El último error de la noche

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Si algo había agradecido Pidge de la llegada de Ryou, es que si bien había marcado la cúspide de la desastrosa cena, ya no podía empeorar. Shiro y Keith se habían cambiado de ropa; al parecer, al igual que Ryou, Keith tenía su propia habitación en el departamento de Shiro, donde guardaba un poco de ropa, le había dicho a Pidge que lo utilizaba antes de entrar a la escuela.

Al final, Shiro, Keith y Pidge habían terminado por limpiar el desastre que había en el comedor, mientras la princesa Allura tomaba un baño, aún intentando recuperarse del shock de lo ocurrido. Shiro, por su parte, solo podía pensar en cómo le explicaría a su jefe lo que había ocurrido; estaba tan perdido en sus pensamientos que apenas reaccionó antes las palabras que Keith pronunció cuando dejaban el mantel mojado dentro de la lavadora.

─ ¿Podríamos pasar la noche aquí? Con todo lo ocurrido me da una pereza volver a los dormitorios, y no quisiera que Pidge volviera sola.

Shiro se congeló por un momento, miles de ideas pasaron por su cabeza, pero para su desgracia, ninguna excusa para negarse a ello, así que terminó accediendo de mala gana y así de alguna forma, había terminado tumbado sobre su cama, mirando a la pared tras la cual estaba la chica causante de sus descuidos y el joven que consideraba un hermano pequeño aunque no estaban relacionados por sangre.

Una vez más dejo que sus pensamientos lo absorbieran, que no sintió siquiera cuando Allura salió del baño usando solo su bata y se recostaba a su lado; solo se percató de su presencia cuando sintió su respiración al oído.

─ ¿Qué tanto piensas? ─ Preguntó en un tono meloso, mientras acomodaba su cabello húmedo en su hombro.

Shiro no pudo evitar pensar en que tendría que lavar las sábanas para que no atraparan un olor a humedad y aquello lo hizo lanzar un gran suspiro ¿Eso era lo que él buscaba en una novia? ¿Eso era una relación siquiera? ¿Estar más preocupado por el olor a humedad en las cobijas que en la chica sonriendo a su lado?

─ ¿Shiro?

La voz de la joven le sacó de sus pensamientos, había casi olvidado su presencia, y cada vez estaba más convencido que esto era una prueba de que aquella farsa que había armado no estaba resultando. Esa relación en general, no funcionaba.

─ ¿Me repites la pregunta? ─ Respondió intentando con todas sus fuerzas que su mente no divagará una vez más.

─ Solo quisiera saber qué piensas de la actitud de tu hermano. Fue grosero, ¿no lo crees?

─ A Ryou no le gustan las velas. No creo que haya intentado ser grosero.

Allura hizo una mueca de descontentó, Shiro adivinaba que no le agradaba que justificará las acciones de su hermano, que esperaba un reclamo, un castigo; ¿pero quién era él para castigar o recriminar a su propio hermano? No era su culpa aquella fobia y había luchado mucho para combatirla. Eso tampoco podía decírselo a Allura, ella no lo entendería; no lo podía decir con seguridad pero tenía el presentimiento que así sería.

─ Solo no pienses en eso ─ Le pidió, mientras su mente divagaba en su mayor preocupación en aquel momento: ¿Cómo le diría a su jefe lo ocurrido?

─ ¡Shiro!

Shiro soltó un largo suspiro y se despabiló, había aprendido que la princesa odiaba ser ignorada y si quería descansar esa noche, tenía que hacer todo lo que ella pidiera. Una vez más su mente terminó aterrizando en Pidge. ¿Acaso con ella, él también estaría deseando que la noche acabara? ¿Su relación hubiera terminado con la monotonía que sentía a lado de la princesa Allura?

Un relámpago de remordimiento lo paralizó, era el mismo remordimiento que tenía desde que había decidido alejarse de ella sin pronunciar palabra alguna, y ahora ella estaba ahí, a solo unos pasos de distancia. Podía ir, podía llamarle y confesarle lo que sentía, podía inclinarse y rogarle su regreso. Keith lo entendería. Era un buen chico, le importaría la felicidad de los demás, o eso quería creer.

Garrison ProudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora