Capítulo 7: Pijamada

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9:30 p.m. Residencia Tsukino

Agradecía que sus padres no se hubieran dado cuenta de la presencia de ambos en su habitación. Seiya miraba el osito rosa sobre su mesa de noche, junto a este su broche de transformación. Serena acomodaba varias almohadas en el suelo, no deseaba dejarlo ir, quería hablar con él y saber porque volvía, aunque no deseaba fuera de otra forma.

- Seiya. - Se giró para verla, su bombón abrazaba una almohada, al verla bien noto su palidez, sus ojeras bajo los ojos, su cabello no tenía brillo, la mirada cansada y los labios pálidos. Reprimio un jadeo a causa de la impresión.

- ¿Estás enferma? - Tocó su frente sintiendo normal la temperatura, pero el brillo que la envolvía no estaba, ahora parecía desaparecer y llevarse la vitalidad de ella. - ¿Por qué estás en ese estado?

- Seiya...- Se abrazo a él. - Estoy cansanda, quiero huir de este destino, el cristal de plata cada día absorbe más de mi energía para recuperarse y mi salud decae.

- ¿Por qué el principito no te ayuda? - No supo que responder. - confía en mí.

- Ya casi no nos vemos, él...- Suspiro. - Le importa más el futuro y que yo me vuelva una digna futura reina que algo más.

El pelinegro se recriminó al no haber vuelto por ella y enfrentar al universo si era necesario, apretó con fuerza a su bombón contra su pecho acariciando su espalda; la sentía débil, vulnerable, pensaba que con mantenerla así podría ayudarla a sanar. Recordó las palabras de Kakyuu:

"Seiya, debes protegerla hasta de sus guardianes, sabrás en quién confiar"

Miró hacía afuera por la ventana y luego a la rubia, Serena yacía dormida entre sus brazos. Con cuidado se levanto dejándola en la cama, acarició su mejilla retirando algunos mechones de cabello de ellas. Deseo besarla en ese instante, pero se contuvo. Volvió a ver el broche y sin consentimiento lo abrió, adentro el cristal de plata se mantenía protegido, brillaba suavemente, era el brillo de su bombón. Acaricio el cristal notando las pequeñas grietas causadas por tantas batallas del pasado.

Lo lanzó al suelo al verlo brillar, sonrió con miedo de acabar convirtiéndose en una extraña versión masculina de sailor moon. Serena respiraba agitada entre sueños logrando asustarlo. Para él se veía como una niña indefensa.

- Está vez voy a cuidarte. - Recosto su cabeza de la cama cerrando los ojos, no quería apartarse de ella y con ese pensamiento acabó durmiendose. En sus sueños nuevamente se encontraba jadeando, su frente llena de sudor mientras la niebla cubría la estancia, los golpes de las espadas resonaban a su alrededor. Miro sus manos temblorosas, entonces entre la niebla se alzaba una puerta de color blanco, se veía agrietada, a su lado camino un hombre alto de cabellos como el de su bombón, él dio una palmada en su cabeza antes de romper el cristal dorado en sus manos que acabó convirtiéndose en arena.

La puerta se abrió, su acompañante susurro un débil: lo siento. Cerró los ojos al sentir la fuerza de las corrientes de aire arrastrar todo dentro, quería gritar por ayuda, solo pudo extender su mano queriendo alcanzar al rubio, pero aquel hombre caía inerte al suelo y la puerta se cerraba ante sus ojos.

Despertó agitado al tener aquel sueño, vio el reloj eran las 3:45 a.m., Serena dormía más tranquila, la arropo para luego besar su frente, había decido volver con sus hermanos y en la mañana pasar a verla, pues tenía una misión importante y debía reunirse con las exteriores, aunque algo le decía que debía desconfiar de ellas o al menos de su mayoría. Se extrañó al notar que luna no había llegado, a su mente vino la imagen del gato blanco que le acompañaba.

— No puedo dejarte sola. — Suspiro cansado, si los padres de Serena lo descubrían tendría problemas. Se cruzó de brazos sentándose en el borde de la ventana cerrando los ojos.

— Seiya. — Sonrió al oír su nombre, al abrir  los ojos la vio sentada en la cama, se veía más tranquila y relajada. — Creí que era un sueño.

— Vaya Bombón así que tienes sueños conmigo. — Un sonrojo cruzó su rostro. — ¿Sueñas conmigo?

Recosto sus brazos sobre el marco de su ventana mirando hacía afuera, no podía mentirle sobre eso, pero tampoco podía ser 100% sincera y decirle que algunas veces soñaba con otra época donde le parecía verlo y ambos acababan entregandose en cuerpo y alma. Recordar ese sueño hizo su corazón acelerarse.

— Sí, varias veces te vi en mis sueños. — Él sonrió al escuchar eso. — Se que está mal, debería pensar en Darien y el futuro que nos espera, pero...tú hiciste que todo cambiará.

— ¿Yo? Serena, acaso tú...— No quería completar su frase, no deseaba hacerse ilusiones, ver su expresión de culpa le hizo entender que su bombón se debatía internamente entre su deber y sus sentimientos. La atrajo hacia él abrazandola. — Te has enamorado del hombre más sexy de Kinmoku.

— Siempre eres tan engreído. — Se acuno en sus brazos buscando olvidar sus temores, no estaba segura que pasaría luego entre ellos, pero por una vez quería arriesgarse por su felicidad. Alzó el rostro encontrándose con su  mirada, no hubo nada más que decir, después de mucho tiempo sus labios se encontraron, era un beso suave donde se encontraban todos los sentimientos que guardaron durante dos largos años, sus labios se sincronizada a la perfección, sus manos terminaron entrelazandose. Lentamente fueron separándose, mirando sus manos unidas, deseaban más de lo que podían obtener en ese momento.

— Te amo bombón. — Con una sonrisa volvió acercarse a sus labios, esa era su respuesta silenciosa aunque en la mañana su encuentro fuera juzgado por los demas. En ese instante la luna brillo con más intensidad que nunca, alejando la oscuridad que comenzaba a rodearla.

Lejos de aquella escena dos sombras caminaban por el parque nro 10, un escalofrío recorrió el cuerpo de uno de ellos.

— Imposible...— golpeó uno de los árboles más cercanos, la furia y el odio crecía en su interior. — Seiya debe morir, no importa que, esa estrella no impedirá que se cumpla nuestro destino.

— Sí algo está pasando significa que ya saben la verdad. — Hotaru observó las nubes con nostalgia, pensó en su princesa y luego en Rini. — No dejaré que la princesa impida el nacimiento de la pequeña dama.

— Las estrellas fugaces son pasajeras y sólo debemos mover bien nuestras cartas. — Setsuna sonrió a la joven. — Sí algo nace de su encuentro morirá, después de todo el cristal de plata absorberá la energía de ese ser antes de que pueda formarse.

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Gracias por sus comentarios, de verdad me inspiran, dejaré este capítulo hasta aquí, espero les guste.

Bueno ya Setsuna y Hotaru piensan moverse, pero ellas no son las únicas que desean ese futuro, ya verán una nueva sorpresa más adelante.

Nos leemos en el siguiente: Reunión.

Destellos de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora