La humana no dijo nada, se mantuvo en silencio un buen rato mirando directo a los ojos rojos brillantes de su asaltante y secuestrador. Su hombro izquierdo le incomodaba, toda la zona alrededor de las dos marcas de los colmillos estaba entumecida, anestesiada, y esta sensación se esparcía por todo su cuerpo como un veneno, pero lentamente este efecto se estaba disipando, dando lugar a un profundo dolor ponzoñoso allá dónde la mordida había tenido lugar.
—Mi nombre es Arlet —dijo finalmente la joven en tono desafiante—, ¿Y tú quién eres?
—Soy Lerek de Latinum, y soy un orgulloso miembro de la aristocracia del mundo. Ahora dime, jovencita: ¿De dónde vienes? ¿Qué es ese mundo intoxicado del que me habla tu sangre?
—¿Cómo sabes-?
La puerta sonó con fuerza a lo que, desplazándose sin dejar de mirar a Arlet, Lerek respondió. Una tenue luz ingresó en la habitación por la puerta, era el dueño del condominio, trayendo en sus manos una bandeja de metal sobre la que descansaba un plato con pescado y verduras, unas velas encendidas y una gran jarra de cerveza de la cual asomaba el extremo de una bombilla, instrumento necesario para no tomar el lúpulo y los restos sólidos que flotaban en la cerveza.
—Comida para usted y su... invitada.
—Muchas gracias —dijo Lerek, dejando ver una filosa sonrisa bajo la sombra de su capucha mientras recibía la bandeja y la jarra de cerveza—, ahora lárgate y no oses molestarnos.
Lerek cerró la puerta de un golpe y regresó junto a su "invitada", a la cual le presentó los pescados asados y la ensalada de verduras frescas que los acompañaban. Arlet sintió entonces un hambre voraz que nunca antes en su vida había padecido, ni siquiera cuando fue una huérfana desposeída de Estambul.
Sin contenerse, la joven se abalanzó sobre el plato y comenzó a comer, solo para darse cuenta entonces que tenía una sed descomunal, lo que la llevó a tomar la jarra de cerveza con ambas manos para sorber su contenido de un saque haciendo uso de la bombilla.
—Eso es, come, mi pequeña, come y recupérate. Tu cuerpo necesita recuperar su sangre, come...
La comida pronto desapareció de la bandeja y la cerveza de la jarra, dejando a una Arlet sorprendida de su propia hambre, sensación que se había calmado un poco, pero no lo suficiente.
—Aún tengo hambre...
—Puedo buscar más, pero esta vez debes reposar y descansar, no intentes moverte fuera de esta cama.
La puerta sonó con fuerza, a lo que el señor del condominio salió rápidamente a atender. Del otro lado se encontró con la silueta amenazante de Lerek, quien le miraba desde lo alto con una sonrisa de oreja a oreja.
—Necesito más comida.
—Con lo que me diste te alcanzaba solo para lo que te llevé.
—¿No entiendes, verdad? Ya no soy el mismo Lerek que conociste, ahora soy Lerek de Latinum, y demando que me lleves más comida y bebida a mi habitación.
El dueño del condominio tragó saliva y retrocedió un par de pasos, a lo que Lerek respondió metiéndose en su departamento.
—Me traerás lo que te pido, o los pescadores encontrarán tus restos desparramados por todo el Tigris.
El común comenzó a transpirar y se sintió como una presa ante su cazador. Fingiendo una sonrisa, el dueño del condominio asentó rápidamente con la cabeza.
—Como usted diga, señor Lerek.
Arlet estaba descansando con los ojos cerrados mientras meditaba. Sabía que el viaje que había emprendido venía con riesgos, pero nunca imaginó algo como lo que estaba viviendo; los científicos le dijeron que podía terminar en cualquier lado, desde una tierra muerta sin sol hasta un mundo donde todo era igual exceptuando algunos detalles, pero nunca le dijeron que se toparía con un mundo que, al menos superficialmente, podría calificarse como sobrenatural.
