Zeras estaba combatiendo contra cuatro herejes que habían escapado de sus mortales proyectiles, manteniéndolos a raya usando una sola de sus lanzas mientras tres más se mantenían en reserva. Zeras era fuerte y habilosa, una gran sángrica, por lo que rápidamente desarmó e hirió de muerte a sus adversarios, que cayeron desgarrados en la cubierta, desangrándose rápidamente. Ya nadie se le acercaba, todos los herejes se habían dado cuenta de que a ella no la podrían vencer.
Fue entonces que una silueta cayó delante de Zeras, la cual se sobresaltó y retrocedió ante la aparición de este nuevo contrincante. Frente a ella se alzaba ahora un guerrero en toga al estilo romano armado con una gladius larga.
No había duda, ese sujeto tenía Gracia corriendo por sus venas, se le notaba en los ojos, brillantes como estrellas.
—¿Fue de botella o de ganado? —preguntó Zeras mientras una docena de lanzas sangrientas se formaban y agrupaban en torno a ella, listas para salir disparadas.
—Fue de botella, sángrica.
—Entonces no tienes ninguna Vida acompañando a tu Gracia, eres... inferior a mí.
—Mi nombre es Demetrio de Latinum, no podrás vencerme tan fácilmente.
—¡Eso lo veremos!
Zeras disparó las lanzas que estaban sobre su cabeza, pero estas fueron cortadas en el aire por la espada de aquel sujeto. Éste era rápido y tenía buenos reflejos, incluso sin Vidas añadidas a su Gracia este sería un rival formidable.
Merekar terminó de limpiar la parte de la cubierta donde estaba. Su danza macabra de cuchillos y patadas fue extremadamente efectiva a la hora de exterminar a sus rivales, que estaban todos muertos a su alrededor. El vampiro miraba ahora hacia el cielo, hacia el sol, más precisamente hacia la herida del sol, aquel tajo dónde brillaba menos.
—¡Oye tú!
Merekar bajó la mirada, viendo a un sujeto en cuero armado con una espada tracia. Este era medio bajo, tenía cabello rojo y sus ojos brillaban con Gracia.
—¿Has probado la sangre de los ganados? —preguntó Merekar preparándose para la batalla.
—¡Así es!
—¿Y ahora buscan como aprovisionarse con sangre antes de que se les acabe la Gracia y se vuelvan Desgraciados?
—Diste en el clavo.
—Entonces no tienes Vidas que acompañen a tu Gracia.
—¡No, pero tengo pasión y ganas de darte una paliza! ¡Mi nombre es Calix!
El sujeto pegó un salto hacia donde estaba Merekar, pero este se esfumó, dejando atrás una nube de humo negro en la que Calix se metió de lleno. Por unos segundos el hereje no pudo ver nada y sacudió su espada de izquierda a derecha, solo para recibir una patada directo en el rostro, la cual lo mandó a volar por la cubierta del barco hasta el castillo de popa, contra el que se estrelló. Merekar, que había aparecido fuera de la nube negra, suspiró; aunque ese tipo tuviera pasión en su voz y Gracia en sus ojos, no sería rival para él... pero entonces, antes de que Merekar pudiera reaccionar, este sujeto ya estaba de vuelta sobre él, espada en mano.
—¡Te atrapé!
Merekar tuvo que desenvainar uno de sus cuchillos velozmente para defenderse, desviando el filo de la espada antes de pegar un salto atrás... quizá este tipo sí sería un rival interesante.
Yafar estaba lanzando golpes a diestra y siniestra, mandando a volar a los herejes que se interponían en su camino. O eso fue así hasta que su puño fue detenido en pleno vuelo por una gran mano de dedos cuadrados y fuertes.
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Pirámide de Sangre
VampiriLerek, un vampiro de la más alta casta aristocrática, ve su corona usurpa por un aristócrata rival, lo cual lo lleva al exilio en Nueva Babilonia. El antiguo rey de Latinum debe ahora acomodarse a su nueva realidad y asumir que es y será un Desgraci...