Capítulo 46: Nuestra esperanza

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Interior de la puerta del silencio

Su cuerpo desnudo era acariciado por las suaves ráfagas de aire que la envolvía, se encontraba protegida de las tinieblas por el brillo del cristal de plata, su cabello suelto era movido por el aire, sus ojos se mantenían cerrados, había perdido el sentido del tiempo, sus manos descansaban sobre su vientre, la fuerza de su pequeño bebé se mantenía latente en su interior. Una pequeña mariposa magenta revoloteaba a su alrededor. Ella conocía aquel resplandor que trataba de alcanzarla en medio de la oscuridad, Chibi-Chibi aún seguía cerca de ella con la esperanza de que la promesa de Chronos se cumpliera, abrió los ojos notando el brillo encima de ella. Alzó una de sus manos recibiendo la mariposa en uno de sus dedos.

- Selene. - Susurro sin fuerzas, su cuerpo se debilitaba cada vez más, en cualquier momento su vida se apagaría para siempre. Miro como la luz magenta crecía hasta cubrirla completamente, entonces la vio. Su cabello magenta ondeaba, su traje de princesa blanco tan parecido al suyo.

- Mamá, eres nuestra esperanza por favor despierta no te dejes consumir. - La voz de Chibi-Chibi era un eco en su mente, sus ojos derramaban lágrimas al oírla. - Vuelve mamá, el tiempo se agota y el planeta que amas sufrirá.

- No hay una forma. - Se abrazó a si misma. - Les falle.

- Nunca lo has hecho, recuerda las palabras de papá: tu luz es la más brillante del universo. - La voz de Selene desapareció, Serena tomo el cristal de plata en sus manos, este apenas brillaba protegiéndola, una imagen se mostró para ella, la tierra comenzaba a ser sumida en un profundo sueño, todo se detenía en ese momento, la vida en el planeta azul se estancaba para siempre y sólo ella podía liberarlos de ese destino. Pensó en sus amigas que siempre le tendieron la mano, en Darien que nunca dudo en ayudarla, sus padres y hermano, pero en especial en Seiya y la vida que deseaban juntos sin importar que en el futuro ella tuviese que ser la reina y proteger la galaxia. El cristal de plata brillo con fuerza rodeandola con su cálido resplandor, su cetro de sailor Cosmos apareció ante ella, al tomarlo su cuerpo resplandeció transformándose en la Neo Reina Serena. Cerró sus ojos, una luz plateada escapó de aquella oscuridad como un faro en el medio del mar indicando la posición de una náufrago. Ella sólo esperaba que alguien encontrará su luz y pudiera guiarse hasta la puerta que le permitiría salir.

Kinmoku - Torre norte del palacio.

Sailor Galaxia y Kakyuu habían sentido una débil luz aparecer en una de las torres del castillo, ambas conocían a la dueña de ese resplandor tan diferente al de muchos. Por esa razón habían enviado un mensaje a Chronos pidiendo su presencia con urgencia pues aquella luz podía ser la señal que todos esperaban para no poder las esperanzas.

- Aunque era una pequeña luz, pude sentir un inmenso poder. - Galaxia movió su mano en el aire, sentía los residuos de poder que habían quedado, sonrió al poder visualizar la imagen de la dueña de ese poder. - Es ella.

- ¿Estás segura? - Asintió. - Su poder es aún mayor, el cristal de plata tuvo que haber ascendido.

- Así es, era el poder de una reina. - Ambas siguieron observando hacia le vació donde aquella fuente de poder apareció. - Es gracioso, ella sin desearlo ascendió.

Milenio de Plata

Chronos volvió a caer sin fuerza sobre el suelo, Arger se acercó junto a Haru esperando ver que se encontrará bien, su rey se empeñaba en crear nuevas llaves del tiempo, pero no una llave cualquiera, si no las llaves que pudiesen invocar una nueva puerta hacia el reino del silencio. Taiki seguía mirando los datos en la computadora, él sabía que no había fallas en usar su poder para esa tarea, pero sin Apolo era imposible de lograr.

- Sin seiya no podremos conseguirlo. - Haru ya no poseía energía para continuar. Chronos golpeó el piso con sus puños sin importarle el daño.

- Padre deberíamos descansar. - Dio un suspiro al oír la sugerencia de su hijo.

- No es fácil si falta un titán. - Haciendo uso de sus pocas fuerzas se levantó para ir al jardín, sin embargo Yaten apareció de la nada con un semblante pálido. - ¿Qué pasa?

- Es un mensaje de Kinmoku. - Nadie entendía el porque sonreía. - Sintieron el poder de Serena en una de las torres.

Chronos no pudo evitar su alegría. No necesitaba crear las llaves sólo ir a Kinmoku y tratar de abrir la puerta siguiendo el rastro de poder que su hija había enviado, sólo esperaba que ella pudiese aguantar lo suficiente hasta que él llegará a ese reino lejano.

- Arger, prepara tus cosas iremos a Kinmoku, los demás protejan a mi reina.

Todos asistieron, no pudieron evitar sentirse felices pues parecía que la esperanza había regresado a sus vidas. Yaten miró por la pequeña ventana hacia la tierra, le parecía increíble como su atmósfera comenzó a verse de un color blanco, pensó en su hermano que por su terquedad había decidido permanecer allí y ahora dormía como muchos otros. Sólo esperaba que el regresar de Serena hiciera un cambio en ese lugar.

La tierra - Tokio

La vida se había detenido por completo, no había sonido de autos ni mucho menos el bullicio de las personas por las calles tratando de llegar algún lado, no sólo Japón se encontraba en ese estado, todo el planeta se encontraba así, el clima se había vuelto frío y muchas zonas se congelaban no importaba si era una isla en el Caribe donde nunca caía la nieve o una ciudad acostumbrada a ese clima. Todo era rodeado por la nieve helada hasta volverse hielo.

En una habitación de uno de los edificios más famosos de Tokio, un joven de cabellos azabaches dormía entre sus sabanas de algodón acolchadas. En sus manos descansaba la foto de la mujer que amaba. Una silueta translúcida apareció ante él, Chibi-Chibi sonreía la verlo.

- La tierra verá surgir un nuevo amanecer, gracias por tanto papá. Serás muy feliz.

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Gracias por leer. Nos acercamos al final :')

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