Las calles de la ciudad, por lo que había visto mientras era cargada por Lerek, no tenían iluminación, tampoco el departamento. De no ser por las velas que ardían en la ahora vacía bandeja que trajo aquel hombre rechoncho ella tendría muy difícil la tarea de ver algo en esa oscuridad.
En eso escuchó la puerta abrirse y, rápidamente, abrió los ojos, encontrándose con Lerek, que ingresaba a la habitación.
—El cocinero traerá más comida en breve, solo debes esperar un rato más, mi pequeña viajera.
—¿Ya sabes que vengo de otro mundo?
—Ahora me lo has confirmado, sabía que venías de una tierra distinta a esta. Nuestros antiguos sángricos, aquellos que habitaron la época en la que la humanidad aún se contaba por millones, encontraron la existencia de diez mundos parecidos al nuestro, uno de los cuales estaba habitado solo por humanos. Dime ¿Qué le pasó a tu tierra para que confiarás en una magia tan peligrosa? Tu sangre grita que lo que hiciste no fue seguro, que fue, realmente, un acto desesperado.
—No tenía otra opción... mi mundo está muriendo, no debe faltar mucho tiempo antes de que la humanidad se extinga, y con ella toda la vida vegetal y animal. Nuestros científicos, los más locos al menos, encontraron la forma de abrir un portal por el que podían enviar gente a otro "lugar" y así lo hicieron, solo que no sabían a donde llevaría ese portal, todo fue una apuesta arriesgada, usando poderes poco entendidos y dominados...
Lerek sonrió.
—¿Significa que hay más humanos dando vueltas por el mundo?
—No lo sé, tal vez fui la única que pudo cruzar con éxito... después del portal había un túnel... un túnel muy confuso: había muchos caminos secundarios, y a veces el túnel se bifurcaba; a veces se alargaba por kilómetros, otras veces se encogía y llegabas al final en cuestión de segundos; a veces aparecía una pared impasable en tu camino, otras veces desaparecían los muros y revelaban túneles nuevos... no tengo idea de cómo llegué aquí.
—Maravilloso... nuestros sángricos descubrieron el túnel, pero nunca se atrevieron a ingresar en él para viajar a otros mundos. Es muy interesante ver que alguien lo hizo al fin.
—¿Qué eres? ¿Una especie de vampiro? ¿Cómo es que hablas mi lengua?
—Je, je, je... sí, soy un "vampiro", o por lo menos así nos llamaban los humanos de antaño. Ahora somos la aristocracia, los mejores del mundo, mientras que los demás son los Comunes, las masas que sobra sobre la tierra.
En eso tocaron a la puerta, a lo que Lerek fue a contestar, encontrándose con el dueño del condominio, quien venía cargado hasta las cejas con platos y bandejas llenas de comida. Había pescados, ensaladas, trozos de carne roja, incluso vino, además de cerveza.
—Le traje todo lo que puedo cargar, señor Lerek.
—Bien hecho, deja todo en la mesa y lárgate.
El dueño del condominio ingresó a la habitación, dejó las cosas y se marchó como si el diablo lo persiguiera, a lo que Lerek cerró la puerta y le comenzó a ofrecer comida a la joven, quien rápidamente agarraba los platos y se dedicaba a devorarlos.
—Luego me contarás más, ahora come, come y bebe. Debes descansar, tu cuerpo necesita reposo. Mañana me contarás más, mañana veremos qué haremos, tengo planes... muchos planes.
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Pirámide de Sangre
VampireLerek, un vampiro de la más alta casta aristocrática, ve su corona usurpa por un aristócrata rival, lo cual lo lleva al exilio en Nueva Babilonia. El antiguo rey de Latinum debe ahora acomodarse a su nueva realidad y asumir que es y será un Desgraci...