Los Aristócratas estaban todos en la cubierta del barco, rodeados de sangre y cadáveres. De los Comunes que tripulaban el barco no quedaba ni uno solo, todos habían muerto durante el abordaje. Ahora todo estaba en manos de Yafar, Zeras y Merekar, que tendrían que manejar la nave a vapor, pero había un problema... ninguno de ellos sabía cómo funcionaba el motor o el bote.
—¿Están seguros de que no quedó ni uno? —le preguntó Yafar a sus compañeros.
—No, ni uno —contestó Merekar.
—Maldición... —escupió el aristócrata.
En eso aparecieron Bella, Perla, Milagro, Sombra y Arlet, todos saliendo de la bodega del barco. Los ganados fueron rápidamente a reunirse con sus amos, todos excepto Arlet, que no pensaba acercarse a Lerek.
—¿Están bien, mis preciosas? —le preguntó Zeras a las gemelas.
—Por supuesto —asentaron las dos al mismo tiempo—, el ganado de Lerek y el ganado de Merekar nos protegieron.
—¿Enserio? Entonces recuerden darle las gracias a Lerek y a Merekar.
—Sí.
—Ahora, denme sus muñecas, debo alimentarme, la batalla fue extenuante.
Perla extendió su mano derecha, mientras que Bella extendió su mano izquierda.
—Por favor, a mí primero —dijeron competitivamente las chicas.
Zeras, delicadamente, tomó la mano de Bella primero, acercando su boca a la muñeca de la joven, dónde mordió con sus afilados colmillos para comenzar a beber el combustible de su Gracia.
El rostro de Bella se transformó, mostrando placer y felicidad. Perla, mientras tanto, se mostró emocionada por el prospecto de ser mordida a continuación, aunque se notaba claramente que hubiera preferido ser la primera en recibir ese placer por parte de su ama.
Mientras que las gemelas eran gentilmente besadas por su ama, Merekar se acercó a Sombra y lo tomó por el mentón, levantándole la cabeza lo suficiente para que expusiera el costado izquierdo de su cuello.
—¿Estás listo? —preguntó Merekar.
—Siempre... —contestó Sombra.
El aristócrata se acercó entonces a su cuello y mordió con fuerza, comenzando a tomar la sangre de su ganado. Éste, mientras le sacaban la sangre, hacía todo lo posible por ocultar una sonrisa que le intentaba emerger en su rostro.
Yafar se dirigió hacia donde estaba Milagro y por un momento pareció que iba a abrazarla, pero a último momento el aristócrata adoptó una postura más dominante y digna de su posición.
—¿Estás bien? —preguntó Yafar.
—Sí... —dijo tímidamente Milagro.
—¿Me permites?
—No tienes que pedirme permiso.
La joven desnudó su hombro derecho y Yafar cayó delicadamente sobre este, dando un beso en la zona dónde iba a morder antes de clavar sus colmillos. La forma tan suave y delicada de morder de Yafar no pasó desapercibida a Arlet, que por un momento pensó que podía estar pasando algo más además de una relación de aristócrata/ganado entre ellos.
Arlet sintió rechazo a lo que estaba viendo, ese grado de sumisión le resultaba repulsivo. Fue entonces que apareció Lerek ante ella, salido de la nada.
—¿Estás lista?
—¡Espera, espera, espera! ¡Puedo manejar este barco! Pero necesito toda mi sangre para eso.
Lerek sonrió, no tanto porque su ganado decía poder manejar el barco, sino porque esta intentó negociar.
—No será necesario —le contestó Lerek—. Vienen por nosotros...
Arlet volteó entonces y, en el horizonte suroeste, se podían ver tres barcos de grandes proporciones acercándose.
—Tienen las banderas del Emperador... seguro son una patrulla. Ahora... —Lerek tomó a Arlet y le desnudó su hombro—. Estoy hambriento.
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Pirámide de Sangre
VampireLerek, un vampiro de la más alta casta aristocrática, ve su corona usurpa por un aristócrata rival, lo cual lo lleva al exilio en Nueva Babilonia. El antiguo rey de Latinum debe ahora acomodarse a su nueva realidad y asumir que es y será un Desgraci...