesa, y tampoco creo que Shiro sea tan de confianza como piensas, después de todo, nos abandonó sin siquiera darnos una explicación.

− Pidge tiene razón, Lance. ¿Realmente podemos confiar en él?

El grupo se quedó en silencio, pensando en lo que habían estado hablando, pasando desapercibido el ya acostumbrado rumor que se escuchaba cuando el equipo alpha entraba en la cafetería.

− ¿Por qué las caras largas? – Preguntó Jessica mientras se sentaba a lado de Hunk como ya era costumbre, incluso habían empezado a compartir diagramas de máquinas desde hace un par de semanas.

− No es su problema – lanzó Lance a la defensiva, causando la molestia de Keith mientras se sentaba junto a Pidge.

− Estaba tratando de ser amable, no es que nos importe lo que te pase – le escupió con molestia, para después girarse a Pidge − ¿Tan importante son sus asuntos para guardárselos para sí mismos?

Pidge pensó por un momento y luego asintió, concordando con Lance.

− Es algo que es mejor que se quede con nosotros – respondió a pesar del ceño fruncido de su ahora pareja.

− Bien − bufó Keith mientras ponía un pequeño vaso en la bandeja de comida de Pidge −. Puedes quedarte mi postre si quieres. No tengo mucha hambre.

Pidge miró el postre y luego a Keith quién se veía avergonzado, mientras comía su desayuno, lo que la hizo soltar lo que solo podía describir como una risa tonta.

− Gracias – dijo con una sonrisa mientras tomaba el postre que Keith le había dado y se dedicó a comerlo mientras se apoyaba en él.

Eso era algo nuevo para ella, pero de alguna forma era agradable, tranquilo; o así sería si no fuera con la cara desencajada de Lance que los miraba como si le hubieran volado la cabeza a un profesor delante de sus ojos.

− ¿Qué te pasa? – preguntó Keith con fastidio, aunque sabía la respuesta que le esperaba, pero Lance parecía haber perdido la capacidad de articular una oración completa.

− ¿Por qué? ¿Desde cuándo ustedes dos? ¿Cómo? ¿Cuándo?

Pidge sintió la sangre subir a su rostro. Lance podía ser un completo tonto, debió pensar en eso antes y decirle a sus compañeros antes de que Lance montara tan vergonzosa escena.

− Keith y yo estamos saliendo – soltó con la cara brillando carmesí por la vergüenza, y aún sin ver a Keith sabía que también se sentía así mientras comía su desayuno sin mirar a nadie.