Ese día había sido increíble al lado de sus amigas, no volvió a preocuparse por nadie más, se dedicó a reír, comer, ir a los videojuegos y caminar por el parque al final de la tarde con Mina, eran las 6:00 p.m. cuando decidió volver a casa, estaba segura que sus padres aún se encontraban con su hermano en su competencia de fútbol, seguro la regañarian por no haber ido, pero era tan distraída que olvidó ir. Se detuvo al mirar frente a su casa el auto rojo de su novio, Darien la esperaba recostado del auto con los brazos cruzados, no pudo sonreír al verlo pues se miraba muy serio.
- Serena. - Camino hacia ella, tomó su mano. - Las chicas me llamaron para decirme que no fuiste a tus clases con Lita.
- Estaba con Haruka, Michiru y Mina, no veo que sea un problema salir con mis amigas. - La soltó dándole una mirada de molestia. - Darien quiero entrar y descansar hoy fue un día cansado.
- Serena, ya no eres una niña pronto serás la Neo Reina Serena, debes tomar las cosas en serio. - Sus palabras hicieron un nudo en la garganta de la rubia, quién solo bajo la cabeza y se preguntaba; ¿Dónde había quedado el Darien que amaba? Él al notar la expresión de su rostro se arrepintió por haberle hablado así.- No quería hablar de esa forma.
- No entiendo...- El cuerpo de la rubia temblaba levemente, lloraba en silencio, sólo deseaba ir a su cama y dormir. - Debo irme.
En silencio pasó a su lado, no volteo a verlo esperando que él la alcanzará como pasaba antes, sin embargo, algo en su interior se rompió al oír la puerta del auto seguido del rugido del motor. Luna había observado todo, vio a su princesa entrar y caer de rodillas llorando amargamente.
- No llores Serena. - Se sorprendió al ver a su consejera frente a ella. - ¿Tanto lo amas?
- Desde ese día, ese día que me abrazó en la disco provocó que algo en mi cambiará, lo siento, se que arruinó el futuro perdón. - Luna negó dándole una sonrisa. - Luna, amo a Seiya, quiero estar a su lado.
- Sigue tu corazón Serena. - Abrazo a su gatita con fuerza, en ese momento se sintió llena de energía, aunque su cuerpo estaba débil y creía que caería al suelo. Quería levantarse, pero sus piernas no respondían, el pasillo hasta la entrada comenzo a oscurecer, una pelota rebotó hasta ella.
- Conejo. - Ambas se sorprendieron al ver la silueta al final del pasillo. El joven camino un poco más dejando la oscuridad tras de él. - Arreglare todo, por favor se valiente.
- ¿Quién eres? - Observó la pelota. - ¿Somos hermanos?
- Nos veremos pronto, no olvides ver las estrellas está noche.
- ¡Responde a la princesa! - Luna saltó de los brazos de Serena enfrentandolo. - ¿Por qué escondes tu rostro?
- Algunas veces eres una inútil Luna, sabes más de lo que crees y te niegas a ver tus memorias. Nos veremos pronto. - Desapareció en medio de la oscuridad dejando la pelota en su lugar.
- Debemos avisar a las demás, puede ser un enemigo. - Serena negó mientras tomaba la pelota en sus brazos aferrandose a ella. - Pero Serena, él sabe quien eres.
- Ve al Milenio de Plata, busca algo que te diga quién es, yo hablaré con Haruka y Mina, ellas son las líderes...- Sin muchas fuerzas se levantó, Luna observaba como el brillo de su princesa desaparecía y el cristal de plata comenzaba a regenerarse enfermando a su protectora. No tuvo más remedio que salir, afuera la luna ya podía verse, aunque su brillo era opaco, debía ir por Artemis y partir hacia la luna en secreto.
Planeta Plutón - Palacio de Chronos
Sus pasos eran rápidos mientras atravesaba el pasillo principal hacia el salón del trono, el viento movía las cortinas blancas, las pinturas de la familia real adornaban las paredes del interior, una de las puertas se abrió dándole paso a la sala real, en su interior descansaba un sarcófago de cristal rodeado de cristales azules brillando, lo acarició retirando el polvo, en su interior se encontraba un hombre de cabellos rubios, una pequeña barba en su rostro, vestía un traje de batalla negro, en su cuello colgaba un reloj en forma de estrella. Se arrodilló desenvainando su espada clavandola en el cristal, este se fue agrietando hasta hacerse pequeños fragmentos que fueron volviéndose polvo.
