Invitación

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Cuando Pidge despertó ya estaba oscureciendo, lo supo por la tenue luz que entraba por su ventana. Soltó un bostezó y se miró al espejo con pereza, su cabello era un desastre, pero prefirió solo amarrarlo al mismo tiempo que se quitaba el uniforme, se había quedado dormida con él.

Se había quitado la chaqueta cuando escucho que alguien tocaba la puerta, la tomó por sorpresa por lo que dio un pequeño salto, esperó mirando a la puerta pensando que quizá era la encargada de los dormitorios y que se iría cuando no contestará, pero tocaron nuevamente. Caminó a la puerta y su sorpresa fue mayor al abrirla y encontrar a Keith frente a ella, parecía avergonzado y había cambiado su habitual uniforme por unos jeans y una gruesa chamarra roja que le avisaba que la temperatura debía haber descendido mientras ella dormía.

— ¿Keith, qué haces aquí? — Katie preguntó sorprendida al ver a su compañero, pero al recordar que no podía estar ahí jaló de él hacia dentro de la habitación y lo reprendió —. Podrías meterte en problemas por estar aquí.

Pidge examinó los pasillos antes de cerrar la puerta tras de sí y apoyarse contra está viendo a su compañero que miraba la habitación.

— ¿Qué haces aquí? — repitió mientras se cruzaba de brazos, no le agradaba la idea de tener chicos en su habitación todo el tiempo.

— Te traje algo de comida — explicó el chico levantando la bolsa que tenía en sus manos — ¿Te gusta la comida china?

— En realidad no.

Ambos chicos intercambiaron una mirada inquisitiva, como si trataran de leer el pensamiento del otro, adivinando si el otro quería jugarle una broma, más al final solo rieron ante la ironía.

— Lo siento — se disculpó Keith tratando de contener la risa —, no tenía idea.

— Tranquilo, muero de hambre. Podría comer cualquier cosa.

Keith se sentó en el suelo mientras abría los paquetes que llevaba dentro de la bolsa, a la vez que le explicaba el contenido de cada uno, la chica por su parte descartó de forma inmediata todos los platillos que no contenían carne con una mueca y se concentró en aquellos que si la tenían. Probó una carne bañada en una salsa rojiza, pero el sabor entre agrio y dulce de la misma salsa la hizó descartar ese plato también, siguió con una clase de sopa que olía a caldo de verduras con el mismo resultado y al final por sugerencia del chico terminó con una clase de tallarines bañados en una salsa marrón y con pedazos de carne.

— Esto no sabe tan mal — exclamó sorprendida mientras engullía aquellos fideos de un sorbo —. Estaba pensando que me quedaría sin cenar el día de hoy.

— Estaba pensando exactamente lo mismo — rió Keith mientras tomaba el plato con la carne de la salsa rojiza —. Eres demasiado quisquillosa con la comida.

— No lo soy, solo que la comida asiática no es mi favorita.

Siguieron comiendo mientras hablaban de comida, Keith se sorprendió cuando Pidge le confesó que nunca había probado el famoso sushi por lo que Keith después de insistir por unos veinte minutos terminó por persuadir a una no muy convencida Katie de acompañarlo después del evento de exhibición a la ciudad aun restaurante que él conocía. Apenas habían acordado eso nuevamente la puerta sonó levemente de una forma apenas audible y firme, como si estuvieran tocando la puerta apenas con la yema de los dedos, causándole a Katie un escalofrío que la hizo ponerse de pie.

— ¿Estas bien? — preguntó Keith que no había escuchado el sonido tan bajo, pero de inmediato obtuvo su respuesta al ver a la chica llevarse un dedo a los labios pidiéndole silencio.

Garrison ProudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora