Capítulo 33: Visitas inesperadas

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Residencia Kou

Serena y Seiya reían al entrar, la rubia comía un helado de chocolate, mientras el sostenía un oso de peluche y globos, pues la ella al salir del hospital había quedado enamorada de aquel arreglo en una tienda y él como buen novio decido comprarlo. Serena se sentía en las nubes por ese día había olvidado todos los problemas con Caos, el médico había dicho que su bebé estaba bien y sólo debía cuidarse un poco más, aunque no pudieron saber el sexo del bebé se sentían felices de compartir juntos ese momento.

- Hola. - Seiya paso junto a la niña de unos seis años, se detuvo al darse cuenta de que le habían saludado, Serena veía a la pequeña con sorpresa, mientras Taiki y Yaten junto al resto de las guardianas y titanes se encontraban junto a otra jovencita.

- Nosotros estamos igual que ustedes. - Taiki atrajo su atención con sus palabras. - Aparecieron en medio de una batalla hace apenas tres horas.

- No han dicho nada. - Haruka parecía enojada al hablar.

- Niñas pondrían decirnos algo. - Pidió Michiru dándoles una sonrisa. La peliplata dio un paso al frente.

- Soy Artemisa, protectora del cetro granate y nueva sailor plut, al mismo tiempo regente de la luna, por ello mi nombre es Sailor Chibi Moon, además no me gusta el nombre de: Sailor plut. - Arger y Serena intercambiaron miradas. - Soy su hermana menor.

- Tu padre es todo un sinvergüenza. - Michiru le dio un leve golpe en el hombro a su novio. - ¡Hey! Pero es verdad, ahora ya entiendo porque no anda por acá, están recuperando tiempo perdido.

- Sí papá te oyera en este momento estarías en el inframundo recibiendo un castigo. - Artemisa le miró con una expresión tan fría que le llegó a dar escalofrios, aquella niña era idéntica a su padre en su forma de ser. - En fin, se supone sólo yo debía ser enviada pero parece que alguien me siguió.

La pelinegro miraba a Seiya con nostalgia, Rei y Haru fueron los únicos en percatarse de aquel sentimiento triste que le rodeaba. La joven bajo el rostro apenada al darse cuenta del enojo de Artemisa.

- ¿Cuál es tu nombre? - Mina se puso a la altura de la niña acariciando su cabello, la pequeña sonrió, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a la rubia. - ¿Eh? ¡Yaten ayuda!

- Pero si tu fuiste quien la hizo llorar. - Se quejó el menor de los Kou. - Oye calmate.

- Ella solo recuerda nuestro hogar. - Artemisa se acercó limpiando sus lágrimas. - Aunque no lo crean, ella no habla con nadie.

- ¿Por qué? - Serena se acercó mirándola con ternura, aquella pequeña era como ver a Chibi-Chibi. - Soy Serena, ¿Cuál es tu nombre?

La pequeña sólo abrazo a su tía llorando, la peliplata suspiro, tenerla allí era un problema.

- Oh vamos, mi bombón no parece un monstruo para que te asustes. - La rubia fingió enojarse.

- Eres un idiota Seiya. - La niña comenzó a reír llamando su atención. - Oh tus tonterías la hacen reír.

- Claro bombón, soy el increíble y único Seiya Kou. - Sus orbes azules brillaron al ver a Seiya. - Tienes una linda risa.

- S-Seiya. - Artemisa sólo sonrió al oírla hablar, hacía más de cuatro años que aquella pequeña había decidió no hablar con nadie, luego de haber escuchado sobre el pasado, sobre sus padres en especial no volvió a pronunciar palabra. Vivía jugando en el salón de Chronos mirando al pasado con su abuelo. Sólo él y su madre conocían el dolor de su corazón.

- Habló. - Susurro Rei sorprendida. - Dijiste que no hablaba.

- No lo hace y de hacerlo 3s una o dos palabras. - La pelinegro se acercó a Seiya entregandole un caramelo. Él sonreía recibiendolo, al tocar sus manos sintió una calidez invadir su corazón, miró a Serena, era como estar con ella.

- Volviendo al tema. - Haru interrumpió el momento entre ambos. - ¿Quiénes son? ¿Qué ha hacen aquí?

- No podemos estar mucho tiempo aquí, sólo hemos venido advertirles, en la próxima lluvia de estrellas Eris cruzara del futuro al pasado para destruirlos...- Hizo una pausa recordando los escenarios que iban a darse en ese momento del tiempo. - Por favor no duden, Serena debe cuidarse lo más que pueda un poder muy grande pronto aparecerá y no puedes dudar, no cometas el mismo error.

Todos la miraron, ella pensó en su bebé, en cuidarlo, pero de ella dependía la protección de muchas más personas en ese planeta así como en el resto de la galaxia, Arger la sujetó por los hombros suavemente sonriendo, Seiya tomo su mano, se sentía más que protegida por ellos y sus compañeros.

- No dudare, haré todo lo que pueda para protegerlos. - Artemisa sonrió agradecida, había logrado motivar a Serena como su hermana deseaba, sin embargo aún faltaba algunas cosas y eso era lo que su pequeña sobrina quería hacer, no podía culparla pues aquella pequeña niña sufría más que nadie. Observó las caras de los titanes y guardianas, se sintió melancólica al verlos, la mayoría de los que allí estaban en su mundo habían desaparecido ante Eris. Sólo esperaba volver a un futuro donde la familia este siempre junta.

Siglo XXX
Palacio de Tokio de Cristal.

Sus pasos eran apresurados, corría por los pasillos del palacio angustiada, llevaban más de media hora buscando por todas partes a su pequeña hija. Serena no podía más que llorar al imaginar que algo le hubiese pasado. Entró a la habitación de su pequeña niña, la cama estaba arreglada, sus osos y conejos de peluche arreglados encima, sobre su pequeña mesa de noche una fotografía, se acercó mirándola, no pudo evitar sonreír al ver a Seiya sonriente con ella, su vientre un poco abultado, ese día había sido después de su primera consulta.

- Seiya...- La culpa de ese día la envolvía, no haber llegado a tiempo y salvarlo. Las puertas fueron abiertas, Chronos entraba seguido de su esposa, suspiro al verla llorando, no quería seguir viendo a su conejo sufrir. - Padre, Usagi desapareció.

- No, yo le permití ir y cambiar el pasado, en este momento está con Seiya. - Serena reprimio un gemido de sorpresa, el miedo se instaló en su corazón. Serenity tomo sus manos entre las suyas.

- Hija mía, ten fé en las acciones de tu padre. - Chronos le sonrió, no podía evitar tener miedo por su pequeña Usagi, pero confianza en su padre no faltaba y ahora más que nunca tendría fé.

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Gracias por leer y comentar. El siguiente capítulo: Eris.

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