- Por favor...te necesito más que nunca. - Retiro su máscara dejando ver unos profundos ojos purpuras, casi de un perfecto azul, su cabello blanco plata, el símbolo de plutón reposaba en su frente cruzado por una media luna dorada. - Padre Chronos necesito tu consejo, ¿Dónde estás?
- Aún no es tiempo. - Miró el cuerpo ser cubierto por una luz púrpura, creyó que despertaria de su largo sueño, sin embargo, la voz provenía desde el trono. Chronos estaba sentado mirando hacia él. - Mi cuerpo se mantiene dormido mientras mi alma cumple un diferente propósito por ahora.
- Tu eres Chronos, ¿Por qué no lo impediste?
La mirada del dios se volvió triste, había sido descuidado en su primera batalla y ahora volvió hacerlo, en el proceso su pequeña hija resultó ser el blanco.
- Creí que Serenity sería más fuerte y esa semilla no germinaria, pero cambio el futuro, eliminó el verdadero destino.
- ¿Sailor plut? - Negó. - ¿Quién es la persona que se hace llamar Setsuna?
- Cuando Serenity volvió a nacer en esta época, enfrentó una batalla del pasado, guerra que nosotros perdimos antes de iniciar. - Levantó la mirada hacia el techo del salón, podía ver hacía afuera por los grandes cristales las estrellas brillar. - Pidió un deseo al cristal de plata y Caos aprovechó para unirse a ese pequeño pero gran poder.
- ¿Me estás diciendo que Serenity es la culpable? - Suspiro, no quería culparla pero si tenía algo de peso en los acontecimientos.
- Caos es alguien que no se rige por el tiempo ni mucho menos el espacio, él siempre será inicio y fin. Fue a la puerta del tiempo y enfrentó a plut, la única sailor que podría detenerlo en su situación actual, pero mi bella Setsuna se encontraba débil aún y acabó muriendo. - Se levantó del trono para caminar hasta las puertas del castillo, afuera el cielo brillaba, gotas de lluvia caían, una lluvia diferente, pues aquellas gotas eran pequeños diamantes, su reino había parecido hace más de dos mil años y la barrera que cubria las tierras desapareció impidiendo que la vida volviera a surgir, sólo el palacio y algunos templos eran el signo de que alguna vez existió un reino poderoso en esos valles. - Serenity, ella cometió un error al seguir a esa niña, ChibiUsa no es su hija realmente, es la hija de Caos, esa niña es Caos, su utopía es el reino del propio Caos, se alimenta del cristal de plata para vivir, esa mujer llamada Setsuna es el deseo de Serena, Rini es un error que aseguró su existencia viajando al pasado, pues sabía que Seiya y Serena estaban destinados amarse y Endimion amaba y siempre amaría a Sailor Mars.
El joven retrocedió sintiéndose incrédulo, su semblante era confuso. Levanto su espada volviendo a guardarla.
- Esa niña, Chibi-Chibi, ¿De verdad era la semilla de galaxia o es un error más que quiere nacer?
- Es solo una inocente que en su universo destruyó el mundo quedando sola, vagando en el espacio encontró aquella semilla y se unió con ella buscando sentirse en paz, esa joven es Serenity, una variación que se dio cuando Rini y Caos crearon la paradoja.
- Entonces el enemigo es más inteligente de lo que pensamos. - Volvió a colocarse su máscara. - Debemos destruir la puerta del tiempo, aunque eso signifique que tu vas a morir. - Chronos apretó los puños con fuerza, esa era una opción fácil, aún así no arreglaría nada. - ¿Qué haremos?
- Por ahora esperar que el resto de los caballeros despierten y disfrutar la lluvia de estrellas que van hacia la tierra, debiste sentirlo, el resplandor que lucha por la luna.
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Este capítulo se dividirá en dos partes, bueno acá dejé en claro algunos puntos, aunque aún faltan algunos otros, quizás de un poco de dudas, pero bueno se irán aclarando.
Muchas gracias por leer y dejar sus comentarios, me inspiran a seguir esta historia.
Próximo capítulo: Lluvia de estrellas, segunda y última parte.
Pdt.: sí, es una Serena&Seiya.
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Destellos de Luna
FanfictionHan pasado dos años desde la última vez que Serena Tsukino uso el poder del cristal de plata, su resplandor se hace cada día más débil, sailor Uranus teme que su princesa enferme y el cristal de plata absorba su poca fuerza. Tokio de Cristal se obse...