Capítulo cincuenta y siete.

15.1K 1.1K 534
                                    

Advertencia; capítulo recomendado para +18

—¿Dejarte?— susurré, mirándolo a los ojos.

Cameron miro al suelo. Sabía que mis emociones estaban demasiado entorpecidas en este momento. La noche comenzaba a caer en Zurich y el ruido en las afueras me estaba poniendo los pelos de punta.

—Yo...—susurró—, no puedo dejarte, me hace débil estar junto a ti. Contigo... todo es diferente, es como si transformaras todo lo malo que hay en mi en algo admirable.

—Eres admirable.

—Hace unos meses me llamaste mounstro.

Bajé la mirada y me acerqué a él, sus ojos brillaban y una punzada de culpabilidad se me clavó en el pecho.

—Pero no eres el mounstro de mi historia.

—No soy bueno para ti—comenzó a decir, remangando su camisa y dejándome ver gran parte de sus brazos en los cuales había nueva tinta negra.

—Yo tampoco soy perfecta.

Cameron me tomó por las mejillas y besó mi frente, el pequeño tacto hizo que todo mi corazón se acelerara.

Sabia que no debía y que comparar a dos hombres era de muy mal gusto y estaba terriblemente mal, pero no podía evitarlo.

El beso con Jack había sido hace horas atrás, pero lo que había sentido jamás habría podido compararse con Cameron. Ni en un millón de años luz.

Lamentablemente, tuve que besarlo para darme cuenta de ello, porque sí, quería a Jack. Me preocupaba por él y creo que eso es algo que siempre haría, él había estado conmigo cuando mi mundo se desplomaba  y por eso es que siempre estaré agradecida.

Pero lo que yo sentía cada que vez Cameron se me acercaba no era digno de comparación.

Mi pecho palpitaba como si estuviera en una carrera, mis manos sudaban y aún sabiendo todos los errores que había cometido, lo amaba.  Lo amaba y nadie podría cambiar eso, ni siquiera yo.

—Eres la mujer más perfecta que ha pisado esta tierra—susurró—, y yo no te merezco.

—Cameron...

—Yo...—comenzó a decir, parecía como si su lengua no pudiera concordar con su cerebro, estaba nervioso y su mirada no estaba fija en mi ahora, sino en diferentes puntos de la casa— yo lo...—resopló—, yo lo siento.

Lo observé como si estuviera loco, ¿Qué habían hecho con mi Cameron Black?

—¿Lo sientes?

Me observó con temor, como un cachorro pequeño. Su rostro serio me indicaba que él estaba quizás tratando de encontrar las palabras correctas, al fin y al cabo estábamos en un punto cero.

No hablaríamos  de Jack, ni del problema con sus padres, ni con Leonardo. Sólo éramos nosotros esta vez.

—Lo siento, Leah—murmuró—, lo siento por tratarte como la mierda y por destruir tu hogar—dijo, y lo observé con atención—, lo siento por comportarme como el mayor cabrón del mundo cuando te traje a vivir conmigo, lo siento por ser la peor influencia para ti—resopló, acercándose a mi y quitando la pequeña lágrima que caía por mi mejilla—, lo siento por no saber cómo dejarte ir, por estar tan jodido y arrastrarte conmigo, pero por sobre todas las cosas, lamento no haberte dicho lo mucho que te amaba cuando ya lo sabía.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora