56.-Imagina

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Imagina que conoces a Número Cinco en la fiesta donde se encuentran los 12 majestuoso, te invita a bailar y le salvas el trasero en la pelea con los suecos.

—Mmm, ¿Lo vez?— preguntó Diego.

—No— contestó Número tomando una copa de la charola que uno de los camareros traía.

—Esperemos un momento y si no lo vemos comenzamos a buscar— sugirió Diego

—Tu ve por allá— señaló,  Diego y Lila se fueron hacia la izquierda, Cinco se quedó parado y su vista inspeccionó todo el lugar hasta toparse con una chica muy linda, aparentaba su edad-física- lucía un vestido rojo entallado a su cintura, las piernas descubierta y con unas zapatillas plateadas, sin dudarlo atrapó su labio inferior entre sus dientes, Maldita sea, este cuerpo de puberto me hace pensar cosas indebidas, pensó.

La chica sintió una mirada en su cuerpo, volteó a ver a todos lados hasta que lo vio, con una mano en su bolsillo, la otra con la copa y sus ojos verdes clavados en ella, sonrió de una forma coqueta y caminó hacia él, Número Cinco maldijo en voz baja.

—Lamentablemente no tengo una cámara en estos momentos para darte una foto mía— dijo, Número Cinco soltó una risita—Pero, te puedo dar mi nombre— conectaron miradas—Claro, si es que así lo deseas.

—¿Bebés?— preguntó señalando su copa, la chica asintió, tomó una de las que estaban  en la mesa y se la ofreció.

Suspiró—¿A ti también te obligaron a venir?— preguntó, dió un sorbo a su bebida, Cinco la miró hacerlo, un pequeño cosquilleo recorrió sus piernas.

—Eh, mi papá es amm...— hizo una pausa— Alguien muy importante así que sí, digamos que vine por obligación— le sonrió, un silencio se creó entre los dos, era muy cómodo en realidad, solo disfrutaban la compañía del otro.

Por un momento Cinco se olvidó de todos sus problemas y de todo el estrés que le causa el apocalipsis y por primera vez en su vida decidió divertirse.

—¿Quieres?— dijo nervioso—¿Quieres bailar?— preguntó, la castaña le sonrió y tomó su mano y se dirigieron a la pista de baile.

La música que salía de los instrumentos de los mariachis resonó por todo el lugar. Número Cinco colocó su mano en la cintura de la castaña y ella en su hombro, empezaron a bailar al ritmo de la música, la sonrisa en el rostro de ambos era sincera, los hermosos ojos verdes del chico no se despegaban de los ojos mieles de la chica,  sus risas eran muy escandalosas aunque se camuflajean por el gran ruido que hacían las voces de los presentes.

El mejor momento de la vida de Cinco se vio interrumpido gracias a que recordó que había venido por una razón, encontrar a su padre y con mucha pena se despidió de la chica.

—Disculpa pero, debo buscar a mi padre— se despidió y subió corriendo las escaleras, la castaña soltó un suspiro y negó, lo siguió con la mirada hasta que lo perdió.

Número Cinco escondido detrás de una puerta  que lleva hacia un pasillo, vió entrar a los 12 majestuosos hacía otra habitación, sin dudarlo decidió teletransportarse dentro de la habitación y apareció en el armario, pudo observar como hablaban sobre algo a lo que no le tomó importancia.

—Papá— susurró, Reginald pareció escucharlo y tomó una vara de metal que estaba en la chimenea, se acercó al armario y destruyó la puerta encontrándose con nada, Número Cinco se había teletransportado afuera de la habitación.

Un hombre de vestimenta blanco lo miró, el niño maldijo en voz baja y para su sorpresa el hombre lo atacó, era uno de los suecos que la comisión había mandado, batalló un poco hasta que sus habilidades llegaron a su límite y cuando el sueco estaba por herirlo, una patada en la cara del hombre lo hizo retroceder, la misma chica con la que había estado bailando hace rato le estaba dando una paliza al hombre, una sonrisa se formó en su rostro. La castaña le hizo una llave y golpeó su estomago dejando al sueco en el suelo, Número Cinco actuó rápido y tiró al sueco por la ventana.

—¿Qué haces aquí?— preguntó desconcertado.

—Oí un golpe y como soy muy curiosa no dudé en venir a ver que era— pausó para tomar aire—De nada por cierto.

—Gracias— contestó— No pensé que serias capaz de hacer eso.

—Soy capaz de hacer muchas cosas más, es solo que no me conoces— respondió—Empecemos con presentarnos como se debe, soy _______ Reynolds, un gusto— levantó su mano en forma de saludo.

—Número Cinco— aceptó el saludo y vaya sorpresa, la chica no dijo nada sobre su raro nombre—Ah, tengo que irme — desvió sus mirada hacía la ventano donde divisó a su padre y madre esperando el coche en donde se irían.

—Ah si, igual yo— recordó—Voy todos los días a tomar café en la cafetería Dolly's, ¿Tal vez podríamos encontrarnos ahí algún día?.

—Lo pensaré— miró para arriba—Hasta luego.

—Adiós— saludó.

Se aseguró estar lo suficientemente lejos de su vista para poder teletransportarse y llegar afuera del edificio, recitó unas palabras en griego y aunque logró captar la atención de su padre, este se fue.

Se aseguró estar lo suficientemente lejos de su vista para poder teletransportarse y llegar afuera del edificio, recitó unas palabras en griego y aunque logró captar la atención de su padre, este se fue

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𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦 ↻ cinco hargreeves © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora